Capítulo 25
Después de una monumental bronca dijo que teníamos que partir hacia Risco Rojo, que él iría con Eammon a caballo y que nosotros les siguiéramos. Que se estaba concentrando el grueso de los engendros tenebrosos cerca de Risco Rojo. Así que partimos sin demora hacia allí.
Fueron tres días de marchas forzosas, curiosamente Wynne y Leliana terminaron viajando con nosotros, se ve que no tenían alcurnia para que se les concediera un lugar en el sequito del Arl de Risco Rojo.
Como viajábamos sin tiendas de campaña, teníamos que dormir al aire, a mi no me molestaba, ya casi estaba acostumbrado, dado que cada vez que Tzvi y yo salíamos de viaje terminábamos durmiendo al aire. Todas las noches ponía la colchoneta y Tzvi ponía la suya al lado, dormíamos juntos, eso era todo, pero a mi me reconfortaba tenerla cerca, ninguno de nuestros compañeros dijeron nada, aunque Oghrem me lanzo alguna que otra mirada sonriente, como diciendo, “ya te lo había dicho elfo”.
Cuando llegamos al pueblo de Risco Rojo estaba invadido por engendros tenebrosos, tuvimos que abrirnos paso hasta el castillo. Una vez dentro descubrimos que Riordan había llegado con muy malas noticias, el Archidemonio se encaminaba directo hacia Denerim iba a destruir la ciudad, en dos días, algo que debíamos evitar a toda costa, pues si caía Denerim el resto de Feraldan iría detrás sin remisión.
Por primera vez en mi vida sentí miedo, muchísimo miedo, no lo sentía por mi, pero quería sacar a Tzvi de aquella sala, llevarla muy lejos y hacer que se olvidara de todo, pero solo podía estar a su lado y escuchar las malas noticias ver como ella, se ponía de acuerdo con Riordan en la forma en que tendríamos que llegar a Denerim lo antes posible.
Al finalizar la reunión Riordan pidió a Alistair y a Tzvi que fueran hablar con él, sobre un asunto de los guardias grises.
Me retire a la habitación que me habían asignado y me quede a esperar, mientras todos mis instintos me decían que saliera corriendo, que cogiera a Tzvi y nos escapáramos.
Mientras mi mente se empeñaba en mostrarme los recuerdos de los tres días que pasamos en la posada, no pude dormir en toda la noche, mis pensamientos saltaban de los recuerdos de esos días, ha la inminente lucha que nos aguardaba en Denerim.
La mañana siguiente comenzó la marcha forzosa hacia Denerim, me pegue a Tzvi, no iba a permitir que nadie me separara de ella. Los pocos descansos que tuvimos, la cogía o me cogía ella de la mano, fue lo único gratificante de todo el viaje, aunque yo no dejaba de mirarla, no quería perderla de vista.
Hicimos el camino en dos días, aunque normalmente se tardan tres o cuatro, cuando llegamos a las puertas de la ciudad, esta había sido invadida, tuvimos que abrirnos paso hasta las puertas.
En un momento de debilidad mire hacia el acantilado, donde había estado la posada, esta ya no existía, solo había una hoguera en su lugar, me estremecí, no quería pensar que nosotros correríamos la misma suerte.
Después de una cruenta batalla en las puertas conseguimos liberarlas de la presencia de los engendros tenebrosos, Tzvi, Riordan y todos nosotros nos reunimos para decidir que haríamos a continuación.
Riordan le dijo a Tzvi.
-- Coge a Alistair y a dos mas, un grupo pequeño le será mas fácil conseguir llegar a lo alto de la torre del fuerte Drakon, recuerda que hay dos generales en la ciudad si puedes terminar con ellos mejor, así evitaremos que cuando el Archidemonio este apunto de morir los convoque.
-- De acuerdo. Así lo haré. Bien Alistair, Morrigan – ahí la corte y le dije.
-- Tzvi, no te voy a dejar entrar sola, el cuarto soy yo, te seguiré hasta la muerte, ya lo sabes.
Me pone la mano en la mejilla y me mira, con esa mirada que dice tantas cosas.
-- Lo se Zev, por supuesto puedes venir.
No lo puedo remediar y la abrazo besándola, me importa poco quien este mirándonos.
La digo.
-- Que los Dioses sean clementes hoy.
-- Espero que lo sean Zev, pero si no es así, recuerda lo que hemos hablado. Vamos nos esperan.
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Riordan nos convoco a una reunión privada solo para nosotros tres, pues se trataba de un secreto de los guardias grises, el secreto era mortal, como me había temido la muerte del Archidemonio estaba vinculada a la infección que nosotros transportábamos al igual que los engendros tenebrosos, para matar al Archidemonio, debía ser un guardia gris pues este transportaría su alma o esencia al guardia y los dos morirían. Riordan se ofreció a matar él al dragón, pero si el fallaba, debíamos ser uno de nosotros dos.
Después de soltarnos toda esa información nos invito a que nos fuéramos a dormir, seguí a Alistair hasta su habitación y allí le obligue a jurar por su Dios y por su capilla, que respetaría la vida de Zev, si tenia que sacrificar mi vida matando al archidemonio.
Cuando volví a mi cuarto me encontré con Morrigan, por fin sabría su verdadero objetivo al seguirnos durante tantos meses. Por lo que me contó, no era necesario que muriera un guardia gris en el ritual de matar al Archidemonio, ella conocía un rito de magia sexual por el cual se quedaría embarazada y el feto llevaría la infección, por lo que atraería al espíritu del viejo dios hacia el feto este absorbería la esencia del dios sin morir.
No lo dude, a pesar de haber forzado a Alistair a jurar en nombre de su dios, no me fiaba de que lo mantuviera, le dije a Morrigan que lo intentaría con todas mis fuerzas, pero que sino lo conseguía, podíamos hacer dos cosas. Una que ella se transformara en mí y sedujera a Alistair, seguro que caería en la trampa, la segunda posibilidad era un poco más difícil de hacer, pero pensé que podría llegar hacerla.
Le explique que tenía poderes mágicos pero que jamás había tenido entrenamiento de mago, solo sabía algunas pocas cosas, como sanar algunas heridas y algunos hechizos menores que había ido aprendiendo por mi cuenta en solitario. La recordé que en la torre de magos había dejado a una maga de sangre en libertad, también la dije que sabia donde estaba esta maga y que me había enseñado algunos trucos, que podría llegar a dominar a Alistair para que se acostara con Morrigan.
Al final no hizo falta, conseguí convencer a Alistair usando todo mi poder de persuasión de que era bueno que se acostara con Morrigan, ya que esta estaba enamorada de él, la verdad es que me invente la historia mas increíble para no decirle la verdad, pero curiosamente la historia coló perfectamente y accedió a acostarse con ella.
Me retire a mi habitación hasta la mañana siguiente, pensé en ir hasta la habitación de Zev, a decirle lo que sabia ahora, pensé en huir con él al fin del mundo, pero al final no hice ninguna de las dos cosas, no podía huir de mi obligación pues jamás me perdonaría la muerte de todas esas personas y no podía contarle la verdad de lo que había descubierto a Zev, por que no quería hacerle sufrir todo el tiempo hasta que el Archidemonio muriera, por que tampoco sabia si el rito de Morrigan tendría algún efecto o como seria el efecto.
Durante los dos días que tardamos en llegar a Denerim estuve muchas veces tentada de decírselo, pero cada vez que le miraba a los ojos, sentía que moría un poco cada vez, no podía cargarlo con esa información. Si al final moría, seria terrible para Zev, sabia que él moriría conmigo, pero como le había dicho a Alistair, nuestros deseos son una cosa y las obligaciones otras muy distintas.
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