Capítulo 22
Al término de una hora habíamos partido, Leliana, Alistair, Morrigan, Zevran y yo, atrás quedaban Sten para vigilar a Wynne, y Wynne muy enfadada y contrariada por haberla dejado en el campamento, pero nada podía hacer, no iba a consentir tenerla cerca de mí en ninguna batalla, así que esperaba que se fuera acostumbrando al campamento, por que iba a quedarse como si fuera un árbol, plantada allí.
Como supuse tardamos un día y medio en llegar hasta la fortaleza de Ostagar, nos encontramos algunos grupos de engendros tenebrosos por el camino, pero nada que supusiera un gran peligro, al llegar a la fortaleza, esta había sido convertida en el campamento de paso de los engendros tenebrosos.
Con un poco de astucia, pudimos colarnos entre los campamentos que estaban muy dispersos, los que no pudimos evadir, los aniquilamos, realmente los engendros tenebrosos simples, no suponen una gran amenaza para ningún Guardia Gris que no esté herido. La verdad es que juegan con ventaja, ya que la mayor parte de las criaturas que luchan contra ellos, enanos, elfos y humanos, tienen más miedo a ser infectados que realmente a que los maten, la sangre de estos seres contiene la infección que los crea, pero cuando topan con Guardias Grises, ellos ya tienen la infección, por lo que el temor a contagiarse no existe, eso nos da cierta ventaja en la batalla.
No tardamos en llegar a la parte alta de la fortaleza, donde había residido el grueso del ejército. La exploramos concienzudamente, apenas hallamos algunas cosas, que habían pertenecido a los Guardias Grises, encontramos la copa que usamos en la iniciación, la verdad es que la guarde sin dejar que nadie más la viera, quería quedármela. Había cadáveres por todos los lados, aunque no tantos como debería haber habido, mejor no explayarse con respecto a lo ocurrido con los cadáveres que no estaban. Los que estaban se habían congelado hacía mucho tiempo y casi permanecían igual que cuando fueron abatidos.
Le propuse a Alistair reunirlos y enterrarlos o quemarlos, que era la forma ritual que los humanos preferían, dijo que tardaríamos mucho tiempo. Era verdad pero también se merecían que les honraran, pero no discutí, todos los caídos eran humanos, me pregunte donde habrían ido a parar los cuerpos de los elfos que estaban sirviendo a la tropa cuando se dio el ataque, quizás les dio tiempo a escapar con los magos. Ya que estos en su mayoría habían sobrevivido. No quise profundizar demasiado en este pensamiento, no nos llevaba a ningún lugar.
Al entrar en el puente que comunicaba las dos montañas, vimos a lo lejos una construcción propia de los engendros tenebrosos, nos acercamos a ella y cuando estábamos a corta distancia nos dimos cuenta que habían clavado al Rey Cailan en la estatua, para terminar de darle forma. Lo habían desnudado y colgado ensangrentado, congelado, la verdad es que era una imagen desalentadora, pero lo que más gracia me hizo, y en ese momento no estaba con ganas de reír, fue que Alistair inmediatamente propuso que lo quemáramos en una pira mortuoria, ya que era el rey de Feraldan.
-- O sea, que para el rey sí que tenemos tiempo, pero no para el resto de los soldados que murieron, tan honorablemente como el rey o más honorablemente. No Alistair. Como no hay pira para los soldados, tampoco la hay para el rey. Hemos venido a buscar a los caídos Guardias Grises, nosotros no tenemos nada que ver con el rey.
-- Pero él es mi hermanastro…
-- Seguro que le tienes mucho amor por ello. Vamos Alistair, vamos a buscar a Duncan o ya has olvidado, las lagrimas que derramaste por tu mentor.
Se enfurruño poniendo cara de niño contrariado. No le hice ni caso, continué hasta la torre Ishal.
Aquí se necesita una pequeña explicación.
El día de la defensa de Ostagar, Loghain debía atacar a los engendros en el momento en que se encendiera la hoguera que estaba en lo alto de la torre y que era visible desde cualquier lugar del campo de batalla. Por alguna razón desconocida los engendros tenebrosos atacaron la torre, aunque a nivel estratégico, no tuviera ninguna importancia, era como si supieran que debían evitar el encendido de la hoguera, como le sugerí a Alistair ese día. Aunque yo sospecho incluso hoy en día, que de alguna manera Loghain les indico el camino a la torre, para justificar su marcha por no haber encendido la hoguera, pero esta se encendió. Alistair y yo fuimos los que conseguimos llegar a lo alto de la torre y la conseguimos encender, después de un arduo combate con uno de los gigantes engendros tenebrosos. Por lo que luego me contó Morrigan, Loghain había huido del campo de batalla abandonando al Rey y a todos sus soldados, Guardias Grises a una muerte cruel o a un destino muchísimo peor.
El día que retornamos me había propuesto averiguar cuánto de mis sospechas podían ser ciertas. Registramos toda la primera planta de la torre, en ella el día del ataque habían abierto un agujero en el suelo, algo bastante sospechoso para poder hacerse desde abajo, que era donde estaban los engendros. No conseguimos encontrar nada que inculpara a Loghain, pero jamás podré abandonar la sospecha que ese agujero fuera hecho desde arriba, con la intención de darles un camino secundario a los engendros. Ese camino posiblemente fuera el responsable del resultado de la batalla, junto con el abandono de las tropas de Loghain.
Han pasado muchos años de aquellos acontecimientos, y jamás he podido darles una explicación razonable, quizás como dijo Flammeth en su momento. “Las sombras más oscuras se esconden en el corazón de los humanos”. Sea la explicación más lógica.
Volviendo a la historia. Bajamos por el agujero que había ayudado a los engendros tenebrosos, a subir hasta la fortaleza. Encontramos que había un seudo templo, debajo que daba justo a donde estaba el campo de batalla. Allí encontramos uno de los gigantes que acompañan a los engendros estaba muerto y congelado, pero tenía las espadas de Duncan clavadas, también más adelante encontramos el escudo de Duncan, se lo di a Alistair, a ver si conseguía hacerle comprender las cosas, en la pira de objetos donde encontramos el escudo, también estaba la armadura del rey y su espada, algo que gustosamente se la cedí a Alistair. Pero si me quede con la espada corta y la espada larga de Duncan, y una daga, esta última me la quede yo, me la puse en el cinturón, el resto de las armas se las di a Zevran.
Hasta ahí parecía que todo había ido bien, Alistair después del incidente por el cuerpo del rey, parecía haberse recuperado, lloro cuando vio el escudo de Duncan. Entendí el dolor que podía sentir e intente consolarlo lo mejor que pude. Buscamos por todos los lados, no encontramos más cosas de Duncan o de los demás Guardias Grises que estaban en la batalla, junto al rey, todos sus cuerpos habían desaparecido.
Le propuse a Alistair que volviéramos a subir y quemáramos en una pira mortuoria a todos los cadáveres que nos habíamos encontrado, no solo al rey. La razón por la que hice esa petición por segunda vez, es que los engendros tenebrosos suelen comerse a los muertos y a los heridos, sinceramente prefería no tener que cargar eso, sobre mi memoria. Al final accedió, después de retorcerle bastante el brazo, conseguí que fuera una pira para todos los caídos que encontramos. Una vez concluido nuestra macabra labor, volvimos a partir hacia la espesura de Kokari, que era el camino de retorno al campamento.
Cuando estábamos en la frontera con el Bosque de Brazilia. Los engendros tenebrosos nos emboscaron, no eran pocos y además contaban con muchos engendros tenebrosos mágicos. La batalla fue cruenta, pero cuando estaba a punto de concluir, sentí que me clavaban un puñal, al principio pensé que habían herido a alguien del grupo, por la forma en que lo sentí, pensé que el herido era Zevran. Pero después todo se oscureció y en el último segundo, comprendí que la herida era yo.
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Ese día fue uno de los momentos más terribles que me han tocado vivir.
Estaba luchando junto a Alistair contra unos cuantos engendros tenebrosos, creímos que eran los últimos que quedaban. Detrás de nosotros Morrigan y Neshi luchaban contra los engendros mágicos, mientras Neshi también nos iba sanando según lo íbamos necesitando. Leliana quedaba para proteger a Morrigan y a Neshama, si era necesaria más ayuda solo tenía que avisarnos y acudiríamos, ya que normalmente no nos separábamos demasiado, para no darles ventajas alternativas a los engendros. Era la estrategia que habíamos llevado desde el principio y parecía funcionar bien, hasta ese momento.
Mi concentración estaba en la batalla, cuando de pronto me sentí solo, vació. No sé bien cómo explicarlo, pero mi concentración se rompió, por lo que mire hacia atrás, donde debían de estar Morrigan, Leliana y Neshi, pero mis ojos solo buscaron a Neshama, vi el resplandor del pentaculo mágico que creaba para expulsar a cualquier enemigo, ella estaba caída en el centro del pentaculo.
No recuerdo bien que paso, solo sé que estaba luchando y al momento siguiente corría hacia donde había caído Neshama. Me arrodille y la gire para ver dónde estaba la herida, tenia clavado un daga en la espalda. Mi corazón se volvió loco y me forcé a concentrarme para poder pensar claramente, me di cuenta que aun respiraba, aunque débilmente, volví a mirar la daga y conseguí ver que esta se había quedado trabada en la camisola de malla, que la había sugerido que llevara puesta. Pero aun así había conseguido penetrar lo suficiente como para herirla de gravedad, pero no para matarla, como había sido la intención de quien la había atacado.
Volví a posar mis ojos sobre el pentaculo que seguía fluyendo, no entendía nada. Ya que este pentaculo mágico tenía la facultad de expulsar a cualquier enemigo, se lo había visto usar muchas veces, en otros muchos combates. Mi mente se preguntaba una y otra vez ¿Cómo el enemigo había conseguido entrar dentro?, la respuesta que me llego de mi cerebro, me costaba aceptarla. No había sido atacada por ningún enemigo, ¿entonces quien la había atacado?
Mientras mi mente corría, haciendo cálculos sobre el enemigo invisible, mis manos me temblaban pero debía sacar la daga o no habría manera de sanar la herida. Volví a forzarme a dejar mi mente en blanco y a concentrarme en la herida de Neshi, conseguí que mis manos dejaran de temblar y le pude sacar la daga. En ese momento retorno Alistair y Morrigan, no veía por ningún lado a Leliana. Morrigan se arrodillo a mi lado y me miro.
-- ¿Cuan profunda es la herida?
-- No lo sé – me costaba hablar, me di cuenta que tenia seca la garganta, y que el miedo atenazaba mis sentidos. – Pero tenemos que sacarla de aquí, en el campamento podremos sanarla, aunque habrá que hacer algo para cortar la hemorragia. Alistair recoge las mochilas, tú y Leliana podéis llevarlas, yo llevare a Neshi.
-- Espera Zevran, tengo algunas hierbas que pueden cortar la hemorragia. Toma este emplaste. – Dijo Morrigan – iré detrás de ti, guardándote las espaldas. – me hizo una seña, que entendía por donde iban mis pensamientos.
-- Esa herida no es nada, Wynne puede sanarla, si yo quiero que así sea. – dijo Alistair – Pero ahora quien da las órdenes aquí soy yo, no tu asesino.
En ese momento sentí que Neshi, intento levantarse hacia mí. La mire apenas tenía los ojos abiertos. Me agache para escuchar lo que estaba diciendo.
-- na… Zev, no dejes que Wynne lance un hechizo, no lo permitas, por nada del mundo. No te fíes de…
Volvió a perder el conocimiento y volví a sentir el vació absoluto dentro de mí, me costó reprimir el sentimiento de angustia que me ahogaba. Levante la cabeza, al escuchar la voz de Leliana.
-- Esta muerta o lo estará dentro de muy poco, no veo la necesidad de cargar con su cuerpo hasta el campamento. Solo nos lastrara, hay que ser prácticos. Tenemos que salir de aquí lo antes posible, ya que por aquí suelen pasar elfos Dalishanos y no tienen fama de ser muy pacíficos, además de los engendros tenebrosos.
-- ¿Leliana estas sugiriendo que la dejemos aquí, que la abandonemos? – me miro cuando la hable, mi mirada de odio, debió darle suficiente miedo para que retrocediera.
-- Tu no pintas nada aquí elfo, quien da las órdenes es Alistair. Además seguro que has sido tú quien la ha apuñalado, ¿no es para lo que te contrataron?
-- Bien pues iros, me quedo con ella. – Cerré los ojos, no quería contestarle, pues la única contestación que merecía, era la muerte. – Morrigan, déjame más de esas hierbas antes de irte, por favor.
Se acerco a mí y me dio la bolsa con todas las hierbas y emplastes que llevaba, después se agacho y me susurro.
-- Voy al campamento a por Sten y después volveremos, manteneros vivos.
En ese momento intervino Alistair.
-- Ni tan siquiera te has dignado a negar la acusación de Leliana, tú te vienes al campamento con nosotros, ya encontrare la manera de hacer justicia contigo asesino. Tú la has apuñalado.
-- No, no voy a ir a ninguna parte, me quedo con Neshama, no voy abandonarla. Alistair puedes pensar lo que quieras de mi, se lo que no he hecho, pero ya que quieres saber quien la ha apuñalado, tuvo que ser uno de nosotros, porque el pentaculo estaba activado cuando he llegado hasta ella. Ningún engendro tenebroso ha podido traspasarlo.
-- Tú mismo lo reconoces, que solo has podido ser tú, estoy seguro que solo a ti te permitía traspasarlo.
Intervino Morrigan.
-- No Alistair eso no es cierto, ya que yo suelo estar dentro del pentaculo, es más Leliana que con tanta facilidad a acusado a quien estaba luchando a tu lado, ha pasado varias veces entre nosotras dos, entrando en el pentaculo, yo no estoy tan ocupada como Neshi, por eso puedo fijarme más en lo que nos rodea. Ella solo esta centrada en pelear y sanaros, confía en que el pentaculo la mantenga a salvo de los enemigos, claro que alguien aquí, no es exactamente un amigo. Sinceramente creo que esto no habría ocurrido, si solo permitiera a Zevran entrar en su pentaculo.
Le había quitado el peto y la camisa de malla a Neshi mientras discutía con Alistair y Leliana. La había puesto el emplaste y después la vende rápidamente con una venda que llevaba. Cuando había terminado me di cuenta que Alistair había recogido la bolsa que Neshi solía llevar y estaba recogiendo las cosas para marcharse.
No quería una confrontación en ese momento, prefería que se fueran, presentía que todavía estábamos en peligro, no me gustaba nada el cariz que había tomado la conversación, sobretodo la insistencia de Leliana en que Neshi se estaba muriendo. En ese momento me pregunte más de una vez si no habría sido la dueña de la daga, mis cálculos mentales solo me decían que tenía que haber sido ella, Morrigan no tenía nada en contra de Neshama y era la única que estaba cerca, aparte de Leliana. Disimuladamente me guarde la daga en la bota, quería averiguar más cosas sobre ella, aunque ahora no era el momento para hacerlo.
-- Bien en marcha elfo, iras entre Leliana y yo, no me fió de que no escapes. – dijo Alistair.
Volví a ponerla la camisa a Neshama, después la abrace y la levante, estaba tan pálida, había perdido el color de los labios, aunque su respiración era suave.
-- Cuando digas te sigo Alistair, pero no me iré sin Neshama, ya te lo dije.
Después de decir esto, me puse a caminar, quizás habían planeado matarnos a los dos, que así fuese. Porque fuera como fuera Neshama, necesitaba un lugar donde poder descansar y recuperarse, sino lo conseguía era seguro que moriría, y si ella moría… no me importaba lo que me pudiera pasar. Estaba terriblemente asustado, quería volver a sentirla. Desde que la conocí había sido una presencia constante, es mas siempre había habido una conexión especial, entre Neshi y yo. Pero ahora no estaba y me sentía totalmente abrumado.
Alistair se puso a mi derecha y Leliana a mi izquierda, se ve que me iban a custodiar hasta el campamento, Morrigan recogió mi mochila se la colgó y se puso detrás de mí, sabía por que había elegido esa posición quería guardarnos las espaldas.
Tardamos relativamente poco en llegar al campamento, no me había dado cuenta lo cerca que estaba. Fue un alivio llegar y cuando lo hice, entre en la tienda de campaña de Neshama para acomodarla, cuando me paro Morrigan.
-- Zevran mejor ven a mí parte del campamento, allí tengo más hierbas y emplastes, además con mi hoguera veremos mejor, para sanarle la herida.
La volví a levantar y la lleve hasta el campamento de Morrigan, que estaba apartado del grupo central, allí prepare un lugar donde poder tender a Neshama, y después le quite la camisa, necesitábamos ver realmente hasta donde había sido herida, cuando le había puesto el emplaste lo había hecho casi a ciegas, pues tenía mi atención dividida entre la herida y el resto de las cosas que estaban pasando. La hemorragia había parado, limpie la herida de sangre, para ver la magnitud de la misma. El corte era profundo, aunque no tan profundo como temí al principio, después por intuición abrí la bolsa que Neshi solía llevar siempre con ella, era la bolsa mágica, jamás la dejaba en el suelo. En ella encontré una nota de Ort y lo que parecía un emplaste. Disimuladamente saque la nota y la leí, mientras Morrigan se dedicaba a mirar hacia el otro campamento, sabía que Alistair y Leliana no tardarían en venir a por mí.
La nota era muy breve, solo decía que le pusiera ese emplaste en la herida y que se lo vendara, pero debía hacerlo sin que lo viera nadie más. Así que deslice el emplaste de Ort en la manga de mi camisa y con la otra mano cogí uno de los que Morrigan me había dado, puse el emplaste de Ort primero y después lo tape con el otro emplaste, para que lo cubriera y de esa manera no lo viera nadie, luego solo pude vendarla y esperar a que se diera un milagro y mejorara.
Morrigan se acerco un par de veces para preguntarme por Neshama y para avisarme que Alistair y Leliana habían llegado. No dijeron nada solo comenzaron a dar vueltas alrededor del campamento de Morrigan. Tiempo después vino Sten y se sentó a hablar con Morrigan, para disimular por que había ido hasta allí, pero sabía que había ido para estar con nosotros. El grupo definitivamente había quedado dividido y dudaba mucho que volviera a ser un solo grupo, pero en ese momento la verdad es que no me importo, solo podía pensar en Neshama y en la forma de sanarla.
En esa situación pasamos tres días, fueron los peores días de mi vida, nunca había llorado, no como mínimo desde que tengo recuerdos, pero en esos tres días, me encontré en muchos momentos llorando, mi mente se empeñaba en volver a recordar los momentos que había vivido con Neshi, su sonrisa, sus bromas, sus caricias, su valor, no podía y no quería pensar en que se podía morir. Y solo sabía cambiarle el paño húmedo de la frente para bajarle la fiebre y refrescarla, me sentí impotente ante la situación. Incluso no podía ir a por agua al río, pues nuestros guardianes Alistair y Leliana no me dejaban ni tan siquiera acercarme al río a por agua, así que tuvo que hacerlo Sten, ninguno de nosotros cuatro queríamos tener un conflicto en ese momento, pero la tensión se iba acrecentando, convirtiéndose en algo tangible para todos nosotros. No sabía cuánto tiempo tardarían en acercarse definitivamente al campamento, pero dudaba mucho que esa situación durara el tiempo suficiente para que Neshama se recuperara.
Había vuelto a encontrar otros emplastes en su bolsa mágica, también una venda especial, la verdad es que la herida iba mejorando rápidamente, el corte lentamente se iba reduciendo, solo esperaba que internamente también se estuviera cerrando, pero nada sabía de sanción. Así llegamos a la cuarta noche, justo cuando le estaba poniendo un paño húmedo en la frente abrió los ojos y me miro, comenzó a decir algo pero apenas podía escucharla, así que me acerque más, entonces la oí.
-- Zev cariño, hay agua tengo sed.
Cogí el pellejo donde guardábamos el agua y la ayude a beber, después se volvió a acostar, aunque no antes de cogerme de la mano y llevársela a los labios, al poco tiempo volvió a quedarse dormida, pero esta vez me di cuenta que ya no tenía fiebre. Por lo que me abrace a ella y por primera vez en los cuatro días pude conseguir dormirme, sabía que Sten estaba de guardia, el mismo se había nombrado.
Al amanecer del quinto día, me despertó Alistair, según él debía seguirlo, pues había decido que ya había esperado demasiado, para “juzgarme” por el asesinato de Neshama.
-- Levántate elfo, ya he esperado demasiado tiempo, esta claro que Neshama se esta muriendo y nosotros tenemos trabajo que hacer, aun tenemos que conseguir las cenizas, que esa maga estúpida no quiso buscar en Denerim. Bueno ya ha pagado por sus fechorías, es hora de partir, pero antes tengo que asegurarme que recibes tu merecido.
Sabía que no se estaba muriendo, de hecho era la primera mañana que no tenía fiebre, pero eso no se lo iba a decir a Alistair. Me quede un momento en silencio admirando el semblante de Neshi, después la acaricie la mejilla, retirándole el pelo que se le había pegado a la cara, la bese lentamente, después me levante, en silencio me despedí de ella y de nuestro futuro onírico.
Había llegado el momento decisivo, era mejor que pensaran que Neshi se estaba muriendo, así la dejarían atrás y eso la salvaría. No sabía que podía tener en mente Alistair para mí, pero fuera lo que fuera, debía soportarlo, no podía intentar defenderme, porque eso habría llevado su atención sobre Neshama, y supe que si eso ocurría moriría con toda seguridad, Leliana terminaría el trabajo que había empezado. Ahora no tenía dudas de quien había sido la atacante, aunque no entendía las razones que la habían llevado a actuar de esa manera.
Antes de seguir a Alistair la tape con la manta y me inundo la pena, porque iba a perder lo único que alguna vez me había importado y lo único que había tenido en toda mi vida. Pero era la única opción para poder salvarla. Después le seguí hasta la hoguera del otro campamento.
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