28
Corro por el pasillo hacia la salida de la servidumbre que es donde se ha visto a Shiani, salgo al mercado y me la encuentro discutiendo a voz en grito con dos humanos. Voy directo a por ella y la digo.
-- Shiani, Tzvi te necesita, ven.
-- ¿Donde esta, que la ha pasado?
-- Shiani, esta viva, pero esta muy gravemente herida, ven te contare mas cosas cuando estemos en su habitación, no quiero dejarla sola, no me fió de nadie de esta casa.
-- Pues la podemos llevar a mi casa, no ardió como la mayoría de la elferia.
-- No Shiani, cuando la veas lo comprenderás, no se la puede mover mas. Si la hubiera podido mover… no estaríamos aquí.
Entramos en la casa y los sirvientes fueron a decirle a Shiani que no podía entrar, solo dije una cosa.
-- Creo que no os va gustar Tzvi enfadada, es mejor que su amiga entre y me ayude a cuidarla.
-- Si, pero…
-- No hay pero… vamos Shiani. Ven es por aquí.
Cuando entramos en la habitación Tzvi sigue en la misma posición que la he dejado, me arrodillo a su lado y la beso en la frente, su temperatura corporal esta subiendo y ella sigue tendida como si estuviera… en ese momento no me atrevía ni a decir la palabra muerta, no quería pensar en ella. Siento la mano de Shiani en mi hombro.
-- Realmente esta muy grave, ¿verdad?
-- Si
Mi voz se corta y solo puedo sentir las lagrimas asomar a mis ojos, ahora ya me da igual quien pueda verme llorar, solo quiero que Tzvi vuelva, que se mejore, la abrazo suavemente para no hacerla daño.
-- Creo que no me dijiste como te llamas.
La respondo sin mirarla.
-- Zevran, pero me puedes llamar Zev.
-- Creo que mi prima es afortunada, a pesar de lo que la ha pasado.
La miro asombrado.
-- Afortunada, el Archidemonio la ha quemado casi totalmente, Shiani como puedes decir que es afortunada.
-- Por que te tiene a ti y tranquilo, la conozco es terca como una mula, no te dejara por unas quemaduras, créeme.
-- No vistes lo que yo vi. Bueno no te traje aquí para aburrirte con mis penas, necesito un favor, mejor dicho Tzvi necesita un mago sanador, sea como sea, solo tenemos una maga que es sanadora, pero odia a muerta Tzvi, no voy a dejarla que se acerque. Pero aun no creo que se hayan marchado los elfos Dalishanos y ellos suelen llevar Custodios, la mayoría de los custodios saben como curar y sanar a través de la magia. Pero no puedo dejar sola a Tzvi, necesito que tu vayas a su encuentro y hables con ellos, convéncelos con lo que quieras, toma aquí tienes la bolsa de oro de Tzvi, gástalo todo si es necesario, pero trae ayuda. La cuidare mientras tanto, haré que se sienta bien.
-- De acuerdo primo, iré a buscar ayuda, pero deja el oro aquí, no lo necesito.
-- ¿Primo? – la pregunto desconcertado.
-- Zev, es evidente lo que ha pasado aquí – me toca el colgante – volveré cuanto pueda.
Cuando Shiani se ha marchado, levanto la sabana y con un paño húmedo voy limpiándola la cara, quitándola el polvo y la sangre que mancha sus facciones, con cuidado de no levantar la piel de las ampollas que se le han formado, sobretodo en la parte del cuello, que fue la parte mas expuesta al fuego del dragón. Después lentamente le lavó todo el cuerpo, la vuelvo a cubrir con la sabana y me siento a su lado a esperar que Shiani consiga alguna ayuda o que Irving aparezca con las hierbas que prometió, me siento inútil ya que no se nada de sanción ni de hierbas, solo puedo limpiar heridas y esperar que estas se curen por si solas.
Pasan horas y solo puedo ponerle paños húmedos en la cara, esperando que la alivie el calor del cuerpo, me siento en el suelo y apoyo la cabeza encima de la cama y la cojo de la mano, se ve que el cansancio me pudo y me adormecí, hasta que llego Shiani con una custodia Dalishana anciana y dos cazadores Dalishanos, evidentemente su escolta.
La primera en hablar fue Shiani.
-- Zev te presento a la custodia Marethari, ella se ha ofrecido a sanarla, pero dice que no puede hacerlo aquí.
Miro a la anciana y algo en ella me inspira confianza, es parecido a lo que me paso con Tzvi la primera vez que la vi, es un aura que destila bondad. En Marethari se nota realmente su sabiduría y su bondad, algo de lo que debería aprender Wynne, no necesita palabras para hacer que las personas la obedezcan.
-- Pero Custodia, esta muy grave, no la podemos mover, mírala tu misma, de hecho apenas he podido hacer nada por ella.
-- Déjame verla, creo que la has ayudado mas de lo que te imaginas Da’lhen, tu presencia la ha mantenido unida a este mundo.
Levanto la sabana para que pueda enseñarle la gravedad de las heridas, las manos no han dejado de temblarme y ahora que vuelvo a ver la extensión del daño, no puedo ni pensar que la va a ocurrir. Con un hilo de voz digo.
-- Se esta muriendo, ¿verdad?
-- Si Da’lhen – me pone la mano en el brazo y me mira – pero aun podemos salvarla o podemos intentarlo, solo los Dioses saben si se salvara. Pero aquí entre piedras y madera muerta, no puedo sanarla, necesitamos llevarla hasta mi Aravel, que esta a las afueras de la ciudad. Te prometo que no sufrirá en el viaje, ni la pasara nada. Venir los dos con nosotros, si queréis, nos la llevaremos.
La envuelvo en la sabana con la ayuda de Shiani y uno de los cazadores, después la cojo en brazos y me vuelvo hacia la Custodia.
-- Cuando quieras, te sigo.
-- Bien Da’lhen vamos. – posa los dedos en la frente de Tzvi y siento que se relaja. – así estará mejor.
Salimos al pasillo en el que esta Sten, le digo que vamos a llevarla hasta el campamento Dalishano y asiente, después antes de llegar a la puerta de salida, nos salen al paso varios guardias de la ciudad con Alistair al frente. Los dos cazadores se ponen delante de la Custodia, evidentemente para protegerla, sigo caminando hacia la puerta sin inmutarme por la presencia de los guardias y de Alistair.
-- ¿A donde crees que vas elfo?
Le miro de frente.
-- Me llevo a Tzvi a un lugar donde la quieran curar, puede que para ti solo fuera una guardia gris, pero para mí, es más que un símbolo.
-- Ella debe morir en esta casa, se esta muriendo elfo, no te has dado cuenta, ese es el destino del Guardia Gris que mate al Archidemonio.
Le miro a los ojos y veo celos y mucho odio. Después me doy la vuelta y deposito el cuerpo de Tzvi en brazos de uno de los cazadores. Vuelvo a mirar a Alistair y le digo.
-- Alistair, quieres mi vida, tómala. No me resistiré, haz lo que quieras conmigo. Pero deja que se lleven a Tzvi.
-- Por supuesto que tu vida es mía elfo y la de ella también, tengo que cobrarme todas las humillaciones a las que me sometisteis, los dos.
-- ¿Alguna vez la amaste Alistair? ¿Cuántas veces te salvo la vida?
-- Eso ahora no importa. Se esta muriendo, es como si ya estuviera muerta. Y ahora es mi hora para cobrarme la justa venganza sobre ti, ya que sobre ella no puedo, bueno quizás ha recibido lo que merecía. Llevarle a la mazmorra del fuerte Drakon. – hace una seña a los guardias y estos se adelantan a cogerme.
Miro a los guardias con total desapego y sonrió a Alistair.
-- Si me matas Alistair, me harás un favor, si Tzvi muere… no tengo razones para seguir viviendo, y si no la cura la custodia morirá. Nunca la dije que la amaba, por que no se sí lo que siento por ella se pueda llamar así, pero daría mil veces mi vida por la de ella. Sin embargo a ti, te lo he oído varias veces decírselo, ahora comprendo mejor que nunca lo que significa esa palabra, nada.
-- Basta elfo… tú me la robaste, desde que apareciste ella se fue contigo, me dejo por que tú la engañaste y la engatusaste, ella es mía y morirá aquí y ahora.
Intento desviarle la atención de Tzvi hacia mi, no se si lo conseguiré.
-- Si Alistair te la robe y no me arrepiento, pero fui yo quien te hizo el mal, entonces ¿Por qué ella debe morir? Déjala marchar y me tendrás para ti.
-- No elfo, no morirás tan rápido como crees, te haré pagar cada día que me engañasteis con sangre. Tzvi volverá a morir en su habitación en el castillo, y da gracias que no decida torturarla a ella también.
-- Entonces luchare y lo haré hasta el final, solo me entregare si la dejas marchar.
En ese momento la Custodia se adelanta a todos y su voz es casi como el viento, abriéndonos un camino entre la guardia, Alistair y la puerta de la calle.
-- Salgamos de esta ciudad humana, seguirme.
El cazador al que le había dejado en custodia a Tzvi, me la devolvió en el momento en que salimos a la calle. Nadie nos detuvo, salimos a la plaza y en pocos minutos habíamos dejado Denerim atrás.
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No recuerdo nada, solo dolor y la presencia de Zev, en un momento sentí que le perdía y grite en mis pensamientos, que no se alejara, luego volví a sentirlo cerca de mí, pero eso es todo.
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