viernes, 12 de marzo de 2010

Historia de Kohav - Capítulo 12

Capítulo 12

Cuando volví a mi habitación encontré a Morrigan esperándome junto al fuego, si bien nos habíamos llevado bastante bien, nunca habíamos sido grandes amigas, por lo que me extraño verla en mi habitación.
Nada más entrar me dijo que sabía como tenia que morir un archidemonio y también sabía que en el proceso se necesitaba el sacrificio de un guardia gris. Pero que eso no tenia por que ser así, que ella podía hacer un ritual de magia sexual y podía evitar la muerte de los guardias grises, por que ella engendraría a un niño esa noche con la infección, un niño que llamaría al alma del archidemonio, el niño absorbería el alma pero no moriría en el proceso, sino que le daría la oportunidad al espíritu del viejo dios a renacer sin la infección y evitaría que el guardia gris que lo matara muriera con el.
Pero evidentemente conmigo no se podía acostar, teníamos que convencer a Alistair de que se acostara con ella. Estuve de acuerdo desde el primer momento, aunque no me quedaba muy claro si conseguiría convencer a Alistair para que lo hiciera. Lo convencí, aunque la verdad es que lo engañe, no le dije ni la mitad de lo que me había contado Morrigan, solo que era un ritual de magia antigua, evite por todos los medios la mención a la magia de sangre que tanto el templario en el temía, tampoco le dije que de ahí saldría un bebe, no necesitaba conocer todos los detalles. Según Morrigan con una sola noche de sexo bastaba, yo le dije, que con Alistair, una sola noche bastaba para muchas cosas, pero creo que jamás entendió la ironía.
Después de dejarlos solos, volví a mi cuarto a intentar descansar, pero me pase la noche despierta, recordando otra noche no hacia mucho tiempo.
No sabía si el rito de Morrigan realmente fuera tan seguro como ella creía, sino lo era, mañana moriría algo que tampoco me asustaba mucho. Realmente estos últimos días, se me habían hecho insoportables, no podía mirar a Zevran y no recordar lo que había sentido o lo que sentía por él. Casi había huido de su compañía, algo que jamás me había pasado, pero a la vez que sentía ganas de huir y esconderme, también quería tenerlo cerca. Pero había sido sabio tenerlo apartado de mi, si mañana moría, seria solo una amiga mas muerta, intentaría que mañana se quedara en el lugar donde estuviera mas seguro, aunque odiara no verlo, era mejor para él. Después pensé que debería escribirle una carta a Zevran, contándole toda la verdad, se la podía dar alguna sirvienta de la casa del Arl. Si yo moría, era mejor que supiera la verdad, aunque también me parecía cruel, hacer algo así, al final escribí la carta, pero jamás se la entregue a nadie.
Es curioso, no me había acordado de la carta, cuando desperté no estaba en mi peto, ni en ningún sitio de mi habitación, es posible que se me cayera en los múltiples combates que tuve que vivir ese día, sino la habría encontrado donde la deje esa noche, en el bolsillo de mi peto.
Antes de que amaneciera partimos todos hacia Denerim, íbamos a marchas forzadas teníamos que llegar a sus puertas cuanto antes. Cualquier retraso podría suponer la caída de la ciudad entera. La llegada fue terrible tuvimos que abrirnos paso entre una muralla de engendros tenebrosos. Después de que nos organizáramos dentro, quedamos en que un grupo pequeño se movería mas fácilmente hacia el fuerte, en la parte mas alta de Denerim, desde allí podríamos tener alguna posibilidad de atraer al archidemonio hacia nosotros, Riordan iría en solitario a intentar alcanzarlo desde otro punto de la ciudad.
Tenia que elegir entre mis compañeros a quien me iba a llevar, Zevran se puso delante de mí y me dijo.
-- No me vas a dejar aquí, ¿verdad?
Esa había sido mi primera decisión pero al mirarle a los ojos, me di cuenta que no podía dejarlo atrás.
-- Si es lo que realmente quieres Zev, ven conmigo. – le puse la mano en la mejilla y él puso su mano encima de la mía, nos miramos un momento y después se fue, creo que de todos era el único consciente del peligro que corríamos.
Morrigan tenía que venir con nosotros, además necesitábamos su magia para tener alguna posibilidad contra los engendros tenebrosos mágicos. Alistair también tenia que venir, era un guardia gris antes que un rey.
Los cuatro partimos hacia el fuerte Drakon que estaba al otro lado de la ciudad. Fueron combates difíciles, pero conseguimos llegar hasta lo alto del fuerte, el archidemonio había caído, Riordan no lo pudo matar pero si había conseguido rajarle un ala, eso hizo que no pudiera volar y tuviera que tomar tierra en el lugar más cercano, la torre del fuerte Drakon.
Al salir al techo de la torre vimos al archidemonio como se merendaba a los soldados que le atacaban, no me lo pensé dos veces me lance contra él, solo un segundo antes de golpearlo con la espada, me gire para ver a Zevran que iba detrás de mi y Morrigan que comenzaba a conjurar, mientras que Alistair se centraba en los engendros tenebrosos que iban hacia Morrigan. Maldije y jure, lo habíamos hablado antes, habíamos quedado que Alistair y yo atacaríamos al archidemonio, mientras que Zevran se ocuparía de los engendros que atacaran a Morrigan, pero por lo que se ve el rey tenia otras ideas, que no se molesto en compartir.
No podía cargar sobre el archidemonio por que yo no tenía una armadura adecuada, tampoco podía desviar la amenaza hacia Zevran que llevaba el mismo tipo de armadura, solo Alistair llevaba suficiente armadura para poder aguantarlo, nosotros dos solo teníamos nuestra destreza. Le grite a Alistair que atacara al archidemonio, mientras intentando distraer al bichito en cuestión me subí por su escamoso cuerpo hasta el comienzo del cuello, mis espadas eran demasiado cortas para que le hiciera suficiente daño, si intentaba atravesar la piel, pero si conseguía llegar hasta la cabeza, ahí estaban los ojos, ese objetivo iba a ser mucho mas fácil de dañar, pero tenia que conseguir que se centrara en el guerrero que estaba luchando contra él, tenia que conseguir que Alistair representara una verdadera amenaza para que el archidemonio se olvidara un momento de mi.
Morrigan seguía curándonos y lanzando hechizos al archidemonio, en un aparte le había pedido que cuidara de Zevran, que si las cosas se torcían lo sacara de la torre, me miro con su típica y enigmática sonrisa y asintió.
Fue Zevran el que me consiguió el tiempo necesario para poder llegar hasta la cabeza del archidemonio, ahí le clave las dos espadas cortas en los ojos, cegándolo totalmente, levanto vuelo conmigo encima para ir a caer un poco mas adelante, justo donde caímos había una espada de dos manos, un arma que yo no he usado demasiado, alguna vez la había usado pero era demasiado pesada y grande para mi, por lo que no era muy experta en ella, pero agarrándola con las dos manos y sacando toda la fuerza que podía, me fui directa contra el archidemonio, cortándole el cuello en vertical lo que conseguí que bajara la cabeza y ahí le clave la espada en la cabeza, apoyando todo mi peso en ella.
Después fue como si mi cuerpo se quemara en una explosión de energía y sentí que mi mundo se iba oscureciendo, pensé que moría, no tuve tiempo para más pensamientos, por que en ese momento todo a mí alrededor exploto, lanzándome fuera del archidemonio. A partir de ahí no recuerdo nada, solo el sueño de los brazos de Zevran rodeándome y su cara preocupada mucho tiempo después, pero no podría decir si fue real o solo un sueño.

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