lunes, 15 de noviembre de 2010

Neshama una bruja diferente 50

Capitulo 50

Volvimos al lugar del gran árbol, vi una puerta entreabierta cerca de donde estaban apiñados los elfos, se lo señale a Zev y a Yan, allí quizás hubiera alguien con quien poder hablar, así que atravesamos la puerta, era una especie de tienda, más que una tienda era un lugar donde había múltiples cosas para comprar, aunque todo fuera de segunda o quinta mano estaba limpio y bien ordenado, detrás de un mostrador había un elfo que miraba a la puerta con una expresión de enfado total, cuando nos acercamos a él nos observo muy atentamente.

-- Hacia mucho tiempo que no veía elfos Dalishanos – dijo – y jamás me hubiera imaginado que os vería en la elferia. ¿En qué puedo ayudaros? Mi nombre es Alarith.

-- Mi nombre es Neshi y ellos son Zev y Yan, diría que es un placer encontrar a un elfo que aun piense en este lugar, pero las circunstancias son demasiado penosas para decir palabras amables. Hemos venido ayudaros, nos enteramos que ocurría algo, porque nos encontramos a un elfo llamado Soris en los calabozos del castillo del Arl de Denerim, pero Shianni que parecía ser la única que estaba luchando, digamos que se ha indispuesto, pero necesitamos respuestas, claro que también podríamos sacárselas a los magos, aunque me imagino que terminaremos en una gran batalla con ellos, y mientras los mando al infierno no creo que se vuelvan muy habladores, si tu nos pudieras decir lo que está pasando, te lo agradecería.

-- Si, no tengo problemas en contaros todo lo que ha ocurrido. El día de la boda de Soris y su primo, vino el hijo del Arl de Denerim Vaughan creo que se llama.

-- Se llamaba, digamos que tarde pero se hizo justicia. – le dije – disculpa por la interrupción.

-- Veo que conocéis esa parte, después de que Soris y su primo fueran a intentar liberar a sus esposas, vino la guardia de la ciudad e hizo una carnicería en la elferia, asesinaron y detuvieron a un gran número de elfos. Cuando comenzaron a llegar los refugiados de los pueblos cercanos a Ostagar, a los enfermos los tiraron dentro de la elferia, ellos propagaron la infección de los engendros tenebrosos, al poco tiempo después aparecieron esos tipos de Tervinter diciendo que ellos tenían la cura, pero cada vez que se apropian de alguien no se le vuelve a ver. Lo encierran supuestamente poniéndolo en cuarentena, pero es curioso porque solo ponen en cuarentena aquellos elfos que están más preparados o son más guapos, no a los que verdaderamente están enfermos. Puede sonar cobarde, pero no he querido salir ahí, a diferencia de Shianni, sé que es estúpido discutir con los que se apiñan alrededor de los magos de Tervinter pues no van hacernos caso, por mucho que Shianni se empeñe, solo les facilitaremos el trabajo de poder recolectarnos a los magos. No voy a arriesgarme por gente que no tiene la capacidad de luchar por sí misma, además aunque luchara solo podría contar con Shianni, los demás huirían a la primera muestra de peligro y no soy un guerrero. Aun recuerdo como arrojaron el cadáver del primo de Soris, no me gustaría pasar por lo que tuvo que pasar él, para que su cuerpo quedara en el estado en que lo encontramos, y os aseguro que si había un buen guerrero y un líder nato en este estercolero, era él.

-- ¿Alguien ha intentado entrar en la cuarentena? – pregunto Yan.

-- Shianni lo ha intentado todo, para entrar a ver los supuestos enfermos, pero no la han dejado.

-- Quizás yo si consiguiera entrar, haciéndome pasar por enferma – dije.

-- ¿Tu? – dijo Zev – No, no lo vamos a permitir Neshi. Tú no entras ahí sola.

Mire a Yan en busca de apoyo, pero él estaba más furioso con mi propuesta que Zev, si es que es posible.

-- Seré yo – dijo Yan – solo tienes que apañarme un poco con tu magia Neshi.

Alarith le miro, empezó a reír.

-- Dudo mucho que cualquiera de vosotros tres pase por enfermo, pero desde luego que tu – dijo dirigiéndose a Yan – no pasarías por enfermo ni aunque te tiñéramos la cara de verde.

-- Pues nos abriremos camino a base de matar, no vamos a dejar que Neshi entre ahí sola. Si alguien entra solo seré yo, tu tampoco Zev y no me mires con esa cara.

Alarith se quedo observando la conversación apenas sin entender nada.

-- Alarith disculpa, pero es que mis dos compañeros de vida, se pasan el tiempo intentando protegerme, así que…

-- Dos compañeros de vida… te has casado con los dos ¿Eso no está prohibido?

-- No según nuestras leyes – dijo Yan – y nosotros no acatamos las leyes de los humanos. Si estamos unidos los tres.

-- Entonces debéis saber algo – dijo, mientras su semblante palidecía – si os encontráis con el anciano de la elferia… se llama Valendrian, no se lo digáis, ni se os ocurra o él os denunciaría a la capilla en el momento en que lo sepa.

Yan comenzó a reír, los tres Zev, Alarith y yo lo miramos como si se hubiera vuelto loco.

-- Fantástico, como teníamos pocos problemas, tenía que aparecer una de las peores sombras del pasado.

-- ¿Le conoces? – pregunto Alarith -. Debes de haberlo conocido hace mucho tiempo.

-- Si le conozco, le conozco demasiado bien. – le contesto Yan – Y no te imaginas el tiempo que hace que lo conozco. Neshi tenemos que sacar a Ral, Fenarel y Shianni antes de que encontremos a ese… “elfo”.

Asentí girándome hacia la puerta, cuando oímos la voz de Alarith.

-- Puedo preguntaros algo – dijo Alarith – Si no queréis hacerlo no habrá problemas, ni tendré ningún tipo de resentimiento, pero es que no aguanto más a los humanos, ni a todos los elfos que bajan la cabeza escondiéndola entre la basura de la calle, esperando que si no la levantan, no se la corten. ¿Me dejáis ir con vosotros, unirme a vuestro clan?

Mire a Yan y a Zev los dos asintieron, no veía por qué no podíamos sacar a este elfo de la maldita ciudad.

-- Si, puedes venir, pero tendrás que hablar con el Custodio Ral, aunque ahora está un poco indispuesto. Pero no creo que mi tío, ponga ninguna pega a que te unas a nuestro pequeño Clan, aunque evidentemente es decisión suya, nosotros no podemos darte el consentimiento definitivo. Vamos a investigar esa cuarentena y decidiremos sobre la marcha, puedo transformarte Yan ya que te has empeñado en ser tu quien entre, pero como te pase algo, vamos a ir detrás de ti, hasta la Ciudad Oscura y cuando te encontremos, nos pasaremos una eternidad pateándote el culo, no lo dudes. Cuando hayamos terminado con todo, vendremos y si aun quieres venir con nosotros te sacaremos de aquí. ¿Todo esto no es tuyo?

-- No, a los elfos no se nos permite tales posesiones como una tienda, solo soy un empleado, no tengo ningún tipo de posesión excepto mi ropa y algunas cosas que tardare poco en recoger.

Asentí, cada vez me parecía más increíble que pudieran tolerar este tipo de trato.

Salimos de la tienda y le pregunte a Yan si ese anciano era uno de los amigos de Ian. Me aclaro que evidentemente era uno de ellos, así que teníamos que tener cuidado, porque conocía muy bien a Ral y a Yan, también había conocido a mis padres. Así que la transformación de Yan debía ser bastante solidad, nada de ilusiones, sino algo que resistiera cualquier observación.

Me concentre en transformarlo en un anciano elfo, aunque no demasiado anciano o no les interesaría a los magos. Una vez el hechizo estuvo lanzado, nos acercamos a donde estaban los magos de Tervinter, Yan comenzó a toser y a tropezar a posta, para engañarlos, uno de los magos se fijo en él, pero lo movió hacia un lado sin hacerle ni caso, se fue derecho a por mí, gritando que yo si estaba enferma, los guardias grises somos inmunes a esa enfermedad porque portamos la misma infección, no podemos contraerla, pero evidentemente no se lo quería decir.

-- Ella debe entrar en cuarentena está muy enferma.

Iba a decir que si, cuando Zev y Yan desmintiendo la transformación, se lanzaron hacia delante cubriéndome con sus cuerpos.

-- No, ella no va entrar ahí sola, si quieres que entre, lo haremos los tres – dijo Zev -. No vamos a permitirlo.

-- En la cuarentena solo pueden entrar los elfos que estén enfermos.

Zev guiño un ojo a Yan sin que los magos lo vieran, Yan se movió hacia donde estaba el otro mago, entendiendo las intenciones de Zev, dije.

-- Aquí hay un error Tervinter… yo no estoy enferma, soy una guardia gris, inmune a esa enfermedad. Tus magias de sangre no me asustan, rata de cloaca.

-- Por supuesto que Neshi no está enferma – dijo Ral detrás nuestra -, pero aun así vas abrir las puertas y nos vas a dejar entrar ahora, aprendiz de mago.

Por un momento mire a Ral que se había puesto a mi lado, más atrás estaba Fenarel y Shianni. Le hice señas a Fenarel para que la sacara de allí, ya que se iba a liar, justo cuando comenzó a moverla oí gritar al mago que tenía más lejos, el que estaba al lado de Yan.

Ral actuó como si fuera un templario, bloqueo a los dos magos impidiéndoles lanzar cualquier tipo de magia, mientras Zev y Yan los trituraron, yo me quede con los guerreros, no fue difícil vencerlos pues los tenía demasiado lejos, pero estos últimos pocas posibilidades habían tenido, en menos de un suspiro habíamos liberado la puerta, ahora había que entrar.

Pero antes de nada, había que hablar con Ral, sobre el descubrimiento de otra babosa en la elferia. Yan había pensado lo mismo que yo, por que detuvo a Zev que iba a entrar en la cuarentena.

-- ¿A que no sabes la sombra del pasado que vive aquí? – dijo Yan – Valendrian. No te puede ver Ral, ya sabes lo que siente por ti. Por cierto felicidades – añadió sonriente - parece que este es el tiempo para que el mundo vuelva a girar, tanto con cosas buenas, como con cosas malas.

-- Si cierto Yan. Ya veo así es como le pagan su amor por los humanos, su devoción hacia sus dioses. Convirtiéndolo en esclavo, casi resulta irónico, no sé si debo reírme en su cara. Una cosa Neshi, podrías dejarle la llave del almacén a Fenarel, para que lleve a Shianni, así ponerlos a los dos a salvo, después entraremos en la cuarentena.

-- Por supuesto que si Ral, tómala. – le dije – una sola cosa más el elfo propietario de la tienda, quiere venirse con nosotros, por lo que ha dicho está cansado de vivir aquí y no me extraña.

-- Vamos a buscarlo y que se vaya con ellos, los podemos ayudar a pasar la muralla y después Fenarel los llevara al almacén a los dos, allí nos esperaran. – guardo silencio un momento y después añadió – Yan ¿Qué es lo que propones que haga? Porque no os voy a dejar solos entrar en ese lugar y menos sabiendo quien hay ahí dentro.

-- Ral vete con ellos al almacén, nosotros podemos encargarnos de los guardias y magos que haya en la cuarentena.

-- No Yan, se irán Fenarel, Shianni y ese otro elfo, pero yo me quedo. Vamos a buscar a ese elfo, no perdamos más tiempo discutiendo Yan, no voy a dejaros solos con ese tipo viviendo aquí.

-- Si Yan. – dije – Ral tiene razón, cuando Shianni, Fenarel y Alarith estén en lugar seguro podemos discutir lo que queráis, y también me podéis explicar que pinta esa sombra en todo esto. Además que creo que es mejor que Shianni no se entere que ha sido de él, lo digo para no repetir la historia de Marethari.

-- No se repetirá – me dijo Ral – Shianni no le tiene un gran aprecio, solo lo respeta por tradición. Aunque mejor no arriesgarse, en eso estoy de acuerdo contigo, vamos a sacarlos de la elferia, después veremos que hacemos a continuación.

-- En marcha, vamos a sacarlos de la elferia.

Entramos en la tienda, donde Alarith ya tenía una mochila con algunas pertenencias preparada y estaba listo para marcharse.

-- Cuando quieras Alarith, os vamos a sacar de la elferia llevándoos a un lugar seguro, después iremos nosotros.

Los acompañamos hasta el lugar donde nosotros habíamos saltado la muralla, allí repetimos las misma secuencia de hechizos para subir a lo alto, antes de bajar Fenarel dijo.

-- Ral los llevo y vuelvo, ¿no es así?

Mi tío Ral dudo, sabía que no quería separarse de Fenarel. Ral fue a acariciarle la mejilla pero después se arrepintió, dejando el movimiento sin terminar, bajando la mano.

-- Fenarel ahí dentro esta uno de mis peores enemigos, no quisiera que por mi culpa te hirieran. No Fenarel, mejor quédate con ellos, cuando terminemos aquí, tendrás que llevarlos hasta el Clan y presentárselos a Galen, para que él os proteja.

-- Entiendo, espero que se divierta con la humana. ¿Bien alguna cosa más Custodio?

-- Demonios Fenarel…. No has entendido nada de lo que ha pasado todo este tiempo.

-- Lo he entendido Custodio. Entiendo que usted ha encontrado diversión más entretenida que mi conversación o mi compañía. No tiene por que explicarme nada. Ahora también comprendo, por que se aleja de mí cada vez que estoy cerca de usted, discúlpeme, iré a cumplir sus órdenes.

Ral le miraba mientras apretaba los puños, las palabras de Fenarel le habían dolido en lo más profundo, pues aunque él había perdido mucha de su empatía, todavía proyectaba sus emociones. Fenarel me recordaba tanto a Zev cuando lo conocí, siempre pensando que era un objeto de usar y tirar, que sabía que Ral no podía dejar pasar esta oportunidad, para hacerle comprender que no era un objeto, que era importante para él. No sabía cómo saldría su compañera Shianni, bien podía ocurrir como con Marethari, que jamás fue la compañera de mis padres, solo fue la elfa que me tuvo doce meses en su cuerpo, ni tan siquiera puedo llamarla madre, porque ni eso se gano. Quería que si ocurría lo mismo, mi tío aun tuviera a alguien que realmente le amara, porque intuía que dentro de Fenarel existía la misma guerra de sentimientos que había existido en Zev. Por esa razón dije.

-- Fenarel ves a llevarlos al almacén y después regresa aquí, te esperaremos, ¿de acuerdo? Cuando vuelvas hablaremos del tema que estáis hablando ahora, en este instante no es el momento. Por favor.

-- Pero él no me quiere aquí con vosotros.

-- Fenarel ves por favor y regresa lo antes posible.

Asintió y lo baje al callejón donde esperaban Shianni y Alarith, después los vimos alejarse en dirección al almacén.

-- Ral disculpa que te haya contradicho en tus órdenes, pero creo que te estás equivocando con Fenarel.

-- ¿Equivocándome? No, no me equivoco, Fenarel no quiere tener nada que ver conmigo. He tenido paciencia, jamás lo he tocado, siempre he procurado que se sienta a gusto conmigo.

-- ¿Ral lo has besado alguna vez? ¿Le has mostrado alguna vez lo que sientes por él?

-- Solo he intentado hacerme su amigo, le he protegido y cuidado, valorándolo como se merece, pero no nunca le he mostrado mis sentimientos. No, pensé que para él seria violento dado el modo en cómo se crio y lo que los humanos hicieron con él.

-- ¿Nunca te ha pedido que tengáis relaciones sexuales? – pregunto Zev.

-- Si, quise decirle que sí, pero no me atreví a aceptar su proposición, quería que supiera que para mí es mucho más que sexo.

-- Con tu negativa lo has confundido más todavía – dijo Zev -. Él solo ha aprendido a mostrar sus sentimientos de esa forma, al negarte, él lo ha interpretado como si no quisieras estar con él.

-- Ral un consejo, si quieres acéptalo o sino no lo hagas – le dije a mi tío – Antes de volver a la torre de los hechiceros, yo tuve una conversación parecida con Zev. Le dije, que posiblemente Alistair quisiera denunciarme a los templarios y que estos no dudarían en ponerse de su lado, que por esa razón le pedía que si ocurría eso, se fuera, que se marchara de la torre sin mí. – sentí la mano de Zev en la mía apretándola, Yan me paso el brazo por la cintura atrayéndonos hacia él, mientras hacía lo mismo con Zev –. Recuerdo que Zev me pregunto, ¿Si era lo que realmente quería? ¿Si realmente quería que me abandonara? En aquel momento dude, si le mentía diciéndole que si, le salvaría la vida no lo expondría a morir en manos de los templarios. Pero habría hecho justo lo que todos habían hecho con él, usarlo y abandonarlo. Por esa razón opte por la verdad, si moríamos como mínimo sabría que a mí si me importaba, sabría que en su vida había habido alguien que no lo había considerado un objeto y eso Ral es más importante que estar vivo.

-- Si lo es – dijo Zev desde mi cabeza, ya que había enterrado su cara entre mi pelo y el hombro de Yan.

-- Ral entiendo tu necesidad de protegerlo – dijo Yan – pero creo que Neshi y Zev tienen toda la razón. Ahí vuelve Fenarel, nosotros nos retiraremos para que puedas hablar con él a solas.

-- ¿Retiraros? Neshi te importa que nos enlacemos mentalmente, quiero que me ayudéis, creo que estoy muy perdido con Fenarel, siento que volveré a meter la pata.

Nos alejamos de la muralla que era donde estaba Ral, pero nuestras mentes estaban entrelazadas, pues antes de separarnos de él, le había rozado la mano y su mente se había unido a las nuestras. Era muy tierno, ver al guapo Ral hermoso y poderoso mago, sentirse inseguro ante su compañero, reconocer que no sabía cómo tratarlo. El quería abrazarlo, besarlo, mimarlo pero tenía un miedo infinito a que le rechazara, a que lo mal interpretara o a que pensara que solo lo estaba utilizando.

Me recosté en el pecho de Yan, mientras que los brazos de Zev me abrazaban, mis manos estaba entre las de ellos, llenándome de cariño, ternura y amor, era muy afortunada, había sido duro llegar hasta aquí, pero esto lo compensaba, no conseguía imaginarme como podría vivir sin alguno de ellos, se habían convertido en mi propia alma.

Cuando Ral comenzó hablar con Fenarel, salí de mi ensueño, poniendo toda la atención en la conversación.

-- Fenarel quisiera hablar contigo, puedes esperar por favor.

Ral dijo esto, porque Fenarel al vernos se fue hacia nosotros.

-- Usted dirá Custodio. – respondió Fenarel quedándose quieto en el lugar mirando al suelo. – Usted ordene y cumpliré sus órdenes.

-- Fenarel, me puedes decir ¿Qué es lo que realmente te pasa? No creo que te haya dado motivos… ¿además a que humana te refieres?

-- No me ocurre nada, estoy bien, - sinceramente mentía fatal -gracias por preocuparse Custodio. Humana… No, no realmente no importa, siento haber dicho algo que es personal para usted, cuando quiera podemos continuar.

-- Una cosa – suspiro Ral – El mundo explotaría antes de que yo estuviera interesado en una humana, no se a que humana te refieres, me imagino que es Morrigan, pues es la única mujer humana con la que he hablado. No me agrada, le dije que nunca me sentiría atraído hacia ella y que jamás la enseñaría magia. Pero ese no puede ser todo el problema que te aqueja, ya que hable con ella escasamente el tiempo que tardamos en cruzar las puertas de Denerim. ¿Te importaría decirme que te he hecho, para que estés tan tenso conmigo?

-- Yo solo estoy a su servicio. Mande y obedeceré.

-- No Fenarel, no quiero un criado, quiero a mi compañero. - Dijo Ral y en ese momento se dio cuenta de que había dicho justo aquello que no quería decir, así que añadió -. Está bien es hora de continuar, vamos a buscar a Valendrian y a entrar en esa maldita cuarentena. Después iras donde esta acampado el Clan, junto con Shianni y Alarith, allí estaréis seguros, hasta que termine la Ruina y hayamos podido alejarnos de los malditos humanos. Vamos no perdamos más tiempo con mis tonterías.

-- Por supuesto Custodio, se hará tal cual ha dicho. – dijo Fenarel que seguía mirándose los pies.

Fue Zev quien hizo la pregunta, que Fenarel no quería hacerse.

-- Fenarel que pasara si cuando veamos a Valendrian este ataca a Ral y lo mata o te mata, también puede morir en la batalla contra Bhalam. ¿Lo vas a dejar así?

Ral miro a Zev muy enfadado, dijo.

-- Fenarel no morirá por esa batalla, ni por Valendrian, ya que volverá donde está el clan. Si a lo que te refieres es a que yo muera, no pasara nada, se tienen el uno al otro, al final lo comprenderán. Mí tiempo aquí está a punto de terminar. Vamos.

Le dije telepáticamente.

-- Por favor Ral, no lo dejes así, ni te quedes sufriendo de esa manera.

-- Neshi Cariño, no soy Theron o Eriel, sino me quieren me voy, he pasado una eternidad solo, puedo pasar algunos días más en soledad total. Está claro que Fenarel no me quiere a su lado, pues no hay problema.

Comenzó a volver hacia el edificio en el que estaba la cuarentena. Al acercarse a la puerta, uso un hechizo que hizo volar la puerta, arrancándola literalmente de la pared. Los pocos soldados que estaban dentro apenas tuvieron tiempo de verlo venir, simplemente cayeron muertos al suelo. Registramos el lugar para encontrar un cofre y unas llaves, algunos pergaminos que eran listas de elfos que habían desaparecido de la elferia vendidos como esclavos.

En una habitación aparte había una serie de jaulas donde encerraban a los prisioneros, allí había como mucho una veintena de elfos, les preguntamos donde se llevaban a los elfos ya que sabíamos que allí faltaban muchos elfos, que habían desaparecido de la elferia. No supieron decirnos, uno nos dijo que se los llevaban por una puerta que daba a un callejón, así que con el manojo de llaves en la mano, nos dirigimos al callejón, probando puerta por puerta hasta que conseguimos dar con la puerta que abría esas llaves. Entramos a una casa que olía a enfermedad, suciedad y muerte, el lugar era deprimente. Todos intentamos pasar sin mirar al suelo, pero era imposible, había ropas tiradas, olvidados muñecos de niños que jamás volverían a ser libres, como mudos testigos de las tragedias que habían acontecido. Cada metro de aquellas casas hablaba de dolor, pesadillas y muerte, cada segundo que pase en aquel lugar, mi odio por los humanos fue acrecentándose, convirtiéndose en crónico, enraizando en lo más profundo de mi corazón, hasta que alcanzo el nivel más extremo.

Tuvimos algunos enfrentamientos pero no fueron gran cosa, en una habitación encontramos a un grupo de guardias a los que conseguimos vencer y despojar de más llaves. Ral iba como ido, no abría las puertas simplemente las arrancaba con magia, todo a su alrededor explotaba de magia pura, en los combates apenas nos dejaba llegar al lugar, porque en un despliegue de magia incontrolada iba creando una ristra de muertos a su paso, solo respetaba a los elfos, el resto de los humanos que había, los aniquilo.

Después de explorar tres edificios que estaban unidos, encontramos a los esclavistas, dirigidos por un mago de Tervinter, cuando entramos este me reconoció e intento negociar, por lo que se ve mi nombre era muy popular entre los miembros asociados al Regente Loghain. Pero no había negociación posible con esa panda de humanos, queríamos sus cabezas. La lucha fue feroz, no eran pocos y el mago no era un aprendiz, aun así no duro apenas nada, yo me concentre en el mago mientras Ral se concentraba en el grueso de los mercenarios y Yan, Zev y Fenarel luchaban con los restantes mercenarios que estaban distantes del grupo.

Cuando la lucha concluyo y pudimos volver a respirar tranquilos, vimos que había jaulas grandes, en ellas tenían a muchos elfos apiñados, me imagine que para transportarlos a los barcos. Los liberamos a todos y el último en salir de las jaulas se paro ante nosotros, era un anciano elfo, se fue directo a donde estaba y me dijo.

-- Tu cara me recuerda a alguien que conocí hace mucho tiempo.

Me le quede mirando y le sonreí, esperando que no se fijara en Yan o Ral. Pero Yan se interpuso entre el elfo y yo, así que me imagine que era Valendrian.

-- A ella ni la mires – dijo Yan – asqueroso traidor.

-- Vosotros – dijo con cara de sorpresa - ¿Cómo es posible que aun estéis vivos?

Ral se adelanto y entro en el campo de visión de Valendrian.

-- Se te podría hacer la misma pregunta, ¿no crees?

-- ¿Si vosotros estáis vivos? Ella… ella tiene que ser la hija de Theron es idéntica a él. – Ral y Yan se habían puesto delante de mí tapándome de su mirada, Zev me empujo todavía más atrás por lo que quede pegada a Fenarel. – Así que los pervertidos pueden tener hijos, que sorpresa, nunca lo hubiera imaginado. Ahora que me fijo mas si claro, estáis unidos tu Yan, ese elfo y la elfa, tenéis las marcas de unión, esto va a ser muy interesante de estudiar, sobre todo cuando caigáis en las manos de los humanos, seguro que encuentran muy satisfactoria la investigación que hagan sobre vosotros, me pregunto quién de vosotros es el que porta la empatía para haber creado la unión. Tu Yan seguro que no, se que perdiste la empatía, el otro elfo – dijo mirando a Zev – no él tampoco, tiene que ser la hija del pervertido de Theron. Sabes ahora los humanos, gracias a nuestra ayuda, saben cómo evitar que os entreguéis a la muerte, pueden experimentar con vosotros durante décadas, sin dejaros la oportunidad de morir.

-- Si no hubiéramos llegado – le dije – tu hubieras terminado como un simple esclavo de los Tervinter, ¿sabes para que usan los esclavos en esa nación? Te lo diré… los usan para obtener sangre, a los que no pueden vender por un precio razonable los sacrifican para obtener poder de su sangre, así es como los magos de Tervinter consiguen mayor poder mágico.

-- Niña tonta, me hubiera podido liberar en cuanto hubiera querido, pero me interesaba, aquí mi tiempo ya había pasado, de cualquier forma tenía que cambiar de país. Pero a cambio tengo la satisfacción de poder entregar a los humanos a la hija del pervertido de Theron y su querido Eriel. Los humanos sabrán todo de ti y de tus pervertidos compañeros, mucho antes de que podáis morir, lo habréis deseado mil veces.

Ante esas palabras, Yan se lanzo contra él, mientras el lugar se llenaba de energía mágica, Valendrian ataco a Ral mientras bloqueaba a Yan y a Zev que le habían atacado físicamente, los envolví con todas las protecciones mágicas que conocía, haciendo que los hechizos de Valendrian les rebotara, sin dañarlos, devolviéndoselo al lanzador, fue Zev y sus venenos los que consiguieron atontarlo, aunque no antes de que lanzara una descarga de fuego hacia donde estábamos Fenarel y yo, Ral se interpuso en el camino del hechizo, para evitar que nos alcanzara, Yan aprovechando la distracción le corto la cabeza pero no antes de que Ral fuera herido gravemente.

En el momento que vi a Ral caer todo se ralentizó, me moví hacia donde había caído, Fenarel fue mas de rápido que yo, llego hasta él en un instante y se arrodillo a su lado. Le intento quitar la túnica mientras murmuraba angustiado.

-- No, no es posible, él no por favor.

Zev le cogió de los hombros separándolo de Ral, para dejarme trabajar, ya que básicamente se había echado encima de Ral. Mientras Yan me ayudaba a desnudar a Ral, quería ver el grado de quemadura que le había hecho y quería ver la extensión del daño, la túnica le había protegido en casi todas las partes, pero era fuego mágico y no sabía por qué Ral no había utilizado un escudo protector antimagia, era lo primero que yo había usado en Yan, Zev y yo misma, de hecho vi como Ral se lo había lanzado a Fenarel, pero no se lo había lanzado a sí mismo. En ese momento comprendí la verdad, mi tío Ral se había intentado suicidar.

-- Fenarel ven deja que Neshi trabaje, ella puede sanarlo.

Fenarel lucho con Zev para soltarse y volver donde estaba tumbado Ral, después cuando se dio cuenta que no tenía muchas posibilidades de soltarse del agarre de Zev, termino por relajarse.

Las lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos mientras su boca permanecía cerrada en una línea apretada, no volvió hablar, simplemente se dejo caer en el suelo y quedo con la mirada fija en el cuerpo tumbado de Ral. Zev no se lo impidió, se sentó a su lado, pasándole un brazo por el hombro, las palabras de Zev habían resultado proféticas desgraciadamente, aunque Ral no estuviera muerto, le había faltado muy poco.

Estaba muy enfadada con Ral, entendía por lo que estaba pasando, pero no se podía ser tan cabezón, en la vida hay que tener más paciencia y menos inflexibilidad.

-- Yan tenemos que sacarlo de aquí, en el almacén podre seguirle curando, aquí solo he conseguido estabilizar sus heridas, pero después no se le podrá mover, así que habrá que hacerlo ahora. – negué con la cabeza – menudo terco me ha tocado por tío.

-- Si es muy terco, me recuerda a cierta brujita – dijo Yan – que normalmente no hay quien la mueva cuando ha decidido que quiere. Pero esto hacía tiempo que me lo temía, sobre todo desde la muerte de tus padres Neshi, siempre tan estoico, parecía que nunca le ocurría nada, en algún momento tenía que explotar. Zev vas a tener que ayudarme a llevarlo, Fenarel no está aquí. Creo que a partir de ahora tendré miedo cada vez que digas algo Zev, tus palabras han sido proféticas.

-- Puedo ayudaros – dije – invocar un hechizo de levitación para transportarlo.

-- ¿Qué te vean – dijo Zev - y te sientan todos los templarios de Denerim? No Neshi, lo llevaremos del modo tradicional. Vamos te ayudo Yan.

-- Menos mal que soy el enano crecido, que si no se como lo íbamos a mover de aquí.

Cogieron unas sabanas sucias que había y con unos palos largos prepararon una especie de camilla en la que tumbaron a Ral, mientras me arrodille junto a Fenarel y le limpie las lagrimas, cogiéndolo de la mano conseguí que se pusiera en pie y me siguiera, como si fuera un muñeco sin voluntad.

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