Capítulo 7
Propuse que nos alojáramos en una posada que había a las afueras de Denerim, parecía la típica posada de mercaderes, seria segura ya que eran gentes de paso, y así poder planificar como lo íbamos hacer, ya que había muchas posibilidades, que cuando entráramos en la ciudad, tanto Alistair como yo tuviéramos problemas.
Zevran se ofreció a entrar a investigar en solitario, me pareció buena idea, me había demostrado que podía confiar en él, sabia que era un compañero fiel, pero también sabia que si lo veían los “Cuervos” tendría problemas, por lo que le propuse ir con él, además quería comprarme algún tipo de armadura de cuero suave, para poder deshacerme de mis ropas de maga, ya que eran demasiado evidentes. Llamaban demasiado la atención y debía de evitarlo, además me servia como excusa para deshacerme de todo lo que pudiera recordarme la torre, fuera lo que fuera.
Alistair como siempre tuvo que poner pegas, según él era peligroso que me fiara del “asesino” como él llamaba a Zevran. La conversación se calentó mucho, os la contare por que fue importante a muchos niveles, aunque lo más importante, es que siguió abriendo la brecha que se había creado entre nosotros dos, desde que salimos de Risco Rojo.
-- Creo que seria prudente que Zevran y yo entráramos primero en la ciudad mañana por la mañana, los dos podemos pasar más desapercibidos, que si vamos todo el grupo. Si no te importa Zevran, podrías dejarme unos pantalones de cuero, con una camisa, ni tan siquiera se darían cuenta que soy una maga, todo el mundo parece creer que tenemos que lucir trajes de muchos colores, para ser magos.
-- Tu no puedes quitarte las prendas que te marcan como lo que eres, esta prohibido, no pienso consentirlo.
-- ¿Y crees que tus prohibiciones me van afectar? Además cuanto tiempo crees que pasaría antes de que la guardia nos pisara los talones. Quizás prefieras que nos detengan a ti y a mí, o has olvidado que tú estas tan ligado a mí como yo desgraciadamente a ti, te voy a decir lo mismo que te dijo Duncan en su día, eres un guardia gris, no un templario.
-- No tienes derecho a nombrar a Duncan, él respetaba mis deseos. Y tienes que ir con ese “asesino”, llévate a Leliana, sino a saber que vais hacer en esa ciudad.
Me le quedo mirando, sin entender cual es realmente su problema, pero de pronto lo comprendí.
-- Lo siento Alistair pero las mujeres, no me gustan y menos cuando tengo un elfo guapo a mi lado. No creo que sea tu problema lo que hagamos los dos, siempre que traigamos la información que necesitamos, ¿no crees? O quizás el problema es que estas celoso.
-- Celoso de ese “asesino” que no es ni tan siquiera un buen guerrero… y además tu me das asco, eres una maga de sangre, por ti no siento mas que desprecio.
-- Entonces señor Rey de Feraldan… ¿Cual es el problema?
-- No quiero que escapéis, no podrás huir de tus obligaciones. Además tienes prohibido acostarte, lo sabes bien.
Me reí, no pude evitarlo.
-- Así que tengo prohibido tener sexo, si no es contigo, claro. Pues antes prefiero acostarme con un engendro tenebroso, que contigo señor humano. Por que hace un tiempo no veías ningún mal en que tuviéramos relaciones sexuales tú y yo, pero por lo que veo ahora si tienes problemas en que yo tenga relaciones sexuales… o ¿por acostarte te refieres hacer tejidos?. Bien creo que esto no es asunto tuyo, ni nada que te concierna. Si hubiera querido escapar o Zevran quisiera irse, podríamos hacerlo en cualquier momento, ¿realmente crees que eres rival para cualquiera de nosotros dos? Por no hablar de nosotros dos juntos, no podrías pararnos si decidiéramos marcharnos. Pero es más productivo, hablar con una piedra, que hacerte entrar en razón, así que puedes pensar lo que quieras. Mañana nos iremos temprano Zevran y yo, si queréis esperar a que volvamos, que seria lo mas racional, esperar. Si queréis entrar e ir por vuestra cuenta y riesgo, no tengo problemas, pero Alistair… no me voy a jugar la vida rescatándote de los guardias de la ciudad, por lo que mi recomendación es que esperes.
Me gire hacia donde estaba Zevran.
-- Zevran te importaría dejarme esos pantalones por favor.
-- No por supuesto, si quieres te los llevo a tu habitación.
Habíamos alquilado dos habitaciones, una para Alistair, Sten y Zevran y la otra para Morrigan, Leliana y para mí, pero yo no tenía ninguna intención de permanecer en la posada y mucho menos en la misma habitación que Leliana.
-- Como quieras, esta bien te esperare en ella. Si es que hemos terminado de hablar Alistair. Por cierto podéis cenar o hacer lo que queráis en la taberna, no andamos rebosantes de oro, pero si podemos comer y beber sin problemas. Sino os importa me iré a la habitación.
Me encamine hacia la habitación que aun no había visto, al entrar para mi sorpresa tenia una ventana que daba justo al acantilado, era agradable a la vista, estaba sola, ya que Leliana y Morrigan aun no habían venido, así que me senté en el quicio de la ventana a esperar a Zevran, este no tardo en venir con los pantalones y una camisa.
-- Gracias Zevran, te los devolveré mañana, es grato poder desprenderme de estas prendas, que he llevado desde que tengo memoria.
Le sonrió, la verdad es que me encanta verle feliz y en muy pocas ocasiones lo he visto, siempre sonríe, pero su sonrisa poquísimas veces llega a sus ojos.
-- Tú también has estado en una jaula de oro, ¿verdad?
-- Si, quizás no tan opresiva como la tuya, ni tan terrible, pero si. La torre es una jaula de oro, custodiada por templarios como Alistair. Ellos son los que deciden que será de ti, para bien o para mal, da igual lo que tú puedas sentir, pero no tengo derecho a quejarme delante de ti, tú lo has pasado mil veces peor. Por eso odio estar encerrada, creo que me cambiare de ropas y me iré a pasear por el acantilado, prefiero el aire libre que las paredes, ya he tenido mas que suficientes paredes.
-- ¿Te puedo acompañar o prefieres ir sola?
-- Si quieres venir si por supuesto Zevran, tu compañía siempre es bienvenida.
Me comienzo a desnudar para cambiarme de ropa, la verdad es que cuando has vivido en un dormitorio en que hay tanta gente, pierdes cualquier tabú que puedas tener con respecto a la desnudez, además había aprendido que Zevran no tenia muchos tabú al respecto, así que me cambie de ropa, me puse los pantalones y la camisa, aunque los pantalones tuve que atármelos con una de las cintas de mi traje de maga, por que evidentemente me venían grandes. Así que me gire hacia la ventana donde había estado Zevran y me lo encontré a mi lado, le sonreí para evitar que se notara mucho mi sonrojo, soy pelirroja, por lo que mi piel suele sonrojarse con mucha facilidad.
-- Bueno no me quedan igual que a ti, pero es mejor que mis ropas.
-- Me gusta como te quedan, cuando quieras podemos irnos, no creo que Morrigan y Leliana tarden mucho en venir.
Pensé, “y a mi me gustas tú, mucho más”, pero lo deje en…
-- Si vamos, por la ventana mejor que por la puerta, no quiero dar ningún tipo de explicación.
-- Bien déjame que salte yo primero, así te ayudare a bajar.
Asentí, sin contestarle de palabra, su cercanía me trastornaba siempre y no quería que me lo notara en la voz. Salto por la ventana y me deslice ha sus brazos, la verdad es que fue una tontería, debería haber sabido lo que me iba a ocurrir. A pesar de las ropas que nos separaban, mi empatía junto con mi deseo de Zevran, se multiplico exponencialmente, tanto que tuve que hacer un verdadero esfuerzo para que no lo notara, pero aun así no pude contener un gemido.
Me sonríe picaronamente y me pregunta.
-- ¿Estas bien?
-- Si, mejor que nunca. Por cierto – empecé hablar para evitar que se fijara en mi – gracias por haber estado ahí el otro día, realmente aprecie tu compañía.
Me contesto y seguimos andando, hacia el acantilado, para mi era la primera vez que veía el mar y me enamore de su belleza. Pasamos la noche hablando, me contó muchas cosas de su vida con los “Cuervos”, y yo le conté muchas cosas de la torre, incluso cosas que no eran publicas, es un buen oyente, al final de la noche nos dormimos juntos sobre la arena, ya que habíamos bajado por las rocas hasta el mar mismo, nos despertó el alba, había sido la mejor noche de mi vida y me desperté desando muchas mas noches como esa. Sus brazos estaban a mí alrededor, abrazándome y dándome calor, fue simplemente genial.
Le iba a despertar, pero me gustaba poder mirar su cara, sin la mascara que normalmente llevaba puesta, verle relajado, le hacia mucho mas hermoso, de lo que parecía cuando estaba despierto, quise besarle, pero no me atreví, en la noche que habíamos pasado juntos, había aprendido que siempre habían abusado de él, de hecho se consideraba un objeto, mas que una persona, siempre era el ser prescindible, si realmente quería llegar a conocer su corazón, debía demostrarle que era mucho mas imprescindible de lo que él creía. Así que le acaricie el pelo y lo desperté suavemente, abrió los ojos y me miro sonriente, su sonrisa se reflejaba en sus ojos, haciéndolos irresistibles.
-- Zev, tenemos que irnos a la ciudad.
-- Si cierto, vas a avisar a los demás.
-- No Zev, de hecho… he estado pensando mucho, sobre los demás compañeros, ya te lo diré cuando consiga ponerme de acuerdo conmigo misma. ¿Necesitas algo de la posada o podemos irnos desde aquí?
-- Lo que necesito lo tengo conmigo, vamos si quieres.
Se pone de pie de un salto y me da la mano para que me levante, después de mirarme intensamente, dice.
-- Tu pelo es muy bonito, pero también es muy llamativo.
-- Si lo se, he pensado en teñirlo de negro, creo que podría hacerlo con un hechizo, no será algo permanente pero servirá para cuando entremos en la ciudad.
Me pasa la mano por el cuello, produciéndome mil escalofríos, le miro perpleja.
-- Zev… Zevr…
No me deja hablar por que siento sus labios junto a los míos, le abrazo y le devuelvo el beso perdiéndome en el, cuando ha terminado el beso, apenas soy capaz de abrir los ojos, es la primera vez en mi vida que me han besado y me siento como si estuviera en el cielo, pero mis piernas son de goma, no tienen fuerza para sostenerme, así que me siento en el suelo.
-- Neshi, ¿te ha molestado? ¿Te sientes bien? Perdona pero has sido toda una tentación, no quería ofenderte.
-- No Zev, no me has molestado… solo… solo que… que es la primera vez, que me besan, no… no… no sabia que se sentía así o quizás es que contigo se siente así. Pero definitivamente me ha gustado.
Me levanto sonriéndole, para ocultar la vorágine de sentimientos que en ese momento siento.
-- Pero mejor seguimos camino, si te parece bien…
Le miro y por un segundo veo en su cara un reflejo de timidez, sus ojos se desvían de los míos, siento la vulnerabilidad que existe dentro de Zevran, pero solo es un segundo, cuanto se da cuenta vuelve a cubrirse con su mascara, creo que no se ha dado cuenta que le he visto o quizás solo hayan sido imaginaciones mías, quizás deseo ver algo en él que realmente no existe, pero tal cual es realmente me gusta, pero presiento que ese otro Zevran existe, aunque cubierto por años de dolor y sufrimiento, cubierto para que nadie pueda verlo, he estado equivocada muchas veces, pero en esto, estoy segura.
La verdad es que me es más fácil analizar a Zevran, que reconocer mis propios sentimientos, a él le acondicionaron para que no tuviera sentimientos, yo me acondicione para no tenerlos, en cierta forma somos muy parecidos, esa similitud ha creado una comprensión del otro, mayor que la que he tenido con nadie, ni tan siquiera con Jowan.
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Cada vez que escuchaba hablar a Alistair, se ganaba un poco mas de mi antipatía, no podía remediarlo, no entendía muy bien por que se comportaba de esa manera con Neshama, podía entender que sintiera celos. El problema real, es que no parecían celos de una persona que esta enamorada de otra, era más bien que se consideraba en el derecho de dirigirla, controlarla, usarla y utilizarla para sus propios fines.
He conocido muchos tipos de personas a lo largo de mi vida, y pocas veces he odiado a alguien, siempre había conseguido sobrevivir entre seres odiosos, pero cada día que veía o escuchaba a Alistair, conseguía que poco a poco lo odiara. Aborrecía la forma en que le hablaba a Neshama, aunque ella normalmente procuraba ser amable con él, aunque si es cierto que era dura, pero los momentos que vivíamos no eran suaves ni tiernos, era necesario endurecerse para poder hacer frente a la guerra que venia.
Nunca había tenido muchos tratos con Templarios, pero si esa era la forma de comportarse, no podía llegar a imaginarme lo que debió de ser la vida de Neshama, aunque ella siempre intenta minimizarlo, pero la verdad es que cada vez que lo imaginaba, se me hacia insoportable. Mi vida fue muy difícil, jamás me he quejado de ello y nunca lo haré, pero aun en mi situación tuve mas libertad que Neshama, estar en una cárcel durante 20 años, cuando solo se tiene 24, debe ser insufrible.
Estuve presente cuando descubrió por primera vez en su vida el mar, su semblante reflejo su felicidad y sus ojos chispearon de alegría, en ese momento me prometí, que si conseguíamos vivir lo suficiente, la llevaría a conocer todo aquello que le había sido negado.
Ese pensamiento me confundió todavía más de lo que ya estaba, por que cada segundo que pasaba a su lado, sentía la necesidad de su proximidad, en ese momento ya no podía vislumbrar un futuro sin ella. Curioso ahí junto al mar, fue la primera vez en mi vida que pensé en un día después, nunca lo había hecho, como he dicho antes aprendí, a vivir el día a día, pero incluso en ese momento en que apenas la conocía, desee que hubiera un mañana.
Cuando nos besamos la primera vez, me di cuenta que me estaba perdiendo a mi mismo, me estaba perdiendo en ella, tuve miedo, no estaba acostumbrado a tener sentimientos tan fuertes, pero solo podía dejar que el destino decidiera que hacer, por que no quería separarme de ella, pero tampoco entendía los sentimientos que me producía. Escondí lo mejor que pude la vorágine de sentimientos que me embargaban.
El problema es que Neshama es la tentación misma, he conocido muchas mujeres y hombres mucho mas sexy, pero la inocencia, la picardía, la valentía que mostraba, la hacia irresistible.
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