viernes, 10 de septiembre de 2010

Neshama una bruja diferente 31


Capítulo 31

Nuestra llegada al campamento Dalishano, fue por un lado feliz pues la maldición había desaparecido y por otro de profunda tristeza al saber de la muerte de Zathrian. Lanaya nos salió a recibir, diciendo que había sentido la muerte de Zathrian cuando se produjo. Le dijo Zev que había muerto con valor y coraje para terminar con la maldición que les aquejaba. Lanaya nos prometió que se comprometía a ayudarnos con la Ruina y que tendría un ejército preparado para cuando tuviéramos que enfrentarnos al Archidemonio. Que había mandado exploradores en busca del resto de los clanes Dalishanos que vivían en Feraldan, nos pregunto si deseábamos mandar algún mensaje a nuestro clan, le dije que cuando los encontrara les dijera que estábamos bien y que les echábamos de menos, aunque sabía que no les encontrarían, pero pensé que era lo correcto.
Pocos días después partimos hacia Denerim, no estaba lejos pero aprovecharíamos la distancia para preparar nuestra nueva visita, no queríamos las sorpresas que habíamos tenido la última vez.
Habían pasado más de tres meses desde que estuvimos en la ciudad, ahora volvíamos pero de incognito total y al volver solos Zev y yo, estábamos mucho más seguros que la primera vez que nos habíamos aventurado en sus calles y plazas. Porque los tatuajes nos habían dado un aspecto totalmente distinto, de hecho dudaba mucho que la gente nos pudiera reconocer. Aunque Zev insistió en que posiblemente los Cuervos estuvieran esperándonos allí, no lo contradije, él los conocía mucho mejor que yo y sabia como actuaban y cuáles eran sus patrones de comportamiento. Ort nos había estado hablando de la forma con la que podíamos despistarlos definitivamente, pero yo tenía la teoría loca que los tatuajes les despistarían más que cualquier otra cosa. Según Ort con la magia de la transformación y la ilusión podía llegar a crear la ilusión en los miembros de los cuervos que nos enviaran, de que Zev estaba muerto, era algo que no me apetecía realizar ni aunque fuera de mentira, me daban escalofríos cada vez que lo pensaba. Pero también era posible que Ort tuviera razón y que fuera la única manera de conseguir eludirlos definitivamente. Definitivamente decidí que ese puente lo cruzaríamos cuando llegáramos a él.
Teníamos muchas cosas que hacer, lo primero era localizar mi filatelia que los templarios habían traído ha Denerim. Tenía que ser destruida si queríamos tener un futuro para nosotros y para nuestro hijo, no había otro camino. Ort había podido saber que se encontraba en los sótanos de la capilla de Denerim. En un intrincado laberinto de pasillos y habitaciones, pero necesitaríamos saber en cuál de las habitaciones se hallaba, porque una vez dentro no tendríamos tiempo para andar buscándola habitación por habitación. Pero si nos había hablado de un grupo de magos independientes, que tenían comprados algunos de los templarios con Lirio. Una sustancia que la capilla les obligaba a ingerir para conseguir poderes mágicos y que solo se daba en el reino de los enanos, aunque la capilla les obligaba a convertirse en adictos, a su vez les racionaba el lirio para así poder controlarlos.
Estos magos que vivían alejados de las torres y de la capilla, usaban el lirio como moneda para comprar información de los templarios, así de esa manera se podía llegar a saber donde estaba mi filatelia, aunque si por un precio elevado. El lirio es una sustancia difícil de conseguir, solo se encuentra en el reino de los enanos y en los caminos de las profundidades de la tierra, no sale barato, ya que la capilla controla el 90% del lirio que sale del reino enano, pero el oro no era exactamente un problema para nosotros, ni por lo que se ve para estos magos independientes. Ort nos había dado el nombre de un contacto y su ubicación cerca del mercado de Denerim, así que allí seria nuestra primera parada.
Luego veríamos como conseguíamos comprar el barco, contábamos con la amiga de Zev, si es que no se había marchado en busca de tierras más tranquilas.
Llegamos al anochecer del tercer día, íbamos a alquilar una habitación en una posada de los suburbios cerca del mercado, aunque era arriesgado necesitábamos un lugar donde permanecer que no llamáramos demasiado la atención. Si bien podíamos habernos quedado a pasar la noche en el acantilado que existe detrás de Denerim, era seguro que por allí debían de pasar gentes y seguro que más de un barco lo usaba para contrabandear mercancías con algunos mercaderes, ya que la cala se prestaba a ello. La otra opción era tan peligrosa como la primera, pero la primera tenía la ventaja que si manteníamos el teatro pasaría por la realidad. Había estudiado mas afondo la transformación y con un poco de ilusión podía fácilmente hacerme pasar por una humana bajita, pero humana, con lo que conseguiríamos pasar mucho mas desapercibidos. Por mis pocas conversaciones con Morrigan, sabía que ella no lo consideraba útil, claro que ella siempre pasaba por humana, no tenía la necesidad de pasar desapercibida como nos pasaba a nosotros. Dos elfos en solitario, alquilando una habitación de una posada levantaría demasiadas preguntas.
Daba por sentado que Alistair no había llegado aún a Denerim, si lo había hecho en solitario, era seguro que estaba hospedado en las mazmorras del Fuerte Drakon. Si así era, posiblemente anduvieran buscando a dos elfos, sabia positivamente que Alistair habría contado hasta la última de las cosas que habíamos hecho. En el fondo de Alistair existía el niño que no había crecido y ese niño tenía miedo a cualquiera que fuera más fuerte que él. La mayor desgracia que podía haberme dado el destino, fue un compañero como guardia gris que no había madurado lo suficiente como convertirse en un hombre. Había sido criado en el entorno de la capilla, para los templarios es una burbuja contra el mundo, para los magos es una pesadilla terrorífica de la que no puedes despertar.
Para esa primera noche pensamos que la cala serviría, a la mañana siguiente haríamos nuestra aparición en la ciudad de Denerim. Me transformaría en humana, con esa imagen podríamos alquilar una habitación en la posada que estaba junto al mercado, que si bien no era de gran lujo, si tenía cierto estatus. Ya que si íbamos a representar el papel de una gran dama con su guardaespaldas, necesitaríamos un lugar acorde. En el camino habíamos encontrado una caravana de mercaderes, a los que le habíamos comprado un vestido de mujer con ribetes y bordados, muy femenino que serviría a las mil maravillas, aunque había tenido que ajustarlo a mi estatura, no hay humanas tan bajitas como yo, pero cuando me transformaba quedaba perfecto. Gracias a los Creadores que no necesitaba armadura para luchar, sino hubiera tenido un serio problema.
Esa noche la pasamos en la cala que nos traía tan buenos recuerdos, era un lugar hermoso. Estuvimos despiertos casi toda la noche, hablando de la primera vez que habíamos descubierto el lugar, de los sentimientos que habíamos tenido y de los que ahora teníamos, dándonos cuenta que habíamos crecido, que el enamoramiento del principio había crecido hasta el punto de convertirnos en uno.
Ninguno de nosotros lo dijo, pero el temor de lo que pudiéramos encontrar en la ciudad estaba dentro de nuestros corazones, eran demasiados enemigos esperándonos a errar para tragarnos.
Zev siempre había vivido el día a día por su profesión y porque era lo que le habían enseñado. Ahora también sabía que habían puesto precio a su cabeza, que posiblemente hubieran enviado a su amigo Taliesen a capturarlo, esto hacia que nuestra labor, se le hiciera mucho más penoso, pues si bien en los “Cuervos” no había tenido amigos ni amantes verdaderos, Taliesen había sido lo más cercano a un amigo que había estado con él más tiempo. Yo sabía que no quería tener que enfrentarse a él, lo sabía y lo comprendía, le propuse que se quedara a las afueras de Denerim, se negó en rotundo, jamás me dejaría sola ante el peligro, por lo que se negó hablar absolutamente de que le dejara fuera de la ciudad.
Yo… no había pensado más allá del ayer, como maga sabía que mi vida pendía de un hilo muy fino, que estaba sujeto a los caprichos de la capilla y sus templarios que en cualquier momento podían decidir que era más una molestia que mejor estaba muerta. Ahora sabía que en mi persona guardaba secretos que jamás podrían llegar a saber los humanos, que si alguna vez había tenido alguna oportunidad de vivir ante el hecho de ser capturada, ahora sabia que jamás podría entregarme con vida, no solo por mí, sino por aquello que existía dentro de mí.
Cuando el amanecer nos alcanzo, nos encontró durmiendo abrazados. Los primeros rayos del sol nos despertaron. Recogimos nuestras pertenencias y después me vestí con el vestido que habíamos comprado, me recogí el pelo en la moda que había visto en muchas humanas, después me transforme, recuerdo que Zev me dijo.
-- Me gustas más en tu verdadera imagen, aunque seas más pequeñita. Convertida en humana, es como si hubiera perdido a mi chica y eso…
-- ¿A sí que no me darás un beso si estoy de esta manera? – le saque la lengua intentando hacer una broma para aligerar su seriedad.
-- Eso si que no, debajo de ese disfraz sigues siendo mi amor pelirrojo, no te vas a escapar tan fácilmente.
Me sonrió y después me beso, le bese de vuelta abrazándole. Sabía a que se refería, era el mismo miedo que yo sentía a crear la ilusión de su muerte, que aunque supiera que era mentira, no podía dejar de estremecerme como si fuera una premonición fatídica. Le amaba de una manera que jamás pensé que se pudiera llegar amar, no podía pensar en un mañana sin Zev, aunque todo lo demás se hiciera realidad, sin él no habría un mañana para mí.
Comenzamos a subir el acantilado, pero con la falda del vestido se hacía casi imposible, por lo que Zev tuvo que ayudarme a llegar a la parte alta y al camino que daba a la puerta de Denerim.
Con las mochilas a cuestas llegamos a la entrada de Denerim, allí Zev me dijo que era mejor que el tomara mi mochila, que si no iba a quedar un tanto raro, se la di. Había querido usar una ilusión en Zev para que pasara por humano, pero no podría mantenerla durante mucho tiempo. No me gustaba la idea de que lo tomaran como un sirviente, me ofendía profundamente, pero Zev me convenció, de que solo era una simple farsa, que a él no le importaba realizar.
En la torre de los hechiceros, había existido racismo, pero se daba mucho mas entre los templarios, los magos, humanos y elfos al estar todos en el mismo bando no había espacio para racismos y para protegernos, por lo que solo había comenzado a sentir autentico racismo a partir de mi marcha de la torre, si es verdad que existían muchos magos como Wynne y que estos siempre estaban a los pies de los templarios, pero por eso mismo se ganaban la enemistad y desconfianza de todos. Cada día que había pasado fuera de la torre de los hechiceros, mi odio por los humanos había ido creciendo, cada vez me daba más cuenta que necesitábamos una guerra, una lucha abierta que nos ganara el respeto de los humanos o como mínimo su miedo. Pero como he dicho antes, nosotros ya teníamos más que suficientes batallas que luchar, no podíamos crearnos más enemigos, ni luchar más batallas. Y ahora… ahora tendría que pactar con esos hipócritas y estúpidos Arls, todos ellos humanos por supuesto. Sentía repulsión con solo pensarlo, pero tendría que hacerlo y conseguirlo si realmente quería tener un futuro, para nosotros tres.
Llegamos a la posada y alquile una habitación, lo primero que me dijeron fue, que mi sirviente no podía alojarse junto conmigo. Zev tuvo que golpearme varias veces el pie para que no saltara a la garganta del tipo y le cortara su asqueroso cuello. Le dije que Zev era mi guardaespaldas, no mi sirviente y que su obligación era permanecer a mi lado, que si eso suponía un problema, entonces iría a otra posada que no tuvieran tantos perjuicios con sus inquilinos, por supuesto llevándome todo mi oro a otra parte. Al final accedió cuando vio suficiente oro en la mesa como para no poder negarse, si hubiera sabido lo que había en mi mente se hubiera congelado, porque lo que realmente quería ponerle encima de la mesa, no le hubiera gustado ni un poquito.
Dejamos las mochilas en la habitación ya que no contenían nada que tuviera algún valor, después salimos a la plaza del mercado, dispuestos a realizar nuestro trabajo.
Buscamos al contacto de los magos independientes, tuvimos que dar alguna que otra vuelta para encontrarlo, al final lo encontramos escondido en un callejón, cerca de la capilla, ironías de la vida, porque la pared en la que estaba apoyado era el muro de la capilla. Sin muchos preámbulos le hice la señal convenida entre los magos independientes, se trataba de un simple hechizo de luz, algo muy simple que no requería ningún tipo de poder mágico especial, pero que sin magia no podrías llegar hacer nunca. Los templarios aun los que usaban más lirio no podían reproducir ese tipo de magia, ya que la capilla solo les enseñaba la magia de ataque y defensas mágicas, de todas maneras esa magia estaba fuera de su alcance, aunque un niño con magia en su sangre podría llegar a reproducir fácilmente.
Después de que ambas partes quedáramos conformes de que éramos quien decíamos ser. Pase a exponerle lo que necesitábamos, al principio se asusto, pero como dio por hecho que era una humana, no me interrogo demasiado, me pidió unas dos horas para averiguarlo y una cantidad elevada de oro. Cuando habíamos ido a buscarlo tuve dudas de si seguir manteniendo mi transformación humana o pasar a ser quien era, al final había decidido que si el mago en cuestión descubría mi transformación siempre podría excusarme con el hecho de que habían puesto precio a nuestras cabezas.
Pero definitivamente estaba en lo correcto al mantener mi apariencia humana, por que la transacción y el pago de la misma resulto mucho más fácil y más barato, había descubierto que para los elfos todo era infinitamente más caro y más difícil de conseguir. Un punto más a favor de que debíamos hacer algo, que los elfos realmente no podíamos seguir existiendo en ese estado de opresión. En el mercado también nos enteramos que la elferia estaba cerrada, supuestamente por algún levantamiento, me costaba imaginar a esos elfos crecidos entre humanos revelándose contra sus opresores.
Por sugerencia de Zev compramos dos armaduras oscuras, ya que las armaduras Dalishanas tienen grabados y trabajos claramente de ellos, además solían ser de colores claros, para ocultarte en una ciudad necesitas colores muy oscuros y si es posible negros. Después de recoger la información que el mago independiente nos proporciono, volvimos a la posada, Zev se cambio la armadura y yo me vestí con ella.
Ahora tocaba salir de la posada sin ser vistos, bueno como mínimo yo no podía ser vista en armadura, hubiera levantado muchas preguntas indeseadas, además para usar magia ofensiva y defensiva necesitaba recobrar mi verdadero cuerpo, por lo que tendría que abandonar la transformación y deshacer cualquier ilusión que hubiera creado en mi persona, para tapar los tatuajes tan claramente Dalishanos. Zev abrió la ventana que había en la habitación, era un primer piso que daba a un callejón donde apenas pasaba gente, ya que era tarde. Me fije en el canalón que bajaba a la calle y propuse que podía bajar por él, también con suerte podría volver a subir ya que realmente nunca había pesado demasiado. Zev asintió y dijo que el saldría por la puerta de la posada, así no habría especulación de si habíamos dormido juntos en la misma habitación. Le sonreí, me importaba cada vez menos lo que los idiotas humanos pensaran, pero él considero que era mucho mejor. Zev siempre muchísimo más práctico que yo, me demostraba cada segundo que pasaba a su lado que sin él, jamás hubiera salido con vida de esa aventura.
Zev salió de la habitación y de la posada, aunque lo podía sentir, algo me aprisiono el corazón, no quería perderlo de vista, una alarma silenciosa dentro de mí, me decía que Zev corría muchísimo peligro en Denerim. Cuando volví a verlo debajo de la ventana, sentí alivio y felicidad, se que suena idiota, al fin y al cabo estábamos en una guerra, con muchos frentes abiertos, sabía que podíamos morir en cualquier momento, pero una cosa es saberla y otra muy distinta es aceptarlo. Al verlo llegar me deslice por el canalón hasta el callejón, donde Zev me cogió en el último trecho. Después volviendo a transformarme en humana, cruzamos la plaza y llegamos a la capilla, en ella remoloneamos haciendo tiempo para que se vaciara lo máximo posible, además debíamos encontrar la entrada al sotano. Zev ya había localizado la puerta por la que podríamos bajar a los sótanos y nos habíamos colocado en la posición más cercana a la puerta. En ese momento escuchamos una conversación entre dos templarios, que nos congelo el alma.
El templario que parecía tener mayor graduación le estaba preguntando al otro, bastante más joven.
-- Así que es cierto, han atrapado al último de los Guardias Grises que asesinaron al Rey Cailan. También he escuchado que es el hijo bastardo del Rey Maric, creo que lo han llevado al fuerte Drakon.
-- Si así es señor. Tienen intención de interrogarlo antes de ahorcarlo por tracción. Tengo entendido que lo ha…
Sentimos los pasos apresurados, Zev que estaba mirando hacia el lugar de donde provenía el sonido, me dijo telepáticamente.
-- No te gires, es Leliana, viene seguida de Wynne.
Le mire sobresaltada, eran las últimas personas que deseaba ver y menos en aquel lugar. Disimuladamente me tomo de las manos y me las acaricio, intentaba calmarme. Cuando estas llegaron a la altura de los templarios, oigo la voz de Leliana decirle al templario mayor.
-- Si, yo mate a la otra Guardia Gris, por eso os fue tan fácil capturar a Alistair. También se que es el hijo bastardo del Rey Maric, por él y por qué Wynne así me lo confirmo, también se dijo en la reunión a la que asistimos en el castillo de Risco Rojo.
Con la expresión de felicidad y satisfacción pintadas en su rostro Wynne dijo.
-- Por supuesto que es cierto que es el hijo bastardo del Rey Maric. La otra Guardia Gris dudo mucho que siga con vida, aunque los dos escaparon, elfo y ella estaba muy mal herida, pero es una maga potente, así que yo no descartaría que siguiera viva Leliana. Esos elfos parecen tener siete vidas como los gatos. Bueno de todas maneras cuando venga el Comandante templario Gregory de la torre de los hechiceros, el podrá rastrear a la maga con la filatelia, además la conoce en persona.
Todo eran malas noticias y en el peor de los momentos, me levante del banco donde hacía que rezaba y despacio por el lateral de la capilla salimos al mercado. Teníamos que volver a entrar, fuera como fuera, teníamos que destruir la filatelia esa misma noche. Había sido un milagro que hubiéramos llegado con tiempo de detener el desastre total. Zev a mi lado estaba nervioso, sentía que se revolvía y que cada poco tiempo me rozaba la mano, signo claro de su estado de nervios, aunque nadie que no lo conociera muy bien se daría cuenta.
Vagamos un rato por el mercado hasta que encontramos la casa del hermano de la capilla Genitivi, llamamos a la puerta y nos atendió un hombre que dijo ser el asistente de Genitivi, después de darle vueltas y vueltas a las historias cada vez más extravagantes que nos conto y cansados de que nos dijera mentiras, se lo hicimos saber. Le falto tiempo para atacarnos intentado matarnos con… magia. Sonreí le desbancamos en un momento, después registrando la casa encontramos el cadáver del verdadero asistente, estaba muerto y liado en una alfombra en el dormitorio, allí también encontramos el diario de Genitivi y algunas anotaciones de que iría a visitar un pueblo llamado Refugio. No era mucho, pero ya teníamos una idea real de por donde comenzar a buscar la famosa Urna si es que existía, algo que yo ponía en duda.
Cuando salimos de la vivienda del hermano de la capilla, había anochecido, las calles se habían vaciado y solo algunas que otras sombras caminaban disimuladamente, cubriendo sus huellas con las sombras de las casas. Zev me tomo de la mano y en silencio nos camuflamos con la oscuridad existente, así llegamos a la capilla, entramos en ella por una puerta lateral, ya no había nadie, solo alguna que otra vela colocadas en lugares que solo los religiosos de esa religión sabían. Caminamos medio escondidos entre los bancos donde la gente había orado más temprano, hasta la puerta que comunicaba con los sótanos.
Allí Zev forzó la cerradura y conseguimos llegar hasta unas escaleras que bajaban al sótano. Una vez abajo y en el laberinto de pasajes y habitaciones, siguiendo el mapa que nos había dado el mago independiente llegamos hasta el santo sanctórum donde guardaban las filatelias de todos los magos que vivían en Feraldan. Pensé que en ese enorme lugar sería casi imposible detectar mi filatelia, pero Ort me había asegurado que solo tenía que concentrarme para sentirla, así lo hice, fue extraño, pues supe en el acto en qué lugar estaba colocada, la encontramos sin ningún problema, después de destruirla, limpiar la sangre fresca y guardar los cristales que se habían formado al romperse, volvimos por donde habíamos venido, hasta llegar a la plaza del mercado y al callejón de la posada, subir por el canalón y alcanzar la habitación fue relativamente fácil. No habíamos tardado más de una hora.
En ese momento nos dimos cuenta que nos enfrentábamos a un gran dilema, esa misma noche debíamos abandonar Denerim definitivamente, no solo era peligroso, sino estaba claro que era mortal para nosotros dos. No sabíamos a quien creería Loghain, si a Wynne o a Leliana, pero por la procedencia de esta última dudaba mucho que la hiciera mucho caso, por lo que seguro seguiría la recomendación de Wynne que decía que estábamos vivos.
Luego también se nos planteaba otra pregunta más importante, ¿Dónde estaban Morrigan y Sten? No sabíamos la respuesta a esa pregunta, pero la verdad es que no quería abandonarlos a los cuidados de los torturadores reales. Alistair era un profundo idiota, pero tampoco se merecía terminar colgado de una horca, solo por haber sido un pardillo y no haber escuchado a quien realmente no le quería hacer daño, aunque no confiara en él. Según había escuchado hablar a Leliana y después a Wynne me jure que esas dos morirían antes de que la Ruina terminara, no sabía como lo haría, pero era algo necesario, las víboras de ese calibre no deben vivir.
Nos quedamos unos momentos en total silencio, mirándonos a los ojos, discutiendo mentalmente si realmente debíamos marcharnos y abandonarlos a su suerte o por el contrario debíamos rescatar a Alistair y buscar como fuera a Morrigan y Sten, si es que no estaban haciendo compañía a Alistair en la mazmorra.
Estaba claro que Leliana y Wynne habían conseguido escapar o simplemente los habían traicionado, no lo sabía, tampoco me importaba mucho. Con Leliana tenía una cuenta de sangre que no iba a olvidar por más tiempo que pasara, además quería saber si realmente los había traicionado. Con Wynne… bueno con la maga tenía más de una cuenta, y algunas eran sumamente viejas, me las iba a cobrar todas juntas. También era cierto que Alistair tenía la peor cuenta de todas, había intentando matar a Zevran y eso jamás se lo perdonaría, tarde o temprano lo pagaría muy caro. Pero si quería el apoyo del Arl de Risco Rojo Eammon lo necesitaba vivo y a mi lado, aunque fuera solo como un títere.
Nos estábamos comunicando telepáticamente, ya que nos habíamos dado cuenta que la posada tenia paredes de papel. Zev me tenía abrazada y me apoyaba en su cuerpo, los dos estábamos cansados y teníamos sueño, eso entorpecía nuestro razonamiento.
-- Zev cariño, una cosa me queda clara, tenemos que dejar la ciudad esta noche, pero también necesitamos información, toda la información que podamos recabar en los bajos fondos, el problema es que no conozco la ciudad y tu apenas la conoces, necesitamos ir algún lugar donde podamos comprar esa información.
-- Podríamos ir al burdel la Perla he oído que es famoso en Denerim, si allí no conseguimos comprar información no lo conseguiremos en ninguna parte de la ciudad. Aunque preferiría sacarte de Denerim, esos templarios no tardaran en atar cabos y darse cuenta que han robado en las salas de los sótanos, cuando salimos intente volver a cerrar la puerta aunque no pasara desapercibida mucho tiempo, es posible que pase algún día sin que se den cuenta que ha sido forzada, pero cuando lo descubran sabrán que hemos sido nosotros.
-- Lo sé Zev, pero no podemos dejar a Morrigan y a Sten en las mazmorras, además necesitaremos a Alistair por idiota que sea, no deja de ser nuestra única baza con respecto a los humanos y a ese tonto Arl de Risco Rojo. Aunque si por mi fuera le dejaría un rato largo en esas mazmorras, aun no he olvidado la imagen que vi, antes de que saliéramos del campamento. Ni la he olvidado, ni la he perdonado. Pero… pero tengo miedo de andar por los bajos fondos y que los “Cuervos” nos encuentren, hasta ahora hemos pasado desapercibidos, por qué no nos hemos dejado ver demasiado, pero si ahora necesitamos empezar hacer preguntas tendremos que volvernos visibles. Y habrá lucha de eso estoy segura.
-- Lo sé mi amor. Haremos lo que tengamos que hacer y saldremos los dos con vida. No permitiré que te ocurra nada, te lo jure ¿recuerdas?.
-- Si me acuerdo.
Apoye mi frente contra su frente y cerré un instante los ojos, sentir su calor y su olor me embriagaron, lo disfrutamos unos pocos segundos, pero en verdad no teníamos tiempo para nosotros.

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