miércoles, 27 de octubre de 2010

Neshama una bruja diferente 45 D


Capítulo 45 D

Hacia un siglo que Ort había descubierto que los engendros tenebrosos habían encontrado a su compañero y los había convocado al “Velo” para hablar con ellos. Ral se había presentado en su Clan como aquella vez en la aldea elfica de Galen, casi venido de la nada apareció. Con su hermano Theron y su compañero Eriel con ellos, Ral se los había llevado a los cuatro al “Velo” y allí habían conocido la noticia de que Bhalam había sido hallado por los engendros tenebrosos y que si no conseguían una niña con empatía, que pudiera gestar un bebe. Para cuando los guardias grises mataran el cuerpo infectado de Bhalam, la infección le obligaría a su esencia a transportarse al cuerpo del guardia gris y las dos esencias quedarían destruidas, por esa razón necesitaban a un bebe nonato que pudiera albergar el alma de Bhalam, para volver a nacer sin infección y tal como era. Si destruían la esencia de Bhalam, destruirían no solo a Ort que ya estaba fuera de toda resistencia, sino que destruirían y exterminarían al pueblo elfico.
Theron y Eriel se habían autonombrado los buscadores de su parte femenina de la unión para poder tener la hija que tanto Theron como Eriel hacía siglos deseaban y también poder ayudar a Ort y a su pueblo. Ellos eran los más adecuados, porque Theron era quien había conseguido mantener su empatía totalmente funcional y potente, Ral había perdido misteriosamente casi toda su empatía.
Muchos años después Ral llevo a Yan al “Velo” para presentarle a la hija de Theron y Eriel, al verla aquella niña elfa pequeñita, toda sonrosada, con su pelo rojo y sus ojos verdes chispeantes de travesura, reconoció a su compañera de vida y ella le reconoció también, fueron las mejores horas de su vida. Estuvo con ella casi todo el tiempo, los demás dejaron de existir, ella se convirtió en realidad en su mente y en su corazón renació el amor que había invernado durante tantos y tantos siglos, oculto para no ser destruido. Cuando llego la hora tener que volver a la “realidad”, Neshama que era como se llamaba su compañera, se negó a marcharse con sus padres, quería quedarse con él, fue Yan quien la aseguro que la buscaría y estarían de nuevo juntos, que se fuera con sus padres que ellos la mantendrían segura mientras él viajaba a su encuentro.
Al volver a su cuerpo del viaje al “Velo”, comprendió que tendría que volver a tierras humanas, lo antes posible, quería tener a su compañera protegida, tenía que solucionar todos los problemas del Clan y una vez solucionados emprendería el regreso a la tierra de los humanos. Tardo mucho más tiempo del que se había imaginado, hasta que un año y medio después Ral le envió un mensaje con su forma peculiar de comunicarse a través de los arboles, diciendo que Neshama había sido secuestrada por los templarios y llevada a la torre de los hechiceros.
Que Ral estaba en tierras humanas, había ido por que Theron y Eriel tenían problemas en el Clan de la madre de Neshama. Clan en el que habían vuelto a encontrar al nefasto Ian viviendo entre ellos, que a pesar de que Ral le había pedido encarecidamente a Theron que se marchara habían permanecido en el, por que Marethari era la compañera de ellos dos y la madre de Neshama. Ian los había vendido a los templarios y que Theron y Eriel estaban muertos y Neshama había desaparecido dentro de la torre de los hechiceros. Pero que tenía una informadora que había sido su amante, una elfa maga que había ido a la torre hacia algunos años, que ella cuidaría de Neshama. La noticia volvió loco de dolor a Yan.
Yan no quiso escuchar a Ral más. Convoco una reunión del Clan y les dijo que se iba a tierras humanas a rescatar a su compañera de vida, todo el clan se negó a dejarlo partir solo y se unió a él en su exodo hacia las tierras malditas. Allí se encontraron y se unieron a los pocos miembros del Clan de Ral.
Ral consiguió convencerlo para que no atacara la torre de los hechiceros, aun así Yan se quedo a vivir cerca de ella, desde sus montes él veía las ventanas de la torre y soñaba en ser un pájaro que fuera capaz de llegar hasta ella. Su clan para no levantar sospechas viajo por todo Feraldan, mientras Yan hacia su guardia frente a la torre, esperando verla aunque solo fuera de lejos asomarse a una de las ventanas.
Dos años después de que volvieran a las tierras de los humanos, consiguió verla en una huerta que tenían los magos detrás de la torre, era lo más lejos que la dejaban ir. Había sobornado a todos los que podía, para tener información de la torre y de Neshama, desde ese día, la vio cuando ella se asomaba a las ventanas, parecía tan triste y sola, que le rompía el corazón, le hubiera encantado poder decirla que la esperaba, que siempre estaría allí, esperando a que pudiera salir, que la amaba, pero no podía decirla nada, ella posiblemente ni se acordaría de él, además era más seguro para ella que no supiera de su existencia. Sabía que Ral había tenido razón al retener su ataque a la torre, solo hubiera creado un baño de sangre para su gente, algo que Yan no haría nunca, pero no podía respirar ni vivir hasta que la tuviera con él segura.
Se pasaba las noches y los días contemplando la torre de los hechiceros, esperando volver a ver a Neshama, quería entregarle su amor, quería hacérselo llegar, para borrar su semblante triste y su soledad, pero sabía que no debía recordarla su existencia, aun así sentía la necesidad de envolverla en amor.
Había sobornado a un templario con lirio, una sustancia que usaban los humanos para poder emular la magia que existía en las venas de los elfos. Le soborno para que entregara a Ilanda la maga elfa que había cuidado a Neshama, una gema elfica engarzada en un cordón, no tenía valor físico, había sido de su madre, era la única posesión que le quedaba de sus padres, pero deseo que la tuviera su compañera, así que le pidió a Ral que le dijera a Ilanda que le haría llegar la gema y que era para Neshama.
Hacía casi dos mil años que llevaba colgado la gema que su madre le había dado el día en que murieron, la había acariciado recordándolos infinitas veces. Nunca fue capaz de olvidar el final de sus vidas, plagaron sus noches de pesadillas y sus días de memorias indeseadas. Pero la gema le hablaba de otros recuerdos, recuerdos que lo habían conseguido mantener vivo y cuerdo, del amor que se habían profesado sus padres y del amor que le habían profesado. Decidió que debía dársela a su compañera, intento evocar el amor que había sentido por ella, el día que la conoció en el “Velo” mientras la gema se impregnaba de su amor y del recuerdo que iría a por ella, que la rescataría, que estaría ahí para ella siempre.
El día en que Neshi fue llevada de la torre para convertirse en guardia gris, fue muy triste para Yan. Se entero tarde, el templario al que sobornaba en aquella época le dio la información demasiado tarde. Cuando se puso en camino hacia Ostagar, ya se había desvanecido todo rastro de Neshama. Al llegar y encontrarse que los engendros tenebrosos habían invadido el lugar, busco información disfrazándose de sirviente elfo, en todos los lugares posibles. Unos le decían que habían muerto todos los guardias grises, otros que habían sobrevivido dos guardias y que uno de ellos era una elfa maga. No sabía que pensar por lo que volvió a su Clan con el corazón muerto y así había permanecido, hasta que los encontró a Zev y a Neshi en el maldito Clan Marethari.
Ahora los sentía de verdad, ahora era capaz de envolverlos en todo el amor que había guardado para ellos durante todos sus siglos de espera. Dejo que su esencia se disolviera con la de ellos, pasando a formar parte de su unión, sintiendo su amor por ellos envolviéndoles, les entrego todo lo que había sido y todo lo que era, sin retener nada para sí mismo.
Los deseaba físicamente muchísimo, hacia tantos siglos que no había sentido el roce de la piel de nadie en su piel, las caricias de un amante que todo en él temblaba de necesidad y de ansiedad, pues los necesitaba físicamente tanto como los necesitaba espiritualmente.
El ritual de unión se había llevado a cabo, formaba parte de ellos y ellos eran parte esencial de él.
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Zevran
Cuando me uní a Yan tenía miedo, miedo de perder a Neshi, miedo de que Yan me rechazara, por mi pasado. Pero al ver su vida, reconocí en Yan un espíritu afín al mío éramos sumamente parecidos, la diferencia era que Yan no hablaba y yo podía hablar en cualquier momento, siempre sin decir nada de lo que realmente sentía. Mientras yo me ocultaba detrás de las palabras, Yan se ocultaba detrás del silencio.
No podía imaginar lo que una vida así de larga, podía ser vivirla en silencio, ocultándose de todos y en todos los momentos. Yo en cambio había tenido muchos amantes, por mi profesión y por placer, pero él se había negado a vivir, había sido un fantasma caminante.
Descubrí que mis miedos infundados, mis “celos” ante la posibilidad de perder a Neshi, solo habían ocultado mi atracción y fascinación por Yan, incluso diría que me había ocultado a mi mismo que me estaba enamorando de él. Quería sentirlo, quería hacerle feliz y quería hacer el amor con él. En definitiva quería aprender amarlo como amaba a Neshi.
Quería pasar a formar parte de él como él formara parte de mi, tanto físicamente como espiritualmente mientras nuestras esencias se fusionaban en una. Por eso cuando el ritual de unión concluyo, me encontré a mi mismo acariciando su cuerpo, deseando sentirlo en mi y que él me sintiera.
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Neshi
Contemplar la larguísima vida de Yan, su sufrimiento y su dolor, tan profundos y tan arraigados que eran parte de Yan. Allí había tantas y tantas cicatrices, como en Zev. Eran sumamente parecidos, tanto que no pude evitarlo sentí amor por Yan igual que sentía amor por Zev, le envolví en amor y comprensión, sabía que lo necesitaba y nosotros lo necesitábamos a él.
En todos los años que estuve encerrada en la torre, Yan había estado allí en el lago Calenhad, esperando verme en alguna ventana o cuando conseguía salir al huerto. Hubiera sido maravilloso conocer su existencia. Sabía que tanto Eriel como Yan habían evitado que lo supiera o que lo recordara por mi propia seguridad, pero en mis largas noches y días en la torre hubiera muerto gustosamente por recordar a mis padres o por recordar la existencia de Yan.
Recordé el día que Ilanda me había dado la gema elfica, yo era muy niña, no se quizás ocho o nueve años, me dijo que era de un ser muy especial que me amaba profundamente, pero que debía guardarla en la bolsa mágica que ella me había regalado que ningún templario o mago debía de verla, por eso la escondí en la bolsa, por las noches la sacaba y intentaba saber quien había sido ese ser especial, pero no conseguía saberlo, solo podía sentir el amor inmenso que emitía la gema, pero no quien había sido su poseedor.
También recordé un personaje que había olvidado, en mis pesadillas siendo muy pequeña siempre había un espíritu blanco con los ojos azules, que conseguía que me volviera a sentir segura, siempre pensé que me invente su existencia, para evitar volverme loca. Con los años, la imagen idílica de ese espíritu había desaparecido aunque no el recuerdo de su amor envolviéndome. Ahora sé que el espíritu blanco era Yan, que siempre había estado ahí, esperando a formar parte de mí igual que yo formaba parte de él.
Cuando había abandonado la torre de los hechiceros y con todas las cosas que ocurrieron, no había recordado la gema que aun seguía en la bolsa mágica, sentía mucho mi olvido, posiblemente Yan se había dado cuenta que no la llevaba puesta y posiblemente le había dolido, aunque con su personalidad ahora sabía que si nunca la veía, jamás me diría nada de su existencia.
A mi padre Eriel no podría demostrarle mi amor, pero a mi compañero Yan si podía, y lo deseaba profundamente. Sentir su esencia entregándose tan enteramente que no había dejado nada para sí mismo, hizo que me enamorara mucho más profundamente de Yan, que mi amor por Zev se extendiera abrazando a Yan incluyéndolo en mi corazón. Dejando que mi esencia se fundiera con la suya y la de Zev. En definitiva convirtiéndonos en uno total y completamente.
Sentí que quería fundirme tanto físicamente como nos habíamos fundido espiritualmente. Le necesitaba, realmente los necesitaba a los dos, sin ellos mi vida no tendría ya ningún sentido.
Me di cuenta que el ritual de unión había concluido y volvía del trance empático.
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Cuando el trance empático había concluido, Yan estaba en medio de nosotros dos y nos abrazaba fuertemente contra su cuerpo, después de un tiempo largo dijo.
-- Creo que tenemos que seguir compañeros, Ral nos espera.
-- Pues va a esperar bastante más – dijo Zev antes de guiñarme un ojo y sonreírme.
-- Si ya lo creo que va a esperar – le respondí a Zev.
Aprovechándonos de que le teníamos en el medio comenzamos los dos a acariciándole, recorriendo su cuerpo con nuestras manos y nuestros labios. Zev me miro y le mire, con la mirada nos dijimos muchas cosas, Zev me sonrió pícaramente y después nos dedicamos a confortar a nuestro tembloroso compañero de vida.
Uniéndonos en un solo ser, fundiendo nuestros cuerpos como se habían fundido nuestras almas.

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