sábado, 3 de julio de 2010

Neshama una bruja diferente 16


Capítulo 16

Sentí que caía al vació, me sentía confusa apenas conseguía pensar, pare en una habitación donde había un niño elfo, muy joven entre 4 o 6 años, penas se le veía en vuelto en harapos y cubierto de suciedad y golpes, su pequeño cuerpo estaba tirado en el suelo, dormido o inconsciente, mi corazón me dijo que era Zevran, me arrodille a su lado con la intención de curarlo, pero justo cuando le fui a tocar, el suelo se abrió bajo mis pies y continué cayendo. Cuando volví a poner los pies en el suelo, estaba en otra habitación, allí volvía a estar el elfo aunque mas viejo, ahora debía de tener como 12 años, corrí para intentar acercarme a él, estaba colgado del techo por las manos, pero cuanto mas me esforzaba en llegar mas lejos estaba, pero otra vez cuando casi le había alcanzado el suelo se volvió abrir bajo mis pies y volví a caer. Fui pasando de una secuencia a la otra de la vida de Zevran, pero por más que me esforzaba por acercarme siempre volvía a caer, nunca podía llegar a acercarme lo suficiente como para poder ayudarle a evitar los tormentos y abusos de los que era objeto.
Cerré los ojos e intente concentrarme, tenia que terminar con esa espiral de pesadillas. Cuando conseguí concentrarme me di cuenta que esto había sido producido por el demonio al que nos habíamos enfrentado, que si bien era el pasado de Zevran, solo eran pesadillas de su subconsciente, si quería salvarnos a todos debía conseguir salir de ese torbellino, y poner los pies en el autentico “Velo”.
Sentí que mis pies volvían a pisar suelo firme y abrí los ojos. Para mi sorpresa me encontré con un antiguo miembro de la torre de magos, alguien al que solo había visto algún vez, pero que no tenia ningún tipo de relación conmigo, por lo que comprendí que esto si era el “Velo”, y que él era real.
Hable un rato con él, conseguí averiguar que el demonio había creado una serie de islas que lo protegían, cada isla estaba guardada por un soñador atrapado, pero que posiblemente mis compañeros estaban ocultos en esas islas. Sentía la necesidad imperiosa de encontrar a Zevran, tenia que sacarlo del velo, si para mí toda la experiencia de sus pesadillas, había sido terrible, me imaginaba, que él debía de estar totalmente destrozado e incapaz de cualquier razonamiento que lo ayudara a escapar.
Me arriesgue con el mago, necesitaba su ayuda, pero pronto comprendí que estaba totalmente apabullado por la situación en que se encontraba, que le daba miedo hasta respirar, por lo que comprendí que todo dependía de mi, por mas que lo odiara, estaba sola para sacarnos a todos de esa situación. Pero me prometí que al primero que buscaría seria a Zevran, no iba a permitir que pasara más tiempo del absolutamente necesario para que lo encontrara.
Durante mí iniciación como maga, el paso de la angustia, había aprendido que en el “Velo”, más que una lucha física, se trataba de luchar contra tus propias debilidades y tus propias faltas. Por lo que tenía que despojarme de todo, seguir solo mi instinto y sobretodo mi empatia para encontrar a Zev y al resto de mis compañeros. Pero por encima de todo no debía de fiarme de ninguna alabanza, ni dejarme arrastrar por el orgullo o la vanidad, ni mucho menos por el miedo. Por esa razón comencé la exploración del “Velo” lentamente, cuidadosamente sin dar nada por sentado.
Al comenzar la exploración de la isla en la que me encontraba, al pasar por un portal mágico, me encontré con un ratón que en realidad era un espíritu soñador, me explico que el demonio de la pereza nos había encerrado en varias islas de su propia creación, en cada isla había un soñador atrapado, que involuntariamente protegía la runa que abriría la entrada al centro de la isla, el apenas podía ayudarme pues estaba herido y sus fuerzas menguaban con el paso del tiempo, pero que me proporcionaría la capacidad de poder transformarme en una ratón. Si tenía la capacidad de renunciar a mi propia forma, para así poder transformarme y viajar de isla en isla, atravesando pequeños túneles que me facilitarían el poder encontrar al resto de los soñadores, pues ellos eran la clave principal para poder llegar hasta mis compañeros y definitivamente hasta el demonio de la pereza. Aquí os reproduciré parte de la conversación pues hubo una frase significativa.
-- Busca a los demás soñadores, ellos te abrirán las puertas hasta tus compañeros, hasta tu destino y tu corazón. Busca al soñador del espíritu, el conoce mejor que nadie la naturaleza del demonio que domina estas islas.
En ese momento cayó al suelo, muriendo lentamente delante de mí, no pude hacer nada por él, solo quedarme a contemplarle mientras se desvanecía y me entregaba su poder de transformación.
Examine la nueva magia que me había sido otorgada, revisándola con mucho cuidado, ya he dicho que en el “Velo” tu peor enemigo eres tú mismo, no quería pecar de confiada ni de temeraria. Me di cuenta que para transformarme, en cierta medida debía renunciar a mi esencia física, adaptarme a la forma del ratón, no fue fácil, pero lo conseguí después de varios intentos fallidos.
Cuando conseguí dominar la forma del ratón, me interne por un agujero que había en el suelo. Aquí apareció una de mis pocas fobias, cuando era una niña recién llegada a la torre, uno de los castigos populares que había en la torre, era que te ataran las manos para que no pudieras invocar luz y te encerraran en un sótano pequeñísimo y oscuro totalmente, eso me produjo una fobia increíble hacia cualquier lugar cerrado y oscuro. Pero si quería pasar por el túnel para llegar hasta los otros soñadores y por resultado hasta mis compañeros, debía superar la fobia y debía hacerlo rápido. Intente apartar de mi mente el miedo que el túnel me producía, busque en mi mente imágenes que me ayudaran a superarlo, encontré que la imagen que me era más fácil de evocar, era la cara de Zevran cuando realmente era feliz. Me aferre a ella y aparte el resto de las imágenes que venían continuamente a mi mente, dándome fuerza a base de mucha voluntad, conseguí avanzar por el túnel hasta la luz que se divisaba al final.
Salí a una especie de meseta, había un camino que subía hasta la cumbre, sin prisa revisando cada paso que daba, subí lentamente. Allí me encontré a Leliana, junto a una sacerdotisa. Pense “que raro, ¿verdad? Quien sino ella podía tener un sueño así”. La verdad es que dude, dude si debía despertarla o dejarla perderse en el “Velo”, pero en el fondo sabia que la despertaría, porque aunque no me gustara, era incapaz de dejarla allí, así que me acerque ha hablar con ella, fue difícil conseguir devolverla a la realidad, ya que se aferraba a su fantasía, con la misma intensidad que hacía en la vida real. Cuando lo conseguí, tuve que luchar con el demonio que era realmente la sacerdotisa, y Leliana una vez despierta desapareció del “Velo”.
Justo detrás de lo que había parecido un altar de la capilla, había una entrada a un túnel, digna para un ratón, me volví a transformar y lo atravesé. Llegue a una habitación que parecía de la torre, en ella encontré un espíritu rodeado por fuego, daba la impresión de que estaba dormido o meditando, se le veía sereno dentro de las llamas, pero a su vez emanaba una sensación de angustia, que desmentía la primera impresión que daba. Me acerque con la intención de poder hablar con el espíritu, sabía que todo podía ser una falacia, pero debía arriesgarme.
El espíritu de fuego resulto ser un soñador, un ser vivo amarrado al velo, pero era portador del poder de transformarte en un elemental de fuego. Me explico, que si bien podía ser un poder físico, era más un poder psíquico, que para poder dominarlo debía dominar mi miedo y mi ansiedad, solo dejar que el fuego fluyera por mi cuerpo, purificando mi camino interno, que de otra manera jamás podría llegar a dominarlo y podía fácilmente destruirme, pero que lo necesitaría para poder pasar, hasta el próximo soñador y el próximo compañero, después de transmitirme el poder, desapareció igual que había ocurrido con el ratón.
Dejándome sola en la incertidumbre del abismo que se abría ante mí, se que en cuestiones de magia, el poder suele ir acompañado de un gran riesgo para el mago que ose internarse en él. Pero la vida de Zevran estaba en juego, no me iba a detener por miedo a que ese poder me pudiera destruir, sinceramente no me arriesgue por ningún otro motivo, solo por que intentaba llegar como fuera hasta Zevran. Si moría intentándolo, para mí habría valido la pena.
Concentrándome en las palabras del espíritu, lentamente fui dejando que la transformación comenzara. No negare que tuve miedo, pero lo oculte en lo más profundo de mí ser, intente alejarme de mis temores, por que el miedo en el velo, siempre es un gran enemigo al que hacer frente. Deje que fluyera la transformación, comenzando por las manos, después los pies, así sucesivamente hasta conseguir completarla totalmente. Cuando lo había conseguido, ante mí se abrió un pasillo en llamas, que hasta ese momento no era visible, me dirigí lentamente hacia él, tenía que estar totalmente transformada si quería sobrevivir al infierno que tenia ante mí.
Al principio camine lentamente, hasta que comprendí que el fuego no me hacía nada, que era inmune, o mejor dicho que yo también era el fuego, así que al final termine cruzándolo a la carrera, hasta salir a un lugar que parecía el una jardín de una vivienda, allí me encontré a Alistair. Este estaba rodeado de demonios, pero para él eran su hermanastra y sus sobrinos, por lo visto para Alistair su sueño dorado, era reunirse con su familia no ligada al trono de Feraldan. Me costó convencerlo, ya que estaba feliz de estar en ese lugar, aunque al final lo conseguí, y otra vez tuve que luchar en solitario contra los demonios que lo rodeaban.
Al despertarlo desapareció y con él, el jardín y todo su encanto, en cambio apareció un túnel en llamas, que por supuesto tenía que volver a atravesar, con la forma de fuego. Esta vez ya no titubeé, me había fastidiado bastante encontrarme a Alistair, ya que parecía no estar pasándolo nada mal, y sin embargo intuía que Zevran, debía de estarlo pasando realmente mal. Por lo que corrí hacia el túnel internándome en su fuego interno.
Salí a lo que parecía una cueva de roca viva, allí en el centro había un ser hecho de piedra pura, me acerque hasta él, pues intuía que era seguro un soñador atrapado en el “Velo”, al llegar a su lado, me miro y extendió la mano hacia donde me encontraba, sentí como pasaba su poder de transformación hacia mí, y después desapareció, sin haberme explicado nada.
Ante mi solo quedaba el túnel de fuego que retornaba hacia el lugar donde había estado, y la pared de la cueva, que era de piedra dura, comprendí, que hasta que no consiguiera dominar la transformación que me había sido entregada, no podría encontrar el camino de salida. Pero mi escasa información sobre lo que había pasado, me hacía dudar de cómo hacerlo, así que otra vez retorne al método que había usado con la transformación del fuego, pero me quedo claro que debía empezar por los pies, pues cualquier parte de mi cuerpo distinta que transformara, pesaría el doble o el triple y dudaba que tuviera fuerzas para sujetarla. Comencé con los pies, después las piernas, así sucesivamente iba transformando mi cuerpo y a medida que lo transformaba, me sentía pesada, lenta y el camino debía de estar en la pare contraria a donde se encontraba el túnel de fuego, aunque a simple vista no era visible, pues la roca seguía inmóvil, por lo que decidí acercarme al punto donde suponía que debía de estar la entrada, pero ahora no podía correr, todo a mi alrededor se movía muy lentamente o quizás era que yo me movía como si fuera una montaña.
Una vez que llegue a la pare de la cueva, empecé a tantear la roca con la mano, en ese momento me di cuenta que mi mano se hundía en la roca solida, que para mi había dejado de ser solida, que podía atravesarla, ya que mi mano se hundía, intente hundir todo el brazo, después muy lentamente fui hundiéndome completamente en la roca. Pero la sensación fue terrible, pues si bien mi cuerpo ahora era parte de la roca, mi mente seguía siendo la mía, y esta insistía en que me ahogaría, pues dentro de la roca, no habría oxigeno respirable, pero aun así, volví a superar mis temores, enterrándolos en lo más profundo de mi ser, no podía permitirme el lujo del miedo. Pues en este viaje más que en cualquier otro momento de mi vida, mi miedo podía matarme.
Después de un largo y angustioso viaje llegue a un dormitorio, en el que se encontraba Wynne. Pensé. “Porque no podía encontrar realmente a Zevran, en lugar de todos esos que me eran profundamente indiferentes.” Me acerque lentamente a donde estaba y me di cuenta que estaba rodeada de cadáveres, curiosamente todos eran elfos magos, algo que me dio mucho que pensar, en ese momento y durante mucho tiempo después. Sabía que todos eran demonios, que ella con su mente había dado la forma de elfos, pero era curioso que fuera tan racista incluso internamente, nos odiaba sin paragones, aunque siempre sospeche que mucho de su odio era envidia, pues nosotros por naturaleza tenemos mucha más conexión con la magia que cualquier humano. Otra vez me toco convencerla de que estaba en el “Velo” y que todos los que veía muertos no eran más que demonios, algo que me parecía mentira que ella no se hubiera dado cuenta, ya que siendo maga, no estaba tan desvalida. Supuestamente siempre había dicho que tenía una conexión especial con los entes del “Velo”, si ya veía la conexión. Tarde mucho tiempo en lograr convencerla, incluso tuve que recurrir a insultarla para que al cabrearse pudiera pensar. Cuando se despertó, también desapareció, dejándome con sus amigos demonios, a los que tuve que hacer frente.
Después me fui a la pared que estaba enfrente del túnel por el que había venido, empecé a tantearla como antes buscando la conexión que me permitiría atravesarla. Ahora tenía que encontrar a Zevran, era el único al que no había podido encontrar. El maldito demonio, había sabido donde golpearme, había escondido a Zevran posiblemente detrás de él, sino había pasado algo peor, prefería no pensar en esa posibilidad, por lo que sin titubeos me volví a fundir con la pared, en ese momento mi ansiedad por el destino de Zevran, no me permitió sentir miedo de la opresión terrible que sentía al atravesar las piedras.

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