miércoles, 20 de octubre de 2010

Neshama una bruja diferente 45 B

Capítulo 45 B

En la batalla más cruenta de toda la guerra, Yan consiguió llevar a sus guerreros hasta retomar la ciudad que los humanos habían invadido, ganando una nueva “tregua” con los humanos.
Al entrar en la ciudad para ayudar a todos los elfos que se hallaban en ella, se encontró con piras de cadáveres de elfos masacrados, con cuerpos mutilados brutalmente aun vivos, con cientos de elfas que habían sido violadas y también había elfos, sobre todo los más jóvenes. Como había ocurrido en su ciudad cuando fue invadida, hacia más de un siglo.
Se maldijo mil veces por no haber conseguido tomar la ciudad antes.
Por lo que se ve era la tradición entre los humanos, aunque ellos afirmaban tener “la bondad y la luz” de su parte, supuestamente reprimían cualquier sentimiento sensual, pero por lo que se veía cuando se encontraban con otras razas esas represiones se liberaban. Las únicas palabras que a Yan se le ocurrían como sinónimos de humanos, eran crueldad, violencia, asesinato, violación y una larguísima lista de palabras a cual más terrible. Se pregunto muchas veces durante todos los siglos de contienda, si los humanos llamaban “bondad y luz” al reguero de cadáveres y destruición que dejaban a su paso.
Yan era un guerrero, nunca diría que aportaba luz a la vida, había matado muchas veces y mataría muchas más, pero nunca levanto un arma en contra de un humano indefenso, ni permitió que sus guerreros lo hicieran. No lo hacía porque los respetara, al fin y al cabo, habían sido ellos los que habían comenzado todas las guerras. La avaricia de los humanos no tenia limites, su “necesidad” de territorios y riquezas les hacia imparables. Pero tenía muy claro que el día en que permitiera o que hiciera lo que los humanos hacían, ese día dejaría de ser un elfo, dejaría de respetar la vida.
Lo peor fue cuando entraron en la biblioteca pequeña que había en la ciudad, la habían convertido en prisión y sala de torturas. Se habían ensañado con los custodios, los habían torturado hasta lo indecible y después los habían matado.
Hacía mucho tiempo que había perdido la sensibilidad para llorar, pero sentía que las lágrimas le resbalaban por las mejillas, pues su sabor salobre le llegaba a los labios, no le importo, sus compañeros de armas, sus guerreros curtidos en mil batallas, lloraban igual que él.
Lo que veían a su alrededor era tan despiadado, tan cruel, que cabía preguntarse, ¿qué tipo de seres habían tenido la desgracia de ir a caer a su mundo? Se ve que aquí con las prisas por huir, no les había dado tiempo hacer lo que era su tradición, que consistía en descuartizar a todos los elfos que encontraban en el lugar, fueran niños, ancianos, las únicas que a veces las dejaban vivir era a las elfas, aunque cuando descubrían que no podían fecundarlas, solían asesinarlas.
Abrió una puerta, no esperaba ya encontrar a nadie vivo en aquel lugar que había sido una biblioteca del saber, un lugar de reposo y conocimiento.
En la habitación había una pila de cadáveres desnudos y amontonados. Hubo algo que le llamo la atención, vio que entre los muertos alguien se había movía, se acerco para ayudar a quien hubiera conseguido sobrevivir aquel infierno. Al alargar la mano para coger la mano del elfo que se movía, cayó una mata de pelo negro al suelo. Un pelo que le traía muchos recuerdos, recuerdos de un día maravilloso en Arlathan, un día en que posiblemente había perdido una gran oportunidad, cuando aquel extraño elfo le ofreció su amistad. La mano estaba cubierta de heridas, las uñas estaban rotas y arrancadas. Se dio cuenta que el solo no sería capaz de sacarlo a tiempo, y grito pidiendo ayuda a sus guerreros, estos entraron y le ayudaron a levantar a los muertos que estaban por encima del elfo que aun seguía vivo.
Cuando consiguieron destapar el cuerpo, vieron la brutalidad de la tortura a la que había sido sometido, le habían arrancado parte del pelo, tenia uno de los ojos totalmente hinchado, el otro le había sido extraído dejando un agujero en el lugar donde debía de estar, ya que le habían cortado el parpado, una de las cejas estaba hundida, la nariz la tenia rota y los labios, habían sido partidos en varios sitios, incluso le habían llegado a cortar una oreja, el resto de su cuerpo estaba en peores condiciones. Yan quedo horrorizado al darse cuenta que a pesar de todas las torturas, de todas las heridas aun permanecía vivo, sin retardo lo transportaron al hospital improvisado que habían montado en una zona limpiada de la ciudad, eran solo tiendas de campaña, pero se les cuidaba lo mejor posible dadas las circunstancias.
Cuando uno de los sanadores empáticos llego hasta él y le levanto con mucho cuidado el parpado del único ojo sano que le quedaba, Yan pudo ver el color de su pupila era violeta, como había temido cuando vio caer el pelo, era el elfo que le había ofrecido su amistad en Arlathan.
El sanador le pregunto.
-- ¿Cómo es posible que aun siga con vida? Las heridas que tiene son mortales, no me explico cómo aun respira. No podre curarlo, ya que tendría que usar magia sanadora y así no podre sanarlo. Llevo sanando tantas horas que no tengo fuerzas para mucho mas y él está al borde de la muerte. Quizás sería más caritativo dejarle morir, muchas de sus amputaciones serán permanentes.
-- Lo sé sanador, haz lo que puedas por atenuar su dolor durante sus últimas horas de vida. Si es con magia sanadora o con drogas hazlo, comprendo que quieras reservar la empatía para algún otro elfo que no esté al borde de la muerte.
Le entrego un frasco y le dijo
-- Es una droga muy fuerte que le calmara el dolor, aunque es posible que le deje inconsciente hasta que muera, sé que no es mucho, pero no puedo hacer mas. Cada hora vienen mas y mas heridos, estamos totalmente desbordados, ahora tenemos casi que decidir a quién curar y a quien dejar morir, es una vergüenza pero no podemos hacer otra cosa, aunque le sanara con empatía, no sé si llegaría a sobrevivir. Siento mucho tener que tomar esta decisión. Dale la poción de hierbas, es lo más amable que se puede ser en estas circunstancias. Lo siento Comandante.
-- Me hago cargo de la situación, no te preocupes, yo cuidare de él mientras este con vida.
-- ¿Lo conoce Comandante?
Yan suspiro mirando al elfo agonizante en el camastro y después le dijo.
-- No, no realmente no lo conozco… solo lo vi una vez hace muchos años, pero él intento ayudarme y no le deje, ahora podre devolverle el favor que me quiso hacer.
Se quito el peto tirándolo a un lado del camastro, un sitio donde no molestara, le pesaba demasiado, además estaba empapado en sangre, tanto propia como ajena, pero no había tiempo de cambiarse de ropa, tendría que permanecer con la camisa y los pantalones tal cual estaban. Llevaba más de tres días sin dormir, su cuerpo apenas respondía a sus órdenes, no le extrañaba que los sanadores hubieran tenido que tomar la decisión de salvar solo aquellos elfos que tuvieran alguna posibilidad.
Le miro a la cara desfigurada, por primera vez desde la muerte de sus padres, sintió que había perdido una gran oportunidad al no haber querido conocer a este elfo, cuando aun había tiempo, ahora se iba irremediablemente se moría. Lo único que podía hacer por él, era darle una poción de hierbas que lo desconectaría de la realidad de su cuerpo, hasta que llegara su hora.
Se arrodillo a su lado y con mucho cuidado le dio de beber la poción, lentamente para que consiguiera tragarla, después le dio un poco de agua, el elfo aun estaba semi consciente. Realmente era muy fuerte, nadie que él hubiera conocido hasta ese momento, hubiera podido resistir lo que él estaba resistiendo. Lo tapo con una sabana fina, su cuerpo lleno de heridas y cosas que mejor no mencionar, no podía ser tapado con una manta, por que el dolor sería insoportable.
Después como Yan se encontraba al límite de su resistencia física, se sentó en el suelo, al lado del improvisado camastro donde habían acostado al elfo, y dejo que su mente viajara al pasado, en ese momento recordó su nombre, había dicho que se llamaba Bhalam Kitxe. Era difícil reconocer en aquella masa de carne dolorida y ensangrentada, al alto elfo que había conocido aquella tarde en Arlathan, no quedaba nada de su belleza, de su sonrisa y de su amabilidad. Todo lo que los humanos habían dejado era un despojo destruido, era una incógnita como había conseguido sobrevivir tanto tiempo.
Levanto la cabeza para ver como se encontraba, Bhalam se había dormido, Yan supuso que para no despertar, tenía tantas heridas que era difícil acariciarlo sin dañarlo, así que se limito a dejar su mano cerca de la de él, por si acaso Bhalam despertaba pudiera tocarlo para despertarlo. El cansancio al final pudo con Yan y este término durmiéndose, en la misma postura en que había cerrado los ojos.
Soñó con aquella tarde cuando se encontró con Bhalam, había estado en sus peores momentos, sentía mucho haberlo despachado de la manera en que lo hizo. Tenía que reconocer que había tenido razón, que pedía a gritos que alguien le escuchara, que no había podido hablar con nadie desde la muerte de sus padres. Todas las palabras que salían de su boca eran para dar las órdenes a sus guerreros, pero nadie le oía hablar de otra cosa que no fuera su profesión y así había seguido por muchos largos años, habían pasado cien largos años desde que se había encontrado con Bhalam, pero nunca había hablado, quizás ya ni sabia como hacerlo.
Despertó pasadas algunas horas, lo primero que hizo fue comprobar si Bhalam estaba todavía entre los vivos. Seguía vivo, incluso si te fijabas en sus gravísimas heridas, te dabas cuenta que se habían ido sanando durante las horas que habían pasado, incluso algunos pequeños cortes estaban curados.
Por los creadores ¿Quién era aquel elfo? Como era posible que estuviera sanando delante de él, sin intervención de magia sanadora o empatía, no lo sabía. En ese instante Bhalam intento abrir el ojo que le habían dejado, pero solo consiguió entreabrirlo, susurro unas palabras. Yan entendió que quería agua, cogió un jarro de agua y le dio de beber. Después Bhalam se volvió a dormir. Yan aprovecho a salir fuera de la tienda de campaña, donde se hacinaban más de veinte elfos extremadamente heridos.
Quería ver si encontraba algún miembro de sus unidades que estuviera ileso, cuanto lo vio le pidió que cuando fuera al campamento del ejército, mandara a su ayudante con una muda de ropa para él, un petate y una manta, que se quedaría en el hospital hasta que el elfo muriera o… sanara. Aunque esto último parecía más un milagro que una posibilidad.
Antes de volver a la tienda de los más graves, donde se encontraba Bhalam, fue hasta una acequia de agua, se lavó quitándose la sangre del cuerpo, después cogió agua y algunos trapos limpios que los sanadores habían dejado en una mesa improvisada, con todo ello retorno a la tienda de campaña. Despojo el cuerpo destrozado de Bhalam de la sabana y le limpio cuidadosamente todas las heridas, algunas eran mortales como le había dicho el sanador, él había sido un guerrero durante demasiado tiempo como para no reconocer una herida mortal. Bajo cualquier expectativa Bhalam debería estar muerto, pero no lo estaba. Termino de asearle y lo volvió a tapar con una sabana medianamente limpia, ya no quedaban ni sabanas ni matas limpias en todo el lugar.
Se sentó junto al catre de su nuevo amigo a esperar que hubiera alguna explicación, para todas las cosas extrañas que estaba presenciando. Cuando conoció a Bhalam le resulto muy extraño el color del iris del elfo, nunca en su vida había visto ningún otro elfo o humano con ese tono. Su nombre intentaba despertar viejos recuerdos, memorias olvidadas de sus días de estudio, pero no lo conseguía, esas memorias habían muerto junto con sus padres, el día que fueron asesinados, como el mismo había muerto.
En las dos guerras que había participado había visto muchísimas muertes, había tomado varias ciudades, pero nunca había encontrado la destrucción total, como habían hecho aquí los humanos.
Los humanos cuando tomaban una ciudad solían asesinar y descuartizar a todos los elfos que encontraban, desolación y muerte era lo que había esperado encontrar.
Pero aquí… aquí no solo se habían dedicado a asesinar a los elfos, sino que habían torturado a los custodios. ¿Por qué? ¿Por qué en una ciudad tan pequeña e insignificante como esta? Incluso su ciudad había tenido más habitantes y tenía una biblioteca más grande, con muchos más custodios, se habían limitado hacer lo que siempre hacían, violar y asesinar después prender fuego a todo el edificio. ¿Pero por qué aquí no habían actuado igual?
Estaba claro que buscaban algo o a alguien especial, pero no podía saber que había sido o que era, solo esperaba que no lo hubieran hallado. Ese pensamiento le llevo a observar de nuevo a Bhalam y su inexplicable resistencia.
Así pasaron los días. Bhalam se despertaba, pocas veces para pedir agua pero básicamente estuvo inconsciente todos los días, Yan le daba la poción cuando le veía moverse demasiado, suponiendo que era el dolor que no le dejaba descansar. Pero Yan se había dado cuenta que su cuerpo se estaba recuperando, que las heridas se cerraban.
Un día que ya no había tanto movimiento en la tienda de campaña, la mayor parte de los elfos habían muerto y los pocos que quedaban estaban agonizando, Yan había cuidado lo mejor que pudo de todos, era el único ileso así que estuvo con cada uno de ellos cuando murieron.
Estaba perdido en su memoria reciente de los elfos que había acompañado mientras agonizaban. Cuando de pronto entro su ayudante corriendo, con la espada desenvainada, no necesitaba que le dijera que ocurría algo, su cara lo decía todo.
-- Vuelven los humanos Comandante Yan, se ha visto un ejército aproximándose a las colinas que rodean la ciudad.
Le invadió la tranquilidad de la batalla, esa serenidad que le ayudaba en los momentos de máxima tensión, para ser capaz de dirigir a sus hombres en la contienda.
-- Tranquilo Ilen, despacio explícame cual es el informe de los exploradores exteriores.
-- Señor… dijeron…
En ese instante Bhalam dijo en voz alta.
-- Yan sácame de aquí, no permitas que me vuelvan a capturar.
Lo dijo con voz entrecortada, pero entendible totalmente. Yan se agacho junto a la cama y miro a Bhalam, eran las primeras palabras que le había oído decir, claramente.
-- Tranquilo Bhalam todavía no están aquí, no tienes por qué preocuparte.
Bhalam le cogió de la camisa y lo atrajo hacia su cara, mirándole intensamente con su único ojo.
-- Escúchame elfo cabezón… vienen a por mí, vienen buscando los secretos que escondo, si pudieras matarme te pediría que lo hicieras, pero no puedes. Tienes que ayudarme a salir de la ciudad, sea como sea no pueden volver a capturarme, nuestro destino depende de que jamás sepan los secretos que guarda mi cuerpo.
-- Está bien, te sacaremos de la ciudad.
Yan pensó que no tenía sentido seguir preguntando, aquí había demasiados secretos y demasiadas cosas en juego. E intuía que este extraño elfo estaba en medio de todos esos secretos.
-- Ilen llama a cada jefe de unidad quiero verlos en cinco minutos aquí, diles a las dos unidades especiales que se preparen, tenemos que sacar a este elfo de la ciudad sin que nadie se entere. Pero no voy a dejar la ciudad desprotegida, no voy a permitir que vuelvan para terminar la masacre.
Mientras Ilen se iba a la carrera, Yan tomo unas las ropas viejas y sucias de un montón que había en el suelo, con ellas vistió rápidamente a Bhalam, aunque sabía que le debía estar doliendo las heridas que habían sido más graves y que aun no estaban ni medianamente curadas. Bhalam no protesto, se limito a cooperar lo mejor que pudo, aunque daba traspiés y se tambaleaba como si estuviera borracho, apenas conseguía mantenerse en pie, se apoyo en el hombro de Yan y salió fuera de la tienda donde se hallaban ya los jefes de las unidades de Yan y las dos unidades especiales.
Dio instrucciones a los jefes de cómo debían defender la ciudad, cuales serian las posiciones más estratégicas, que puntos eran más vulnerables de la ciudad, en poco más de diez minutos había organizado la defensa de la ciudad, había enviado a casi todos los exploradores a pedir ayuda a los campamentos elfos cercanos. Luego indico a las dos unidades especiales que entraran en la tienda de campaña, dejando a su ayudante fuera de la tienda con orden de que nadie entrara, bajo ningún pretextó.
-- Necesitamos sacar de la ciudad a Bhalam, sea como sea. Os he convocado a las dos unidades, por una razón. Quiero que cada unidad salga por un lugar distinto, cada una llevara a un “herido” pero solo una de ellas llevara al autentico. Tu Galen eres el más alto de las dos unidades y además tenemos la suerte de que tu pelo es negro. Te vamos a disfrazar con las ropas que hay rotas y sucias de sangre, tienes que comportarte como si fueras un herido, deja que tu pelo caiga por delante de tu cara, así nadie sabrá que no eres quien buscan. Tú y tu unidad partiréis hacia el este y nosotros junto con Bhalam partiremos hacia el oeste, cuando hayáis andado unas tres horas a buena marcha, girar hacia el norte, nos encontraremos en el bosque del viento libre. Tengo la sensación de que cuando les llegue la noticia de que Bhalam no se encuentra en la ciudad, los humanos no atacaran la ciudad por el contrario irán a buscarnos, por eso manteneros ocultos todo lo que podáis, caminar deprisa y sin pausas.
-- Pero Comandante vienen por el oeste, vais a ir derecho a sus manos.
-- No exactamente, vamos a dar la impresión de que vamos derechos a sus manos, pero no será así. Tan pronto hayamos dejado de ver la muralla de la ciudad, giraremos hacia el norte, borrando toda huella que hayamos podido dejar. Nosotros desgraciadamente no podemos ir tan deprisa como vosotros.
-- No comandante – dijo Bhalam – puedo viajar tan deprisa como debamos, no tenéis por qué preocuparos por mí. Seguiré vuestros pasos cuan rápidos sean.
-- Bhalam aun no estás recuperado, tus heridas siguen siendo graves – le dijo Yan – no podemos forzarte en una marcha rápida, morirías.
-- No comandante, no moriría. Puedo y lo hare, iré a vuestro paso.
Yan pensó, “que si Bhalam decía que podía, él sabría hasta donde era capaz de llegar, hacia menos de una semana hubiera jurado que Bhalam estaba al borde de la muerte, aun así se había recuperado un poco y estaba de pie hablando con él”.
-- Que sea como dices. ¿Todos han entendido su papel en esta fuga? – todos asintieron – Entonces nos vemos en el Bosque del Viento Libre, junto al claro blanco, allí revaloraremos la situación y seguramente tendremos que continuar sin descanso hacia la ciudad de Arlathan, con el maldito ejercito humano pisándonos los talones. Galen antes de iros, llevaros a mi ayudante con vosotros, cuidarle no es un gran guerrero, pero es un gran elfo. Buena suerte a todos, que los Creadores estén con vosotros en esta huida.
-- Lo están Yan no tengas ninguna duda – dijo Bhalam.
Yan estaba lejos de poder escucharlo, enfrascado en la salida de la ciudad, con su mente recorriendo todas las posibles estrategias.
Los dos grupos partieron cada uno por su lado, tal como había dicho Yan. Consiguieron alcanzar el bosque del Viento Libre, cuando llegaron al claro blanco, Bhalam estaba sangrando por las heridas que aun estaban abiertas. Los humanos tal como Yan había predicho, habían abandonado el ataque a la ciudad y se habían concentrado en encontrar a los dos grupos de elfos que habían portado “al herido”.
Lo supieron por un explorador que había mandado uno de sus asistentes, para comunicarle que los humanos habían desistido de atacar la ciudad y que habían girado dividiéndose en dos, que una parte del ejército había ido hacia el oeste y la otra hacia el este, las mismas direcciones que habían tomado las dos unidades.
Estaba claro que dentro de la ciudad alguien estaba colaborando con ellos, alguien les había dicho hacia donde iban, era la primera vez que ocurría semejante situación, pero no sorprendió a Yan. Hacía tiempo que había llegado a la conclusión de que tarde o temprano, algunos elfos débiles se terminarían dando cuenta que sus días estaban contados, y que su única posibilidad de supervivencia radicaba en pasarse al enemigo, eso era justo lo que había pasado. Sintió el amargor profundo de la traición en la boca, pero no hizo participes a sus guerreros, dejo que el ultimo grupo descansara unos pocos minutos, en los que aprovecharon para vendar fuertemente las heridas de Bhalam evitando así que siguieran sangrando, después partieron juntos, hacia Arlathan.
Habían conseguido ganar tiempo con la maniobra, al dividir al ejercito humano en dos, pero no tardarían en darse cuenta que solo había sido un juego estratégico de despiste, y que la dirección en la que irían seria hacia donde había mayor seguridad y donde era más difícil que consiguieran su objetivo, Arlathan.
A esa conclusión también había llegado su ayudante y Galen que era el jefe de una de las unidades, así que se lo hicieron saber.
-- Yan siento molestarle, - le dijo Galen – pero creo que los humanos no tardaran en darse cuenta de nuestra verdadera dirección.
Yan suspiro y le miro a los ojos.
-- Cierto compañero, no tardaran, son cobardes pero no tontos. ¿Alguna sugerencia?
Yan se había hecho popular entre las filas de sus soldados, por que aceptaba oír la sugerencia de cualquiera que quisiera exponerla, nunca desechaba una buena propuesta, aunque quien lo propusiera fuera un soldado novato, sabía que las guerras se ganaban más por intuición y estrategia que por la fuerza bruta.
-- Mi propuesta es esta, señor si desea escucharla.
-- Desde cuando Galen necesitas tanta formalidad para hablar conmigo. Dime cuál es tu idea, que piensas que deberíamos hacer.
-- A dos días de camino en la montaña hay una aldea muy pequeña de elfos, un lugar verdaderamente insignificante, tan pequeño que ni aparece en los mapas, muy pocos conocen su existencia. Yo nací allí, se cómo podemos llegar. Además está justo en el camino contrario a Arlathan, por lo que nunca buscarían en ese lugar, además es de difícil acceso por lo que no lo encontraran por casualidad. Él – dijo señalando a Bhalam – no conseguirá llegar a Arlathan, va sangrando todo el camino y apenas consigue mantenerse en pie, por si no se ha dado cuenta comandante. Es un misterio como no está muerto, como mínimo inconsciente en el suelo.
-- En eso Galen estoy totalmente de acuerdo contigo, es un verdadero misterio. Puede funcionar, pero necesitamos esparcir la ropa manchada de sangre de Bhalam por todo el bosque, para despistar a los perros que llevan los humanos. Después podríamos…
-- Creo que podríamos ir por el rio, el agua anulara el sentido del olfato de los animales. Pero me presento voluntario para vestirme con las ropas de Bhalam y dejar que me rastreen a mí, intentare llegar lo más rápido posible a Arlathan, sin que me alcancen. Sino en el peor de las posibilidades solo me mataran, no estoy unido en una unión verdadera, así que no será una gran pérdida.
En la mente de Yan apareció la imagen de cómo habían encontrado a Bhalam, de la tortura que habían infringido en su cuerpo. Si lo capturaban no lo iban a matar tan rápido como Galen pensaba, seria torturado hasta su muerte. No, no podía permitirse el lujo de perderlo, no quería que Galen muriera, pero era la única manera de que los humanos perdieran totalmente a Bhalam.
Yan era bastante más bajo que Bhalam, su pelo era blanco y su piel mucho más clara, pero eso eran nimiedades, pues cualquiera de los mágicos que iban con ellos podía transformar su color del pelo y de su piel, no se darían cuenta de su altura hasta que lo hubieran capturado, si es que conocían la altura de Bhalam. Si esa era la solución.
-- Galen te dejo al mando, yo seré quien se disfrace de Bhalam.
-- Comandante pero eres el opuesto en color de pelo y piel, no colara.
-- Pasare por Bhalam una vez que tu Ilen me cambies el color del pelo y de la piel, usa un hechizo que sea lo más permanente posible.
-- No podemos perderle Comandante, - dijo Tenran su otro jefe de unidad – Es demasiado importante para ser capturado.
-- Tranquilo no voy a permitir que me capturen vivo, se de lo que son capaces. Cuando lleguemos junto al rio, cambiare mis ropas por las de Bhalam, vosotros subiréis por el cauce del agua hacia la aldea que solo Galen sabe dónde está. Yo me internare en el bosque e iré dejando todas las huellas que pueda.
Sus soldados no estaban de acuerdo, pero lo conocían demasiado bien como para llevarle la contraria cuando había tomado una decisión. Si alguien iba a morir en aquella fuga seria Yan, porque así lo había decidido.
Al llegar al rio de montaña, Yan se cambio las ropas con Bhalam, las heridas graves estaban sangrando peligrosamente, pero el extraño elfo seguía en pie, sin una queja, le volvieron a vendar con telas limpias. Las vendas manchadas de sangre se las puso alrededor del cuerpo, después Yan se puso las ropas ensangrentadas y le dio sus ropas a Bhalam, aunque le venían pequeñas se adato a ellas, después les dijo.
-- Manteneros en la aldea todo el tiempo que creáis prudencial, si consigo llegar a Arlathan enviare o vendré con ayuda, sino confió plenamente en vuestro juicio para valorar el tiempo que debéis esperar.
-- Comandante, si no lo consigue hay alguien a quien desees que le digamos…
-- No Galen, no hay nadie. – Yan pensó, “No Galen, no habrá nadie para echarme de menos, ni para acordarse de que alguna vez existí” - Sino volvemos a vernos, será que por fin he alcanzado el olvido y todo estará bien. Ahora dejar de llorar y poneros en marcha, buena suerte a todos.
Se envolvió en la capa y comenzó a correr por el bosque, dejando a sus guerreros subiendo el rio en busca de la aldea que les daría seguridad. Para Yan eso era lo correcto.
Anduvo durante más de una semana, apenas sin descansar, sin comer y sin dormir, los humanos le pisaban los talones, le habían conseguido herir, pero el bosque le había ayudado a despistarlos, además que su naturaleza elfica se veía reforzada por los arboles y la tierra. A la mañana del octavo día consiguió ver las murallas de la ciudad de Arlathan y supo que no había conseguido su propósito, no había muerto. Pero si había conseguido meter al ejército humano, en una emboscada entre los campamentos armados elficos que aguardaban a las puertas de la ciudad, en espera del ataque humano que hacía más de una semana conocían.
Cuando vio el gran portón de la muralla de Arlathan sus fuerzas se disiparon, cayendo al suelo desmayado, sus heridas que no eran pocas y su cansancio habían por fin conseguido vencerlo, pero no antes de haber alcanzado a sus hermanos.
Le enviaron al hospital, allí permaneció por espacio de una semana. Le intentaron interrogar, pero en su memoria estaba demasiado presente lo que había ocurrido en Thalan. Solo dijo que había perdido la dirección de sus soldados en el bosque, se había separado de ellos y que no sabía dónde estaban, algo que en parte era verdad. Aclaro que había seguido una intuición sacando de la pequeña ciudad, todos los pergaminos que habían conseguido sobrevivir a la destruición, antes de que los humanos volvieran a atacar la ciudad, pero que en realidad no tenía ni idea de que era lo que los humanos buscaban. Que en el bosque sus unidades perseguidas por todo el ejercito humano, se habían desperdigado posiblemente siendo más tarde capturados y asesinados como era el modo de obrar de los humanos.
Con la desconfianza fruto de la traición sufrida en la ciudad reconquistada, no hablo con nadie de la verdad de lo sucedido, hasta que un día, vino a verlo un custodio de alto rango llamado Ral. Era demasiado joven para ser custodio y mucho menos un custodio de alto rango. Además que hacia un Custodio mezclándose en temas militares, pero lo escucho por educación y porque aun tenía muy presente que hacía mucho tiempo, había perdido la oportunidad de conocer a Bhalam por su mal genio y su carácter intratable.
-- Comandante Yan, mi nombre es Ral Kardoms, debo hablar con usted sobre un tema que nos preocupa a los dos, pero si es posible que fuera en mis aposentos, mejor que aquí. – antes de que Yan pudiera decir nada, Ral le dijo – A mi no me conoce Comandante, pero si conoce a mi hermano Theron, el forma parte del ejercito igual que usted.
Yan le miro a los ojos y levanto una ceja en la sorpresa. Conocía a Theron desde hacía bastante tiempo, pero no había tenido ningún trato amistoso con él, bueno realmente es que no había tenido ningún trato amistoso con nadie, fuera de su obligación profesional.
-- Es cierto que conozco a Theron, Custodio Ral, pero mi trato con su hermano solo ha sido a nivel profesional. Aun así iré a sus aposentos cuanto me dejen marchar de este lugar.
-- Esas es la cuestión Comandante, es mejor que se marche por su propia iniciativa. Digamos que los tres hemos llegado a la misma conclusión que usted llego en Thalan esa pequeña ciudad que reconquisto. Aquí puede haber gente demasiado interesada en su fuga de Thalan y en la verdadera razón de su marcha de la ciudad. No es exactamente un comandante desconocido señor.
-- Comprendo – dijo Yan, todas su desconfianza se alzo – Cuando quiera le sigo.
-- ¿No le han traído sus ropas, su armadura y sus armas Comandante Yan?
-- No, aun no me las han traído y mi ayudante Ilen desapareció con el resto de mis soldados. Pero estoy lo suficientemente vestido, como para que ningún elfo con perjuicios me detenga en la calle, aun conservo mis pantalones – dijo – Cuando quiera le sigo, sino le importa ir con alguien que parece estar en situación de pedir limosna.
Ral se rio y asintió, saliendo por la puerta de la habitación donde había estado Yan, este le siguió por toda la ciudad hasta que llegaron a una casa pequeña, enclavada en el barrio de la Gran Biblioteca.
Cuando había entrado en el barrio de la gran biblioteca, le asalto a la memoria más de una vez, los ojos de Bhalam, no por primera vez se pregunto, si habría conseguido llegar con vida a la aldea. Escapar del ejercito humano, lo habían hecho, Yan se había asegurado que no se dividían, que su huella era clara, incluso su sangre cuando le hirieron se había unido a la sangre de Bhalam, así que los perros siguieron su olor y el de Bhalam juntos.
Una vez dentro de los aposentos de Ral, se dio cuenta que este debía de tener una magia muy poderosa, había conseguido que su interior fuera un bosque vivo, vibrante, incluso las paredes que eran de madera. Pero solo veías la madera si observabas detenidamente la pared, sino solo veías el bosque.
-- Tome asiento Comandante Yan, ¿desea beber algún tipo de infusión o quizás alguna bebida mas fuerte? Todavía tenemos que esperar a que llegue mi hermano Theron.
-- Un poco de agua estará bien, gracias.
Ral le miro de reojo sonriendo.
-- Veo que mi hermano Theron tenía razón.
-- ¿Razón en que señor?
-- Theron me dijo que si había un comandante del ejército en quien se pudiera confiar plenamente era en usted, pero que como persona social era terrible.
-- Cumplo con mis obligaciones, sean las que sean señor. Pero nadie me dijo que para ser comandante del ejército, fuera necesario ser simpático. Si lo que busca es una conversación amena, creo que no soy el apropiado.
-- No, realmente no busco una conversación amena, pero no hay por qué estar siempre como si estuvieras en un campo de batalla. La vida puede ofrecer oportunidades muy buenas que podrías perder solo porque siempre estas tenso.
-- Comprendo su explicación señor, pero no veo que tiene que ver conmigo. ¿Su hermano tardara mucho en llegar?
-- No, realmente no creo que tarde mucho.
Yan asintió y guardo silencio. No tenía ganas, ni intención de cambiar de forma de ser, llevaba así más de dos siglos, no iba a permitir que unas palabras amables le hicieran cambiar.
Ral por su parte se dedico a observar a Yan, su hermano lo había descrito como un lobo solitario, poco sociable incluso algunas veces intratable, el único comandante que conocía que iba siempre a la cabeza de sus unidades, que exponía más su vida que cualquiera de sus guerreros.
Bhalam le había dicho a Ral hacia años, el día en que conoció a Yan, que había conocido a uno de los pocos elfos en los que confiaría totalmente con su vida, aunque no fuera su compañero verdadero.
Ral se preguntaba que había sido de su amigo Bhalam, temía por él y solo este elfo conocía la suerte que había corrido en la ciudad de Thalan, el podía ser terco, pero Ral no le iba a la zaga.
Ral medito en cómo había comenzado toda esta historia. Todo había comenzado, cuando un grupo pequeño de elfos poderosos de la ciudad había convencido a los ancianos para que enviaran a Bhalam a la pequeña ciudad de Thalan, dos semanas antes de que se diera el ataque humano a dicha ciudad, todo resultaba extremadamente sospechoso. Nadie sabía realmente quien era Bhalam, solo el Custodio jefe, Ral y Theron que eran amigos de Bhalam, nadie más conocía quien era, que él supiese. Desde el ataque a Thalan no estaba seguro de que esa información la tuvieran solo tres elfos, había sido demasiado sospechoso que se le enviara justo antes del ataque a la ciudad. El anciano Custodio jefe le había dicho que solo era una coincidencia, pero no lo podía creer, no creía en la casualidad, era demasiado oportuno el ataque a una ciudad tan insignificante por parte de los humanos.
Ral no había tenido nunca demasiada paciencia y no aguantaba esperar a que su hermano llegara, necesitaba conocer las respuestas sobre Bhalam y si había conseguido sobrevivir, bueno sobrevivir seguro, pero si había conseguido… mejor preguntar.
-- Yan ¿puedo llamarte así, es que lo de comandante es demasiado formal? – dijo sonriendo – Por supuesto espero que me llames solo Ral.
-- Por supuesto me puede llamar Yan. No tiene por qué seguir ninguna etiqueta militar, Custodio.
Ral se encogió de hombros, desde luego este elfo podía terminar con la paciencia de cualquiera.
-- Bien como quieras Yan. Tengo una pregunta que hacerte, y que es muy importante que me digas la verdad, no quiero la historia que les contaste a los supervisores que te preguntaron en el hospital, sino la historia real – Yan se encogió de hombros – Se que conoces a Bhalam, ¿quiero saber si le vistes en la ciudad de Thalan y si fue capturado por los humanos?
Yan agacho la cabeza mordiéndose la punta de la trenza del pelo que aun seguía negro.
-- Si por conocer te refieres a que le haya visto, si le vi una vez junto a la Gran Biblioteca. Custodio Ral en Thalan había demasiados elfos muertos y demasiados cuerpos desfigurados, como para saber si lo vi allí. Y si lo capturaron los humanos o no, pues no lo sé, no tengo ningún tipo de trato con ellos, a no ser que por trato se refiera al número indigente que he matado en combate. No creo que me consideren un amigo para hacerme confidencias. Siento mucho Custodio no ser capaz de darle la respuesta que busca. Quizás debería preguntar a los amigos de los humanos que informaron que la ciudad no tenía suficientes guerreros para defenderse y que volvieran a atacar. Incluso por que persiguieron a mis guerreros en dos direcciones distintas.
En ese instante entro Theron por la puerta, saludando a su hermano con la cabeza. Theron dijo.
-- Ral no te molestes, así no le vas a conseguir sacar nada. Vamos que vas a salir igual que yo, si intentas sacar alguna respuesta de sus unidades de soldados, sus guerreros le adoran, morirán antes de traicionar su confianza. Y Yan no hablara, nunca habla, redacta sus informes concisos y precisos, pero en este caso creo que ni eso obtendremos de él.
Ral que se le estaba agotando la paciencia dijo.
-- Entonces como demonios vamos a saber si Bhalam está bien. Este elfo cabezón de aquí, no quiere entrar en razón, no se da cuenta que no somos su enemigo.
Yan observaba a los dos hermanos, sin decir ni una palabra. Theron que conocía el carácter explosivo de su hermano Ral dijo.
-- Probemos a decirle la verdad nosotros, quizás así consigamos que confié.
-- ¿Y qué garantías tenemos nosotros para confiar en él? – dijo Ral.
-- Ral créeme si te digo que se que podemos confiar plenamente en Yan, quizás es el elfo mas terco, cabezón y antipático que puedas llegar a conocer. Pero si te pudo asegurar que jamás haría nada en contra de nuestro pueblo.
-- Creo que si el Custodio Ral no confía en mi plenamente, Comandante Theron no debería estar aquí. – dijo Yan – Por esa razón será mejor que os deje. Que paséis…
-- Ahhhh no, no te vas a ir así – dijo Ral – elfo cabezón quédate sentado en la silla, hasta que termine de hablar. Ahora si prefieres que te ate a ella, lo hare con mucho placer, estoy deseando deshacerme del enfado que tengo.
Yan que había estado levantándose de la silla para irse, se volvió a sentar, mirando enfadado a Ral y a Theron.
-- Os escucho, pero daros prisa, tengo cosas importantes que hacer.
-- ¿Cuán importante es lo que tienes que hacer Yan? – le dijo Theron – Tus unidades todavía están en Thalan, las unidades que sabemos donde están, hay dos que han desaparecido. Y todo el mundo sabe, que si no supieras que están a salvo, no habrías vuelto a la ciudad de Arlathan, aunque te estuvieras muriendo, de entre todos los comandantes que conozco se que jamás abandonarías a tus guerreros en las manos de los humanos. ¿Por qué te cambiaste el color del pelo y de la piel? Tu pelo es blanco y tu piel también. ¿Acaso ahora te importa tu aspecto físico? Lo dudo mucho, más bien creo que adoptaste los colores que tiene Bhalam.
-- La gente cambia Comandante Theron.
-- Si cierto, pero tú no eres de los que cambian. Ahora escucha a mi hermano. E intenta sonreír y que no parezca una mueca. – dijo Theron mirando a Ral y guiñándole un ojo -. Nadie en esta habitación, ni en esta casa es tu enemigo, esa es la verdad.
-- Las palabras son solo viento Comandante Theron. Escuchare lo que tengan que decirme, luego obrare en consecuencia.
Ral suspiro intentando tranquilizarse, este elfo había terminado con su paciencia antes que cualquier otro ser, que él hubiera tenido la desgracia de conocer. Confiaba plenamente en su hermano, pero la terquedad de Yan le ponía los nervios de punta. Cuando se sintió más relajado comenzó hablar.
-- Probaremos por el camino de ser nosotros quien contemos la verdad, ya que parece ser que hemos dado con el único elfo sordo y mudo, y más terco que una mula. Hace bastante tiempo que conozco a Bhalam, le conocí cuando comencé a estudiar para custodio, él fue uno de mis instructores y mi asesor. Después de pasar setentaicinco años estudiando a su lado, me convertí en su ayudante, pero mucho antes de eso, nos hicimos amigos, él mi hermano Theron y yo. Los tres somos empatas muy poderosos, aunque Theron no sea mágico, cuando nos conocimos nuestras mentes conectaron en el acto, creando un vinculo de amistad indestructible. Entre nosotros no cabía la posibilidad de mentirnos, ni ocultarnos ningún secreto. Sé que no estás unido en una unión verdadera Yan, me pregunto ¿si entiendes el lazo que se crea entre empatas? – Ral guardo silencio esperando que Yan dijera algo, pero el terco no abrió la boca, Ral estaba en su límite de la desesperación. – Veo que no me vas a responder ni a la pregunta más sencilla, así no se puede avanzar en una conversación, esto no debería ser un monologo.
Yan sentado mirándoles impasible dijo.
-- Creí que iban a ser ustedes Custodio Ral y Comandante Theron quienes me iban a contar en que les podía ayudar y cuales serian mis servicios. No que fueran hacer preguntas personales a las cuales evidentemente no pienso contestar.
-- Basta de juegos Yan – dijo Ral totalmente enfadado – no voy a permitir que la vida de mi amigo este en peligro por culpa de un terco, irracional y estúpido elfo.
Cuanto mayor era el enfado de Ral, mayor era la impasibilidad de Yan, llevando a Ral a sus límites.
-- Custodio Ral, no veo como he podido poner en peligro a su amigo, al cual no conozco, exceptuando una sola vez que le vi hace muchos años, junto a la gran biblioteca. Siento mucho defraudarles, no estoy jugando, ni sabía que existiera un juego parecido.
-- Comandante Yan – intervino Theron, muy serio conocía a su hermano y sabia que Ral estaba dispuesto hacer cualquier cosa, por conocer el paradero de Bhalam – sabemos que usted estuvo y reconoció a Bhalam en Thalan, nosotros también tenemos nuestras formas de informarnos. Le guste o no, estamos preocupados por nuestro amigo, en estas guerras ya hemos perdido demasiados amigos.
-- Si eso es lo que suele ocurrir, cuando se tienen amigos que mueren duele. Por eso es más sano estar solo, no duele ni tu muerte, ni la muerte ajena, pero esa es solo mi opinión. – dijo Yan cada vez más impasible. – aun así soy capaz de entender su preocupación comandante Theron. Bien hasta ahora solo he conseguido saber que son amigos del tal Bhalam, que yo vi una sola vez en mi vida. Dicen que después lo vi y lo reconocí en Thalan, allí vuelvo a repetir, había muchísimos elfos torturados y asesinados, también había elfos que habían sido mutilados pero que aun así seguían con vida.”
“Nosotros llevábamos más de cuatro días luchando cuando reconquistamos la ciudad y conseguimos entrar en ella, para encontrarnos con la peor situación que he vivido en todos los años de contienda que he pasado. La ciudad mostraba lo que todas las ciudades tomadas por humanos, pilas de muertos amontonados, cuerpos de elfos descuartizados, elfos mutilados pero aun vivos.”
“Cuando entramos en la biblioteca del saber, los humanos la habían convertido en una cárcel y sala de torturas, habían torturado brutalmente a todos los custodios y los habían matado, después dejaron sus cuerpos en las habitaciones donde habían vivido los aprendices, allí los encontramos. Los poquísimos que encontramos con vida, les enviamos al hospital de campaña que habíamos improvisado en la zona rica de la ciudad, la que menos destrucción había sufrido.”
“Supongo que si su amigo Bhalam estaba en la biblioteca con los custodios posiblemente fuera torturado – aquí le fallo algo la voz – hasta que lo asesinaran o murió en el hospital después de una larga agonía, lo siento mucho. Nadie merece morir así.”
“Hasta el más tonto de mis guerreros se dio cuenta que los humanos buscaban a alguien o algo, no atacaron la ciudad y se ensañaron de esa manera con los custodios solo por el morbo de matar elfos. A menos de cinco días de camino se encuentran otras ciudades más importantes y más fáciles de tomar.”
Guardo silencio, sabía que el fallo en su voz le había delatado, no había sido capaz de controlarlo, no podía olvidar la imagen del cuerpo de Bhalam cuando lo descubrieron en la pila de muertos.
Fue Ral quien le dijo.
-- Sabemos todo eso Yan, pero yo se que Bhalam NO puede morir, porque es inmortal. Puede ser torturado una y otra vez, pueden hacerle desear morir mil veces, pero no pueden matarlo. Y los humanos jamás deben llegar a saberlo, por supuesto que los grupitos de traidores que están entre nosotros, tampoco deben enterarse. Antes de conocerte Yan pensé que era el elfo más terco que existía, pero tú me vences con creces. Pero ahora no se trata de ver quién es más fuerte o quien es mejor, sino de salvar a Bhalam. Necesitamos saber que paso exactamente con Bhalam en Thalan, te guste o no tendrás que confiar en nosotros.
-- ¿Por qué dices que no puede morir? ¿Cuándo dices que es inmortal a que te refieres? Los humanos piensan que nosotros somos inmortales. – dijo Yan.
-- Porque Bhalam es uno de nuestros Creadores. Él es el Creador de la Vida y la Fertilidad de nuestro pueblo, sin él no habrá ninguna esperanza para nosotros. Y mucho me temo que los humanos saben más o menos quien es, por eso el grupo de traidores estaba tan interesado en enviarlo a Thalan y nadie entendía por qué ese interés. Me imagino que están aliados a los humanos, estos repugnantes traidores, deben haber llegado a la misma conclusión que llegamos hace tiempo los Custodios, saben que no podremos sostener mucho más tiempo estas guerras interminables, que nuestra derrota ocurrirá en cualquier guerra del futuro, solo es cuestión de tiempo y de numero, ellos son demasiado numerosos y nosotros cada vez somos menos. Si consiguen hacerse con el poder de Bhalam y desterrarlo o destruirlo, algo que creo que es imposible pero no lo sé, nuestra derrota será total y completa, nos exterminaran, de la misma manera que exterminaron a los seres marinos. La existencia de nuestro pueblo depende de que jamás consigan destruir a Bhalam.
“Sabes que lo que te he dicho es cierto Yan, espero que ahora comprendas la importancia que tiene y te hagas cargo, de que debes decirnos la verdad”
Yan les miro impasible, como si escuchara todos los días que uno de los Creadores caminaba entre ellos, como si para él fuera totalmente normal y lógico lo que le habían dicho, incluso se permitió una sonrisa suave en sus labios, si antes no confiaba en ellos, ahora menos. Si sabían y le habían aclarado quien era Bhalam, eso lo hizo todavía más terco en su resolución de no hablar, de no decir donde se encontraba. Sabía que podía confiar en sus guerreros, pero no confiaría en nadie más, aun así debía avisarlos, debía volver con Bhalam y ponerlo a salvo, su vida había cobrado una importancia vital para Yan.
-- Ha sido una bonita historia Custodio Ral, pero no vi a ningún inmortal en Thalan. Si no les importa creo que ya he perdido bastante tiempo hablando, debo volver a mis obligaciones y cuidar de mis guerreros.
Ral comenzó a caminar hacia Yan, pero Theron le freno.
-- No Ral confía en mí, deja que se vaya. Comandante Yan puede retirarse cuando lo desee. Gracias por habernos escuchado.
-- Que pasen un buen día.
-- Por los Creadores, mejor que te pierda de vista… lárgate - dijo Ral.


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