Capítulo 30
Anduvimos durante muchos días, hasta que dimos con el Clan Dalishano que acampaba en el lado Este del bosque, nos los encontramos al atardecer del sétimo día. Al llegar al campamento, los cazadores elfos que salieron a nuestro encuentro, nos trataron como si fuéramos del clan de mi madre. Al parecer hay ciertas marcas en los tatuajes que denominan al clan que perteneces, esperaba que no nos preguntaran por las diferencias, pues no teníamos ni idea. Les pedí a los cazadores que salieron a nuestro encuentro, que nos llevaran ante el Custodio ya que debía de hablar con él, en nombre de los Guardias Grises.
La que parecía ser la cazadora encargada, asintió y nos llevo hasta el centro del campamento a un Aravel, donde había un elfo joven, algo que me sorprendió, ya que no aparentaba más de la edad que Zev o yo teníamos. Pero al mirarle a los ojos comprendí que era mucho más viejo de lo que su físico dejaba entrever, aunque había algo en él que no resultaba del todo natural.
Sentí los pensamientos de Zev, se estaba preguntando tanto como yo, si no sería uno de los pocos elfos inmortales que aun vivían, pensé que no podía ser, había algo antinatural en su persona, aunque no sabía decir exactamente que era. Claro que tampoco había detectado a Ian, así que era posible que estuviera equivocada, teniendo en cuenta que teníamos muy pocos datos para poder reconocerlos. Comprendía perfectamente por que Ort lo había mantenido en secreto, los humanos hubieran soltado espuma por la boca si se llegaban a enterar, así que era mucho mejor que nadie supiera realmente en que se diferenciaban, de los demás elfos. Mi padre por ejemplo había sido mucho más alto que los elfos que hoy vivían, me imagino que eso debió de levantar más de una sospecha, pero curiosamente Ian tenía la misma estatura que todos los demás, no sé como lo había conseguido o si era parte de su problema personal o quizás fuera algo debido al tipo de vida que había llevado, desde que se unió al clan de mi madre. Ni el más anciano del clan recordaba cuando se había unido, pero si le recordaba como su instructor. Paivel que siempre había sido el segundo maestro y que también era el más viejo del clan, lo recordaba de su infancia, también fue el menos sorprendido cuando Ian desapareció de su Aravel. Mi madre me explico que siempre había habido cierta tirantez entre ellos dos, la incompatibilidad que existió entre Paivel y Ian todos lo habían achacado al hecho de que Paivel debía ocupar el puesto de maestro instructor por derecho propio, pero que mientras viviera Ian evidentemente no podría hacerlo. Tiempo después descubrimos algunas cosas que ya os contare, ahora retornare al primer encuentro con el Custodio Zathrian.
Nos saludo formalmente como mandaba la tradición Dalishana, nos dijo que entendía bien porque habíamos ido, que ya había sentido la oscuridad que los engendros tenebrosos emanaban cubriéndolo todo con su manto de infección. Que su nombre era Zathrian y que era el Custodio del Clan donde nos encontrábamos. Que si bien era consciente de que existía un tratado con los Guardias Grises por el cual, todos los clanes Dalishanos estaban obligados a ayudar a los Guardias Grises, su clan no estaba en situación de poder ayudarnos, ya que tenían serios problemas y que por esa razón no se habían ido aun del Bosque de Brazilia, ni podrían atender al tratado, pues apenas tenían cazadores sanos que pudieran defender al propio clan.
Le pedí que nos explicara cual era el problema, que quizás pudiéramos ayudarle a solucionarlo, Zathrian nos indico que le siguiéramos a un circulo que habían hecho con los Araveles, allí la situación se nos hizo evidente que era desesperada, la mayoría de los elfos que se encontraban allí, estaban en las camas abatidos por fiebres y delirios.
Zev le pregunto.
-- ¿Qué les ha pasado? ¿No hay alguna forma de ayudarlos?
-- La infección ha sido propagada entre mi clan por los hombres lobos que habitan en esta parte del bosque. Solo hay una forma de ayudarlos, es matando el origen de la infección que provoca que los elfos o humanos se conviertan en hombres lobo, trayéndome su corazón, con el podre romper la maldición que les aqueja.
Según nos lo estaba contando, me di cuenta que si bien era en parte verdad, había una gran parte de mentira. Puntuare mas, más que una mentira era una forma distorsionada de contar los hechos, no se lo dije y deje que pensara que le estaba creyendo, pero nosotros dos ya nos habíamos dado cuenta que había más de una verdad a medias. Cuando pareció terminar de contar su historia, le dijimos que estábamos preparados para ayudarle a solucionar el problema, por supuesto no íbamos a dejar al clan a su suerte, porque su Custodio fuera ciego y mentiroso.
Al terminar de hablar con Zathrian, conocimos a la custodia que estaba siendo preparada para tomar el relevo de Zathrian, cuando este muriera, era una tradición de la misma manera que mi madre había estado preparando a Merrill para tomar su lugar el día que fuera necesario. Merrill no lo sabía pero ese día estaba muy cercano.
Hablamos tiempo con Lanaya, si bien me pareció buena persona, no sentí que su magia fuera demasiado fuerte, me extraño mucho que fuera la elegida para el puesto de custodia, no porque fuera una elfa que no había nacido dentro de los clanes, sino porque realmente carecía de potencia mágica, había mil cosas que ella jamás detectaría, si tenía mucha diplomacia y sabia cuando debía ceder, pero hasta ahí llegaban sus cualidades, no la vi, realmente como la dirigente de un clan Dalishano. Merrill era más joven que yo, por lo que me había dicho mi madre, pero era una elfa mucho más decidida, más capaz de dirigir y proteger al clan que Lanaya, pero no era quien para juzgar lo que el custodio había decidido para su clan.
Una cosa de la que si me di cuenta es que daba por cierto cualquier cosa que le dijera Zathrian, ya que este la había salvado cuando era una niña de unos mercenarios humanos que habían matado a sus padres y a ella la usaban como la criada del campamento, conociendo los usos que los humanos suelen otorgarnos a los elfos, me imagine lo terrible que debió de ser para alguien tan joven, de ahí su fe ciega en Zathrian que había sido realmente su salvador.
Después hablamos con el Hahen Sarel, nos conto historias muy interesantes del bosque de Brazilia, nos hablo de las guerras entre los elfos y los humanos... "de guerras mágicas donde el escudo que divide el mundo material del mundo onírico el “Velo, había sido destruido o como mínimo en algunas partes debilitado hasta el punto en que se cruzaban ambos mundos". Nos hablo también de Colmillo Blanco que era el nombre que le habían puesto al ser que comenzó por propagar la infección que hacía que los humanos y los elfos se transformaran en hombres lobo. Por lo que dijo, parecía casi un ser inmortal, ya que nadie conocía cuando había comenzado la maldición, que solo Zathrian sabia de sus inicios y que insistía en que era peligroso aventurarse en su búsqueda, ya que tenía la facultad de maldecir a todo aquel que se encontrara con él.
Escuchamos a todos los que quisieron aportar lo que sabían, cada vez que se relataba una historia aparecía Zathrian como el origen de dicha historia. Mi lógica me decía que lo mejor era enfrentar a Zathrian y que este nos contara la verdad, sin tapujos, yo podía llegar a saberla con solo tocarlo, pero prefería que fuera él de forma voluntaria quien hablara, jamás me ha gustado forzar a nadie hablar de sus más oscuros recodos, pues todos tenemos zonas a las que preferíamos que nadie fuera o conociera.
Pero a pesar de mi lógica, Zev y yo llegamos a la conclusión que mejor era que nos internáramos en el bosque en busca de respuestas que dieran sentido a la pesadilla que estaban viviendo y así lo hicimos.
Durante los días que habíamos estado viajando para encontrarnos con el clan de Zathrian, Zev me había enseñado algunas de sus técnicas de ocultación, no resultaba demasiado difícil, solo era cuestión de fijarse muy bien donde se ponían los pies y buscar la forma de camuflase mejor con la oscuridad, aunque para ello necesitaba despojarme de casi todos mis escudos mágicos, pues sino hacia fluctuar la oscuridad perdiendo el camuflarse que daba. Así medio a escondidas llegamos al centro del bosque, apenas tuvimos que luchar, solo cuando nos encontramos con un grupo de engendros tenebrosos y para rescatar a uno de los cazadores que habían salido en busca de una solución. Le devolvimos al campamento y reanudamos el camino hacia el centro del bosque, allí nos encontramos con un viejo roble, que para nuestra sorpresa nos hablo. Era viejo y sabio, como lo son la mayoría de los viejos arboles, nos hablo del tiempo en que los elfos vivían libres y en armonía con el bosque, nos hablo de muchas cosas, pero a cambio nos pidió un solo favor. Por lo que se ve en el bosque se había aposentado un viejo mago humano, que le había robado su simiente, para que los demás arboles no le atacaran, ya que en el bosque de Brazilia, los arboles tenían conciencia y tenían la posibilidad de moverse, pero tantas guerras mágicas los habían llevado a la mayoría hacia la locura, haciendo que atacaran a todos los seres vivientes con los que se encontraran. Le prometimos al roble que rescataríamos su simiente y se la devolveríamos, no fue difícil encontrar al mago loco y después de estar un tiempo hablando con él, llegue a la conclusión de que era mejor matarlo, por duro que suene, sino lo hacia el viejo roble siempre estaría en peligro dada la codicia que tenía el mago. No me gusta matar a un ser vivo, sea el que sea, creo que la vida de todos los seres vivos tienen un significado y un objetivo, pero algunos son demasiado peligrosos para dejarlos vivir. Una vez que le devolvimos al roble su simiente, este nos obsequio con una rama especial que nos permitiría viajar al centro del bosque, que era donde estaba la guarida de Colmillo Blanco.
No fue fácil llegar hasta el corazón de la guarida, que se encontraba en una antigua ciudad casi enterrada, una ciudad muy extraña e interesante, la mayoría de la construcción era de manufactura humana, pero estaba mezclada con muchas construcciones de manufactura elfa. Incluso llegamos a encontrar un antiguo mausoleo que posiblemente perteneció a los elfos inmortales, ya que según cuentan las viejas historias, cuando un elfo inmortal llegaba a cierta edad se retiraba del mundo para dar paso a las generaciones venideras, no era una muerte, era como en el caso de Ort, la renuncia al cuerpo material, para pasar a un estado más espiritual que físico.
Tuvimos que explorar la mayor parte del complejo de la ciudad, hasta que dimos con el lugar donde se ocultaban los hombres lobo y por consecuencia con Colmillo Blanco. No negare que tuvimos que luchar abiertamente con muchos de estos hombres lobo y no fue una lucha fácil, ni simple, aunque mi magia nos ayudo mucho, nos ayudo mucho mas la empatía, descubrí que no necesitaba concentrarme, ni pensar en sanar a Zev o a mí, que espontáneamente lo hacía, como respirar se había convertido en un acto reflejo. Al llegar a una plaza nos encontramos a un grupo de hombres lobo y lo que parecía su jefe, este nos dijo que la Dama del Bosque quería hablar con nosotros, la verdad es que aunque sonaba como una trampa, no sentí mentira en lo que decía. Aunque sí es cierto que me extraño mucho que no se tiraran contra nosotros nada más vernos que era lo que había pasado con todos los demás grupos de hombres lobo que habíamos ido encontrando.
No tenía ninguna razón lógica que me impulsara a creerles, pero no sentí la más mínima mentira, por lo que supuse que después de todo habían decidido hablar. Mire a Zev y este asintió, por lo que le dije al hombre lobo que les seguiríamos hasta el lugar donde se encontrara la Dama del Bosque. Poco tiempo después de comenzar a seguirlos, entramos en una habitación que parecía más una fuente natural que algo creado por manos mortales. Allí en lo más recóndito de la tierra era donde los hombres lobo habían creado su escondite.
Cuando llegamos al centro de la cueva o cúpula, había una mujer que a simple vista comprendí que se trataba realmente de un espíritu de la naturaleza, más que de una humana, también me di cuenta que era el mismo ser que Zathrian había llamado Colmillo Blanco. La observe durante unos pocos segundos asimilando su esencia, dejando que mi empatía conectara con aquel ser, que era mas etéreo que físico, aunque si me di cuenta que para las mentes de los hombres lobo, ya fueran humanos o elfos, era un ser material, pero no para mi, que no solo la miraba con los ojos físicos, sino que sentía con la empatía, su tristeza y la decisión de terminar con aquella maldición que era su propia existencia.
Deje que hablara, deje que explicara lo que deseaba decir. En definitiva deje que tomara la decisión de decirme la verdad o de mentirme como había hecho Zathrian. Lo que dijo tenía sentido, pero también comprendí que había muchas partes que no las contaba como realmente habían sucedido, sino que las había suavizado, para ponernos de su lado. No comprendió la verdad, sabía que Zathrian había mentido, sabía que estaba ocultando información a su propio clan, de la misma manera que sabía que ella nos estaba queriendo llevar al mismo juego. Ya habíamos soportado demasiadas mentiras o verdades a medias, quería la verdad si realmente querían nuestra ayuda, unos y otros. Por esa razón acepte ir a buscar a Zathrian para confrontarlos entre si y así poder averiguar lo que realmente había comenzado con aquella maldición.
Nos indicaron un camino de subida directo, que llevaba hasta la entrada a la ciudad semi-enterrada, seguimos el camino y al llegar a la parte alta, encontramos a Zathrian que parecía estarnos buscando, cuando lo vimos Zev y yo, ambos pensamos lo mismo. No sabíamos cómo íbamos a conseguir hacer que el viejo elfo nos escuchara, accediera a acompañarnos hasta donde se encontraba Colmillo Blanco o la Dama del bosque, que en si eran la misma persona.
Le pregunte por que estaba allí solo que según él decía, que el bosque de Brazilia no le dejaría entrar hasta el lugar, parecía que lo había pillado en una mentira demasiado evidente para que me la negara. Me dijo que él conocía muchos tipos de magia que había vivido demasiado tiempo, y en su larga vida le había dado el tiempo necesario para aprenderlas. Le sonreí, realmente pensaba que nos iba a engañar, haciéndonos creer que había descubierto la inmortalidad de nuestros antepasados o que era un inmortal, sinceramente no sabía que pensar, pero odio que alguien intente tomarme por tonta. Durante 20 años mi única dedicación y mi única labor consistió en estudiar magia, no podía hacer otra cosa, por lo que había leído, practicado, aprendido todas las magias que había ido encontrando en todos los libros repartidos por los rincones más insospechados de la torre de los hechiceros, si había un tema en el que pocos podían decirme algo que no supiera era la magia y sus distintas formas de enfoque, como sus distintas disciplinas. Por esa razón le dije.
-- Zathrian ahora estamos solos los tres, no voy a seguir consintiéndote que nos mientas tan descaradamente. No sé por qué razón les estas mintiendo a la gente que confía en ti plenamente, no sé por qué engañas a tu propio pueblo, pero yo no te lo voy a consentir, se que mucho de lo que nos has contado es mentira. También me he dado cuenta que pretendes hacerte pasar por un elfo inmortal, no sé por qué medios has conseguido llegar a vivir tantos años, pero me queda claro que no tiene nada que ver con la inmortalidad de los elfos. Sabes Zathrian supuras odio, resquemor, dolor y tristeza por igual, puedo sentir como en las viejas historias que cuentas a los muchachos cuando los instruyes, tengo empatía, sé todo lo que sientes y todo lo que sienten los que están a tu alrededor. Dejare a tu consciencia el hecho de que has estado poniendo a tu clan entero en peligro, por tus propios motivos, pero no voy a dejarte que sigas mintiéndonos, nos hemos jugado la vida por salvar a tu gente, así que al menos merecemos la historia verdadera y no las mentiras con las que has estado conviviendo desde hace demasiado tiempo.
-- Son monstruos que no merecen vivir. Se merecen lo que tienen.
-- Zathrian, he conocido a alguien que lleva muchos siglos vagando por el mundo porque es incapaz de superar su odio, realmente quieres vivir eternamente aferrado al odio que te empuja, no prefieres liberarte y seguir tu destino tal cual debió de ser.
-- Deberías comprenderme, vosotros dos sois elfos, sabéis de la injusticia y de la crueldad humana. Ellos tienen las manos manchadas con las vidas de muchos miembros de mi clan, merecen lo que tienen.
-- Zathrian comprendo mucho mejor de lo que te imaginas su crueldad y jamás me he fiado de ningún humano ni lo hare nunca. Pero esto ha llegado demasiado lejos, no puedes dejar que tu clan muera por tu venganza.
-- Raptaron a mis hijos, a mi hijo lo asesinaron impunemente y a mi hija la violaron y después se suicido al saber que había quedado embarazada. Por esa razón los maldije ¿acaso tu no habrías hecho lo mismo que yo?
-- Si, lo habría hecho, pero creo que todo debe tener a un final, la maldición ahora está afectando a nuestra gente y no permitiré que muera todo el clan porque tú no quieras levantar la maldición. Dices que matando a Colmillo Blanco la maldición desaparecerá, pero tú y yo sabemos que Colmillo Blanco o la Dama del Bosque no es la responsable de la maldición sino que fuiste tú quien la creo, creando a Colmillo Blanco, eso lo he podido deducir sintiendo su esencia, ya que esta tiene parte de tu propia esencia, lo hiciste invocándola y atándola con tu sangre, ¿Verdad Zathrian?
-- No puedes haberlo sentido, te lo habrá dicho ella. Hace más de dos mil años que no existe la empatía en el pueblo elfo.
-- Si y también hace más de dos mil años que no existe una pareja unida por los Creadores, pero ahora existe, mira las manos de Zev o las mías y lo comprenderás, mejor míralas en conjunto y lo veras con total claridad.
Juntamos las manos y el dibujo que había formado en una seguía en la mano del otro, estuvo un buen rato observándonos, al finalizar asintió y dijo.
-- Os acompañare ya que parece que los Creadores mismos os han enviado para que toda esta pesadilla termine.
Volvimos a la sala donde nos había estado esperando la Dama del Bosque y los hombres lobo, estos últimos al vernos aparecer quisieron atacar a Zathrian, por lo que tuve que intervenir.
-- Zathrian ha venido voluntariamente. Hasta ahora he intentado por todos los medios ser lo más objetiva posible, no me obliguéis a tener que tomar partido por los elfos, pues al fin y al cabo son mi pueblo y el de mi compañero. No lo olvidéis.
La tensión se calentó hasta el grado más alto, por un lado estaba Zathrian que quería sangre y por otro los hombres lobo que también la querían. Los únicos de la sala que no buscaban una confrontación era la Dama del Bosque y nosotros dos. La Dama del Bosque tenía mucha influencia en los hombres lobo estos no atacarían si ella no quería. Zathrian era otra historia, nosotros apenas teníamos influencia en él, no había creído en lo más mínimo nada de lo que le habíamos dicho o enseñado, su odio lo había cegado hasta el punto de dejarlo totalmente ciego a cualquier cosa que no fuera su “verdad”. Como en el caso de Ian con respecto a Ort, necesitaba un choque brutal que lo llevara de vuelta a la realidad, para que pudiera volver a ver con claridad, en el caso de Ian no me atreví, había algo en su persona que no me inspiraba confianza por esa razón no lo había hecho, pero aquí, en este lugar y ahora tenía que hacerlo, solo esperaba que los hombres lobo no lo sintieran o si lo sentían no lo comprendieran.
Extendí la mano y cogí el brazo de Zathrian y con la otra mano tome la mano de la Dama del Bosque, con la empatía los uní a los dos, deje que cada uno de ellos sintiera lo que el otro sentía y viceversa. De esa manera no podía haber engaños, ni mentiras. A nuestro alrededor se hizo el silencio, un silencio oneroso, todos estaban pendientes de nosotros tres, mientras Zev me cuidaba la espalda por si alguno decidía que quería más sangre que paz.
Al terminar la unión Zathrian acepto terminar con la maldición y la Dama del Bosque concedió que era un buen final, tanto para ella, como para él. Zathrian fiel a su palabra elimino la maldición muriendo en el acto mientras la Dama del Bosque se desvanecía en el lugar, me imagino que volviendo a su forma original de espíritu de la naturaleza, borrando con sus “muertes” la maldición que aquejaba a los hombres lobo, ya fueran humanos o elfos.
Cuando quedo patente que la maldición había concluido, los humanos que antes habían sido los hombres lobo, decidieron abandonar el bosque de Brazilia para siempre, se marcharon agradeciéndonos lo que habíamos hecho por ellos. Algo en mi interior decía que lo olvidarían pronto, no éramos más que otros elfos y la gratitud humana es algo demasiado frágil, para que se mantenga durante mucho tiempo. Tienden a olvidar aquello que realmente no les interesa recordar. Como había ocurrido con el Guardia Gris Garahel que había luchado y muerto al matar al Archidemonio de la anterior Ruina. Que ironía mas grande, que los que mostrábamos más valor y sentido del sacrificio por el bien común, fuéramos aquellos a los que más odiaban los humanos, para colmo al matar a los archidemonios nos estábamos haciendo daño a nosotros mismos y a nuestro pueblo, por la falta de conocimiento, es triste. Pero hace mucho tiempo en un libro que leí, decía que el pueblo que olvida su historia está obligado a repetirla, y nosotros desgraciadamente habíamos olvidado muchísima de nuestra historia, por no decir toda la historia. Me prometí a mi misma intentar recabar toda la historia posible de nuestro pueblo, para enseñársela a nuestro hijo si conseguíamos salir con vida.
Aparte la mirada del cuerpo de Zathrian, no había tenido ninguna posibilidad de salvarlo, él estaba tan ligado a la maldición como lo había estado la Dama del bosque. Su vida se había extinguido en el mismo instante en que la maldición expiro.
Mire a Zev y nuestros ojos se cruzaron, asintió. La verdad es que desde el momento de la unión, no habíamos necesitado apenas palabras entre nosotros para entendernos perfectamente, eso no quiere decir que no habláramos o que no nos riéramos, pero en los momentos graves como este, nuestras mentes trabajaban como una sola mente, por lo que no necesitábamos las palabras. Entre los dos lo levantamos del suelo y con esfuerzo fuimos llevándolo por la ciudad enterrada hasta donde habíamos encontrado el mausoleo elfo. Cuando llegamos a la antecámara del mausoleo, la puerta estaba cerrada, no habíamos intentado abrirla, no tenía sentido que entráramos en un lugar al que debíamos cierto respeto. Pero ahora si íbamos a entrar, habíamos decidido que Zathrian descansara con nuestros antepasados, había cometido errores, pero todos cometemos errores, además quiénes éramos nosotros para juzgarlo.
Estudie el altar que había en un rincón, estudie sus dibujos y formas, después fuimos hasta la fuente e intente reproducir el ritual que indicaban los dibujos, que aun que borrados por el tiempo se podían llegar a leer, fácilmente. Una vez que realizamos el ritual la puerta del mausoleo se abrió, dándonos paso a una sala con sarcófagos grandes y en medio había una losa de piedra, no deseábamos perturbar nada en el lugar, por lo que dejamos el cuerpo de Zathrian tendido en la losa. Zev le cerró los ojos y después dio un paso atrás para pasarme el brazo por encima de los hombros, abrazados estuvimos haciendo guardia delante del cuerpo, un poco de tiempo, después partimos hacia el campamento Dalishano a comunicarles la noticia de la muerte de Zathrian y del fin de la maldición.
Por acuerdo mutuo, ni Zev ni yo íbamos a contar toda la verdad, pues a veces en los peores momentos cuando todo es oscuridad, se necesita algún héroe aunque este sea imaginario, por lo que dejaríamos que Zathrian lo siguiera siendo para su clan en las próximas generaciones.
De todas formas tampoco nos sentíamos capaces de juzgar lo que había hecho, pues si lo pensábamos fríamente, hubiéramos hecho lo mismo de habernos encontrado con nuestros hijos en ese estado y a nuestro pueblo arrasado por unos monstruos. Solo esperaba que la experiencia les hubiera enseñado el resultado de sus actos y que no todos los elfos éramos tan vulnerables ni tan fácilmente derrotados, como muchos humanos pensaban. Pero esa era una guerra para otras generaciones, nosotros ya teníamos más que suficientes batallas con las que habíamos tenido que enfrentar y las que aun nos quedaban por vivir.
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