sábado, 18 de septiembre de 2010

Neshama una bruja diferente 37


Capítulo 37

Bordeamos Risco Rojo hasta la falda de otra montaña, parecía que nadie podía vivir en llano o eso me pareció a mí. Entender algo, cuando te pasas toda la vida en un lugar cerrado, que lo máximo que tienes que subir son unos cuantos escalones, te cuesta andar durante días enteros subiendo una montaña, aunque mi cuerpo se había adaptado muy bien a las marchas.
Otro camino penoso hasta llegar a la entrada del pueblo, allí nos recibió una especie de vigilante, algo que por sí solo era extraño. Un pueblo perdido en medio de las montañas, con un vigilante en las puertas no auguraba nada bueno. Cuando llegamos le pregunte por el hermano Genitivi, me dijo que allí no había nadie con ese nombre, me sonó falso, que solo tenían al sacerdote que estaba ofrendando el rezo de la noche. – Este era otro dato extraño, la capilla solo tiene sacerdotisas – Sonriendo conseguí que nos dejara pasar a la tienda.
Sentí la voz de Zev a mis espaldas.
-- Estos pueblos tan cerrados y tan ocultos. Siempre ocultan más cadáveres de los que deberían. Por una vez podíamos llegar a un pueblo que estuvieran celebrando una fiesta o una orgia ya puestos.
Estaba totalmente de acuerdo con él, todo en el lugar parecía sospechoso y peligroso. Pero el sentido del humor de Zev siempre me hacia sonreír, tenía razón aquí ocurría algo peligroso cuanto menos. Caminamos lentamente por la cuesta que era la calle principal del pueblo hasta llegar a la tienda, la pasamos de largo, no teníamos realmente necesidad de usarla, además no era nuestra meta. Sentimos voces en un edificio más alto que los demás, por lo que supusimos que estaría ahí el padre y por lo vacio que estaba el pueblo entero el resto de los habitantes.
Propuse entrar en la sala de rezos o capilla, para que cuando terminaran los rezos poder hablar con el padre, hermano, tío o abuelo del credo que practicaran. Despacio sin hacer demasiado ruido entramos, pero hubiera dado igual que entráramos de puntillas o llevando cañones, todos los aldeanos reunidos alrededor del sacerdote se giraron como uno solo. El sacerdote paro en el acto la oración, algo que en si era extraño, porque en el fondo no los habíamos interrumpido, pero se ve que nuestra sola presencia los había parado. El sacerdote nos dijo.
-- ¿Qué buscáis aquí extranjeros?
-- Siento haberles interrumpido, pero no era necesario que pararan por nosotros. Estamos buscando al hermano Genitivi, estaba buscando un antiguo templo de Andrasta. ¿Podría decirnos si lo ha visto?
-- Cuando llega un extranjero, muchos otros vienen detrás, después cuando te quieres dar cuenta te han invadido el hogar.
-- Mire realmente no me importa nada la religión que practiquen, créame, solo estamos…
Vi que hacía señas a los hombres armados que tenía cerca, ni lo pensé le ataque. Después del combate con casi todo el pueblo, algo que no fue fácil, pero que me pareció un desperdicio estúpido de vidas, pero los fanáticos son así, al fin y al cabo solo eran aldeanos, nosotros en cambio éramos guerreros.
Cuando todo termino, rebuscamos en la capilla extraña, hasta que dimos con una habitación que estaba camuflada, en ella estaba el famoso hermano Genitivi. No me gusto el hombre, aparte de que siempre aborrecí a la capilla y toda su religión, este humano supuraba fanatismo, algo que de por si supera mi odio por la capilla, es la gente que realmente hace daño, pensando que es buena. Le sane la pierna pues la tenia herida y le ayudamos a llegar hasta el camino que daba al viejo templo que según él, guardaba la Urna de las cenizas. Después con una llave en forma extraña que le habíamos quitado al cadáver del sacerdote, conseguimos abrir la puerta al templo.
Genitivi decidió quedarse en la entrada, aun le dolía la pierna, evidentemente no le había podido curar con empatía solo con hechizos comunes de sanación, así que le tardaría en sanar. Me alegre de dejarlo atrás, además aproveche para dejar a Alistair y Morrigan, en un campamento improvisado. Seguimos adelante luchando cada poco tiempo con discípulos de ese credo, del que no terminaba de entender nada. Pero no relatare el camino aburrido que tuvimos que salvar hasta el otro templo. Solo diré que ocurrió algo extraño, muy extraño en el primer templo al que habíamos entrado.
A la mitad más o menos del templo, las paredes se habían hundido, debido a los años y los movimientos de tierras, al hundirse había abierto una cueva bastante grande donde moraban crías de dragón, estaban entre los adeptos. Pero si bien los adeptos nos atacaban nada más vernos, las crías de dragón no lo hicieron, nos dejaban pasar. Algo que nos tenía a todos confundidos, aunque mayor sorpresa nos llevamos al llegar a la parte alta del templo. Cuando salimos al exterior, nos encontramos que había un puente, un arco de piedra grande y al fondo otro templo más. Pero al final del puente había un Dragón Celestial hembra que nos observaba como si fuéramos su próxima comida.
Zev y yo íbamos a la cabeza del grupo. Fuimos los primeros en ver al dragón, después comenzaron los gestos de nerviosismo por parte de todo el grupo. Un dragón celestial hembra es un ser magnifico pero a la vez terrorífico. Habíamos llegado al principio del puente cuando lo vimos, el nos veía de sobra, no había forma de que pudiéramos dar marcha atrás y esperar a que se fuera, pensar en tener que luchar con un ser tan magnífico era suicidad. Zev me tomo de la mano empujándome atrás, en ese instante todo comenzó.
Sentí hormigueo en la piel, oí la voz de Zev, preguntándose “¿qué me pasa?”. Le mire y después por intuición mire a nuestras manos, el tatuaje que teníamos en la piel brillaba, su brillo se intensifico según se iba separando de nuestra piel, ninguno de nosotros dos fue capaz de quitar la vista de la forma luminosa que se iba formando, sentí la fuerza de la mano de Zev en la mía, la luz era proyectada desde nuestras manos unidas de forma mágica, vimos que el tatuaje de nuestro cuerpo se había formado un dragón, un dragón luminoso como si fuera nuestra sombra. La dragona agacho la cabeza y se movió hacia el centro del puente, pero ahora sin una señal de agresividad.
En ese momento sentí una voz en mi cabeza, más que una voz fue un sentimiento de asombro. No entendía nada porque ese sentimiento no venía de Zev, venia de la Dragona que tenía delante. No sentí peligro, imponía era una dragona, pero de alguna manera me había comunicado con ella, sabía que no nos atacaría, como no nos habían atacado las crías de dragón que habíamos encontrado. Pero tenía que convencer al resto del grupo que no era una amenaza, pues solo Zev a través de mí, había sentido la comunicación. Me gire hacia el grupo y les dije.
-- No creo que ataque. Esperar aquí, Zev y yo iremos hasta donde está la dragona. No os mováis hasta que este clara la situación. Cuando estés preparado Zev.
Me apretó la mano y me sonrió.
-- Cuando quieras Neshi.
Fenarel dijo.
-- No, no vayáis.
He intento ir hacia nosotros, Sten le paro.
-- Muchacho déjales, ellos saben lo que hacen.
-- Pero… pero los pueden matar.
-- Todos podemos morir Fenarel, pero no se arriesgarían si no hubieran visto que hay una posibilidad de no luchar contra ese ser – esto lo dijo con total respeto.
No quise girarme a mirarlos, pues ya estábamos muy cerca de la dragona. Al llegar a su altura. El dragón luminoso que habíamos proyectado Zev y yo como si fuera nuestra sombra se desvaneció, solo quedo el tatuaje iluminado desde dentro. Extendí la mano hacia la dragona, la empatía siempre funciona mejor si existe contacto físico, ella agacho la cabeza para ponerla a la altura de nuestras manos, realmente era bella, aunque fuera aterradora. Su piel escamosa de un brumoso azul brillaba intensamente, pero era suave al contacto con mi mano, pensé que sería rígida, dura áspera, pero jamás tan suave. Sentimos su voz, nos estaba hablando a Zev y a mí, el resto de los compañeros, dudo que ni tan siquiera hubieran visto al dragón luminoso, que el tatuaje de nuestros cuerpos había proyectado.
-- Ahora entiendo porque mis crías os han respetado. Sois dos elfos muy especiales, hacia muchos siglos que no veía esos signos en vuestra raza. Pensé que se habían perdido, que ya no podíais tener ese tipo de poder, que os lo habían arrebatado los humanos, ahora veo que no, que aun sigue existiendo el viejo pacto, el pacto que unía a elfos y dragones. Un pacto muy anterior a la llegada de los humanos. En nombre de ese pacto me vinculo a vosotros, pero mi primera obligación es para mis crías, aunque en lo que pueda os ayudare.
-- Disculpa nuestra ignorancia, pero sinceramente no se dé que estás hablando – le dije intentando ser amable, no quería que nuestra ignorancia la enfureciera – Siento mucho no tener demasiados conocimientos de nuestra historia, ha pasado demasiado tiempo desde que los humanos nos esclavizaron, aunque ahora lo camuflen de libertad, seguimos tan esclavos como entonces. Se ha perdido mucha de nuestra historia, nosotros apenas sabemos nada de ella, sería una gran ayuda que nos pudieras instruir en lo que recuerdes. Aunque ahora me temo que no contamos con mucho tiempo, nuestros compañeros esperan que nos ataques, incluso no se cuanto de lo que ha pasado lo han entendido.
-- El único que ha visto y entendido algo, ha sido el elfo. Ni el enano, ni el qunari han visto nada fuera de lo que sus ojos les han mostrado. Así es como debe ser, ellos nunca deben enterarse de ciertas cosas que podrían llegar a oídos humanos. Lo que estáis buscando, se encuentra dentro del templo que tengo detrás, no es lo que los humanos creen, ellos con su fe ciega, han creado incluso pruebas físicas, para demostrar quién es digno de esas cenizas. Cuando hayáis alcanzado vuestra meta, tomare las medidas necesarias, para que dicha urna jamás caiga en manos humanas. Me retirare a lo alto de la montaña para dejar pasar a vuestros compañeros, pero sé que vinisteis con otros tres humanos, ¿es verdad?
-- Si así es. Pensé que sería más sensato no subir con ellos, aunque el fanático no está en condiciones de subir, no creo que te sea una molestia. Los otros dos nunca más los volverás a ver, creo que los deje abajo por intuición. Nosotros solo buscamos esa urna, por necesidad, sin ella no conseguiremos unir a las fuerzas humanas a nosotros y si no lo conseguimos, la Ruina asolara todo Feraldan. Pero me interesaría mucho que nos transmitieras tus conocimientos de la historia de nuestro pueblo, podría escribirla, así quedaría para las generaciones venideras.
-- El nombre que me puso tu pueblo hace muchísimo tiempo es Nolalothkarahasam. Mi compromiso voluntario con vosotros queda sellado, mientras nuestras vidas persistan.
-- Que así sea – le dije – Mi nombre es Neshama y el de mi compañero Zevran.
-- Pero esos no son vuestros verdaderos nombres, los desconocéis, ¿no es cierto? Cuando llegue el momento os los diré. Ahora partir en paz y que los Creadores os protejan.
-- Que nos protejan a todos, lo necesitaremos.
Nos rozo las cabezas con su cabeza, después emprendió vuelo hacia lo alto de las montañas que nos rodeaban. Hasta donde estábamos sentí soltar el aire de las respiraciones forzadas de Sten y Oghren.
Escuche un pensamiento de Zev “me encantaría volar así” y la respuesta de la dragona, “Todo llegara joven elfo”. Nos miramos y me sonrió picaronamente. Después nos giramos en busca de nuestros compañeros que se habían acercado a donde estábamos. Fenarel intento hablar, pero le dije en un susurro que no dijera nada, que ya hablaríamos cuando no hubiera nadie más.
Atravesamos la puerta del segundo templo y nos enfrentamos a las pruebas que los humanos habían ido dejando, después de conseguir superarlas todas y alcanzar la Urna con las “Cenizas”. Recogí una pequeñísima muestra de las cenizas, aunque mi tacto me dijo que era tierra, no cenizas y las guarde en una pequeña bolsa de cuero. Comenzamos el descenso, antes de internarme en el primer templo vi a Nolalothkarahasam en el cielo volando, realmente era una maravilla. No me extrañaba nada que los humanos de Tervintor los tomaran por dioses, realmente su presencia era imponente, sus vidas interminables comparadas con las de los humanos o ahora con la de los elfos, tenían todos los atributos que los humanos dan a los dioses. No sabía si la volvería a ver, por lo que me despedí de ella mentalmente. Sentí su risa y su seguridad que nos volveríamos a ver muy pronto. Con esa despedida llegamos a la puerta de entrada donde nos esperaba el hermano Genitivi, Morrigan y Alistair.
El hermano Genitivi nada más vernos nos interrogo sobre el paradero de las cenizas, le mostré la bolsa y el fanático no se atrevió ni a tocarlas. Es una lástima que pueda haber gente tan ciega que no pueda ver más allá de sus creencias. Al ver la bolsa y lo que contenía, se lanzo a un discurso sobradamente conocido.
Ahora la Capilla tendría que aceptar que su búsqueda no había sido una blasfemia – estúpido humano -. Que el descubrimiento daría fe de que el Hacedor era la única fe verdadera. Que debía darse a conocer a todos los seres vivos, el descubrimiento de la Urna de las Cenizas, así se podría preparar peregrinajes al lugar. Le dije que me parecía bien, que hiciera lo que quisiera. Internamente me estaba riendo, sabía que Nolalothkarahasam no los iba a dejar llegar hasta la Urna, pero esa información me la reserve. Fue bueno que no subiera Alistair, el hubiera metido la pata con total certeza. Dejaría que el hermano Genitivi, subiera a ver sus cenizas, si tantas ganas tenía de morir.
Matar a un dragón viejo y sabio como era Nolalothkarahasam, era una tarea imposible, no solo son fuertes físicamente, son resistentes a la magia, ellos mismos son en un 90 por ciento mágicos, pueden hacer cosas que jamás se les ocurrirían a los humanos pensar. Me preocupe por ella pero sabía que estaría más segura que nosotros. Pero hice una anotación mental de preguntarle lo antes posible a Ort, sobre Nolalothkarahasam, realmente me había impresionado e intrigado muchísimo.
Al salir del templo retornamos al camino de vuelta a Risco Rojo y al castillo donde se encontraba el Arl enfermo. Tardamos un par de días en llegar, nos recibió Bann Teagan el hermano del Arl Eammon.
Uno de los poquísimos humanos que haya conocido al que respete. Las pocas veces que le vi actuar, lo hizo con honor, respetando y protegiendo a su pueblo, por encima de su propia seguridad o sus creencias, un hombre capaz de tomar una decisión por dolorosa que fuera. Como cuando había hecho al tener que sacrificar a Isolda para entrar en el “Velo”, y así poder matar al demonio que poseía a su sobrino. No estuvo de acuerdo, es fiel seguidor de la capilla, pero vio que no había otra opción para salvar a su pueblo y la acepto. Alistair haría muy bien en tomar lecciones de este hombre. Esperaba que el hermano valiera la pena tanto como Bann Teagan, de Eammon solo había oído hablar a Alistair y a Teagan sobre él, pero nunca me fio de lo que los demás me dicen con respecto a una persona, prefiero verla por mí misma.
Le entregue la bolsa que contenía la tierra, aunque ellos se empeñaban en decir que eran cenizas. Este la tomo de mis manos y acto seguido fue hasta el sanador que había estado al pie de la cama del Arl Eammon y comenzó el ritual en el que usarían las cenizas. Sten, Oghren, Morrigan, Fenarel, Zev y yo nos retiramos sigilosamente fuera de la habitación, solo se quedo Alistair en el ritual de sanación.
Nosotros esperamos fuera a que concluyera, sinceramente cada vez me cuesta más voluntad tener paciencia con los ritos de la capilla. Si podía evitaba cualquier roce o interacción con cualquier miembro de la capilla. Esperamos bastante más de una hora a que el rito terminara y que Bann Teagan hablara con su hermano, después nos llamaron a la sala de audiencias del castillo, donde nos aguardaba el Arl Eammon, Bann Teagan y Alistair por supuesto.
De los tres solo confiaba en Bann Teagan, era el único que me había demostrado que era un hombre de palabra, que no usaba las mentiras, ni los engaños, pero no me fiaba para nada de lo que Alistair hubiera podido decirle al Arl Eammon.
Había una posibilidad de que no hubiera abierto la boca, por miedo a lo que Bann Teagan pudiera decir. Pues la vez anterior que habían estado Alistair, Wynne, Leliana con él, le habían dicho que había muerto en un enfrentamiento con los engendros tenebrosos, al volver a Ostagar, en busca de pistas que incriminaran a Loghain.
Cuando Bann Teagan me vio con las cenizas, apenas daba crédito a sus ojos al verme con vida, no dijo nada, pero su cara y sus ojos dijeron muchas cosas, incluidas ciertas miradas desconfiadas hacia Alistair.
El Arl Eammon cuanto nos vio se lanzo a un discurso memorable sobre el valor del sacrifico, dijo que entendía por qué habíamos tenido que obrar como lo hicimos, pues de no haberlo hecho la situación hubiera sido mil veces peor. Que su hermano Teagan le había explicado todo lo que había sucedido con Loghain y que también sabía que este había intentado envenenarlo a través del mago Jowan. Que había que hacerle frente en su propio terreno o sea en Denerim – pensé maldita ciudad, al final nos matara – Pero que para ello necesitaríamos llevar a un heredero al trono con mayores derechos que él o su hermano. Que Alistair debía reclamar el trono de Feraldan ya que era el único descendiente vivo del Rey Maric. Al decir esto hasta su hermano le pregunto “sino habría otra posibilidad, que si realmente estaba seguro de que Alistair pudiera subir al trono”, Eammon le dijo que no había otra solución que tenía que ser Alistair. Sinceramente estuve a punto de preguntarle si quería que Feraldan se convirtiera en un colegio de niños, pero ya me había dado cuenta de donde había salido el carácter de Alistair, era inútil cualquier discusión sobre el tema, Eammon estaba convencido de que Alistair tenía que ser rey. Pues que siguiera creyéndolo, Alistair estaba asustado pero pronto se le pasaría el susto y se le subiría la tontería a la cabeza. Si abría la boca tendríamos problemas Zev y yo, seguro, solo esperaba que la presencia de Teagan le hiciera reflexionar sobre lo que iba a decir. Sentí que Arl Eammon me hablaba.
-- Neshama entonces podemos ir ya hacia Denerim hacerle frente a Loghain en la Gran Asamblea, los ejércitos están preparados.
-- Así es, los ejércitos están listos para entrar en acción. Pero aquí hay un problema mayor, problema creado por Alistair, hace escasamente un mes tuve que rescatarlo de las mazmorras del Fuerte Drakon, es posible que tengamos serios problemas, cuando lleguemos a Denerim. Por que dos de nuestros compañeros le traicionaron por orden suya, ya que quería… quería que Loghain me persiguiera a mi sola. – Aquí Teagan abrió los ojos comprendiendo lo que había pasado y asintió con la cabeza muy sutilmente a su hermano - Usted conoce mejor que yo como está la política en Denerim, pero desde luego asaltar el fuerte Drakon y sacar prisioneros, no creo que les haya hecho mucha gracia.
-- No, no creo que les haya gustado descubrir que eres mucho más inteligente y peligrosa de lo que supone Loghain. Pero cuando convoque la Gran Asamblea no podrá ir contra ninguno de vosotros, pues al hacerlo se estaría poniendo en evidencia. Esta vez no correréis ningún peligro de que la guardia de la ciudad os detenga. Loghain tendría que responder a demasiadas preguntas ante la Asamblea.
-- Entonces partamos cuanto antes, hacia Denerim.
Esperaba que estuviera en lo cierto, no tenía ganas de repetir las mismas historias que nos habían ocurrido en las dos veces previas. Fuese como fuese, Zev, Fenarel y yo teníamos que volver hacia Denerim, pues necesitábamos contactar con mi madre, que nos esperaba en la entrada al bosque de Brazilia por la parte de Denerim, además de comprar de una vez por todas el barco. Tenía intención de hacer un poco de justicia antes de que todo comenzara a rodar, Wynne y Leliana no se saldrían con la suya, ni se irían de rositas.
Al terminar la reunión Zev y yo nos fuimos a nuestra habitación y nos encerramos en ella, ninguno de los dos se fiaba de nadie del castillo, al poco tiempo de estar en la habitación, llamaron suavemente a la puerta, Zev fue abrirla y en ella estaba Bann Teagan, nos pregunto si nos molestaría que pasar un momento, que tenía algunas preguntas que hacernos. Le dije que no había ningún problema, que entrase. Se sentó en la mesa a la que estábamos sentados y nos hizo muchísimas preguntas sobre lo que había pasado con Alistair y en Denerim, le conté la verdad, no veía porque razón tenía que ocultarla, le hable de la historia, de cómo había comenzado la historia y del comportamiento de Alistair en la misma. Le dije también que no consideraba acto a Alistair para ser rey, pues no había sido capaz de dirigir un pequeño grupo de gente, que solo había cometido errores que casi les cuesta la vida a tres de ellos. Teagan estaba totalmente de acuerdo conmigo, pero me dijo que no me fiara ni de su hermano, ni de Alistair. Su hermano estaba empeñado en convertir a Alistair en rey y que no habría manera de hacerle cambiar de parecer. No se lo discutí. No me gusto para nada el Arl Eammon, le vi tan parecido a Alistair que me producía escalofríos. El quedo en avisarnos si había cualquier problema. Con esas palabras se marcho, dejándonos en la duda de cuan seguros estábamos allí, a los pocos minutos volvieron a tocar la puerta, para nuestro desagrado queríamos estar solos pero parecía que todos se habían puesto de acuerdo para no dejarnos ni un segundo solos. Al abrirla era Fenarel, había visto a Teagan entrar en nuestra habitación y había pensado que teníamos problemas, le aseguramos que no había ningún problema de momento estábamos relativamente seguros. Se quedo tranquilo y se fue… por fin podíamos estar solos.
A la mañana siguiente partimos hacia la maldita ciudad de Denerim.


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