Capítulo 48
Llamaron a la puerta insistentemente, aun ni tan siquiera había amanecido, cuando despertamos sobresaltados por el ruido de la llamada. Mire donde estaban acostados mi tío Ral y Fenarel, vi que Fenarel le había abrazado dormido, aunque ahora al despertarse y darse cuenta de su acción, se separo de mi tío Ral, aunque este no le dejo levantarse, sujetándolo a su lado, para no ser visibles desde la puerta, ya que la cama los tapaba totalmente.
Zev que estaba más cerca de la puerta se levanto de un salto y fue abrirla, quitando la trampa rápidamente. Entro una sirvienta humana en la habitación diciendo que habían llegado los mensajeros enviados por los ejércitos de magos, elfos Dalishanos y enanos. También el Arl había recibido una importante visita, nos pedía que fuéramos de inmediato a verle.
Asentí a la sirvienta y salte de la cama, mientras ella abandonaba la habitación, en poco tiempo nos habíamos vuelto a vestir y bajábamos las escaleras hacia la sala de reuniones del Arl Eammon.
Eammon estaba acompañado por Alistair, Teagan y una sirvienta elfa que estaba hablando cuando entramos. Los humanos y la sirvienta elfa al vernos llegar, se callaron, observando nuestra entrada en la sala, sus sentimientos como siempre me asaltaron claramente, no sé si es que había alcanzado algún nivel de empatía pasiva pero ahora mi sensibilidad era mucho mayor, haciéndome capaz de leer claramente las intenciones de los demás y sus sentimientos.
-- ¿Qué ha ocurrido que sea tan urgente? – pregunte.
-- Mi señora la Reina Anora… - dijo la elfa – ha sido secuestrada por Randon Howe, pretende asesinarla – lloriqueo – tienen que rescatarla.
La observe mirándola a los ojos, ahí había más, esto era una clara trampa. Después mire a Zev y a Yan, los dos asintieron sutilmente.
-- Ante todo tranquilízate y cuéntanos que ha ocurrido desde el principio, ya que cuando has comenzado hablar no estábamos nosotros. Y dudo mucho que ellos – dije señalando a Alistair, Eammon y Teagan – vayan a ser los que tengan que ir a rescatar a tu reina. – me gire hacia donde estaba una sirvienta humana de la casa y la dije – Necesito que avises a Sten, Oghren y Morrigan, mientras aquí nuestra dulce elfa nos explica cual es el verdadero problema, y he dicho Verdadero.
-- Mi señora la Reina Anora, fue a visitar al Arl de Denerim en busca de respuestas sobre lo acontecido con su marido el Rey Cailan. Arl Randon Howe no solo no le ha dado ninguna respuesta sino que la ha secuestrado, cree que su padre Loghain la va a sacrificar para poder acusaros del asesinato de la reina Anora. Por esa razón me ha enviado a pediros ayuda.
-- Dime una cosa, ¿Cómo es posible que la reina Anora venga a pedirnos ayuda? No me cuadra, disculpa pero no nos has dicho tu nombre.
-- Me llamo Erlina, sois los únicos que la pueden ayudar, ella está convencida de que su padre la sacrificara si eso le ayuda a llegar al trono.
-- Entonces Erlina porque tengo la sensación clara y tangible de que nos estas mintiendo – la dije –. Tú dices que nos puedes ayudar a entrar en el castillo del Arl de Denerim, pero que pasa si una vez dentro nos descubren, no sería ese un motivo para hacernos culpables de su muerte. La verdad es que lo mire por donde lo mire me suena a trampa.
Intervino Eammon.
-- Si posiblemente tengas razón Neshama, pero ya estamos en la trampa, ahora solo podemos rescatar a Anora y esperar que se ponga de nuestra parte.
-- Eso que dices suena, como si vosotros fuerais a participar en el rescate, ¿vendréis con nosotros?
-- No, nosotros no podemos entrar en el castillo del Arl de Denerim – dijo Eammon –. Deberás ir tu con… bueno tus queridos.
-- Muy apropiado, si nos capturan seremos nosotros quienes caigamos, ¿no? Un pequeño apunte, son mis maridos, estamos casados.
Vi que a Alistair le salía fuego por los ojos y su mandíbula caía a la altura del cuello, dejando su boca totalmente abierta. Antes de que ninguno pudiera decir nada dije.
-- Bien Alistair te vienes, prepara tus cosas, nos vamos al castillo del Arl de Denerim ahora mismo.
-- No – dijo Teagan – Alistair no puede ir tampoco con vosotros.
Me reí, era evidente la trampa.
-- Bien, bien si caen que sean solo los elfos, pues recordar algo… Los ejércitos de magos, enanos y elfos Dalishanos solo me seguirán a mí, fui yo quienes les ayudé y con quien firmaron el tratado de ayuda. No seguirán a Alistair por muchas mentiras que os haya dicho, él solo ha sido un estorbo durante todos estos meses, no vale ni para atarse las botas solo, pero me imagino que eso ya lo sabéis y es lo que tu Arl Eammon quieres, un títere sin voluntad. Está bien, Sten, Oghren, Morrigan vestiros con las armaduras, salimos hacia el castillo del Arl de Denerim en una hora.
-- Pero tantos – dijo Erlina – llamaran demasiado la atención.
Asentí con la cabeza, cada vez me gustaba menos la situación.
-- Bien, pues entonces solo Sten, Ral, Fenarel, Yan y Zev, nos encontraremos contigo en la puerta del castillo.
-- ¿Tantos elfos?
-- Erlina he tenido paciencia contigo, solo porque eres una elfa, pero no tientes tu suerte. Si ellos todos se vienen conmigo.
Ral se adelanto poniéndose enfrente de Erlina y la dijo.
-- ¿Crees sinceramente que me consideraran un elfo con una armadura que me tape la cara o ya puestos a Yan?
Cuando miro de frente a Ral, su expresión facial fue de estupor completo, creo que no se había fijado en ellos dos, su mandíbula se desprendió.
-- No, claro que no señor, no sabía… discúlpeme.
Esta elfa sabia más de lo que decía, en cierta forma sabía que Ral y Yan no eran elfos nacidos en nuestro tiempo, eso me asusto. Por eso intervine.
-- Erlina te encontraremos en una hora junto al castillo del Arl. Ves a preparar las cosas Erlina, mientras hablo con el Arl Eammon y Alistair.
Erlina se marcho pero antes de salir por la puerta se volvió a mirar a Ral, con claros síntomas de saber quién era. Quería decírselo a Yan y a Zev telepáticamente, pero también quería hablarlo con Ral, por lo que debía esperar a que saliéramos de la sala.
-- ¿Alguna cosa mas Arl Eammon, necesitamos hacerle algún recado más? Aquí los únicos que estamos en la trampa somos nosotros por lo que se ve, ustedes se mantienen en las sombras supuestamente seguras. Un pequeño apunte, Loghain puede ser un loco ambicioso, pero no es idiota, sabe bien quién está detrás de todo.
-- Haz el trabajo que se te ha ordenado – dijo Eammon – Luego hablaremos sobre el incidente de anoche.
Sonreí descaradamente.
-- Le recuerdo Arl Eammon que soy una Guardia Gris, nadie excepto mis superiores en la orden pueden darme ordenes y de momento aquí no hay ningún superior a mí en rango de los Guardias Grises, así que le recomiendo que suavice sus “ordenes”, pues yo no tengo por qué obedecerlas, no soy su sierva, ni su criada. Iré a salvar a la reina Anora única y exclusivamente por qué a mí también me interesa que este viva. Con respecto al incidente de anoche con su mayordomo. Lo hablaremos cuando volvamos con el tesoro preciado de la Reina Anora, si es que volvemos, claro está. – después añadí como si lo hubiera acordado en ese momento -. Ahh por cierto ya llegaron los mensajeros de los ejércitos, voy a verlos antes de partir hacia el castillo. Al fin y al cabo yo soy su Comandante, les daré ordenes de que si no volvemos del castillo del Arl de Denerim en dos horas, tomen medidas para defenderse contra la Ruina por su cuenta, que el tratado que los vincula a mí como Guardia Gris quedara totalmente anulado, mi última orden será que abandonen las cercanías de Denerim y que dejen a su suerte la ciudad. Veremos qué tal se apañan los adeptos de las “normas” de la capilla, cuando el Archidemonio llegue a Denerim. Y créame Arl Eammon está más cerca de lo que se pueda imaginar. – guarde silencio un momento dejándole pensar sobre lo que le había dicho y después añadí - ¿Ahora quiere hablar del incidente de anoche o prefiere que vaya a rescatar a la Reina Anora?
-- Por supuesto ves a rescatar a la reina Anora es nuestra principal preocupación. – dijo Eammon.
Salimos de la sala y cuando íbamos hacia la puerta de salida Alistair nos salió al paso diciendo.
-- Pues yo quiero hablar de tu trasgresión a las normas de la capilla – dijo Alistair – Tú… no solo eres una maga de sangre, sino que para colmo te has casado, no solo con Zevran sino también con ese otro elfo. Eso está totalmente prohibido, no solo para los magos, sino también para cualquier otro habitante de Feraldan. Cuando la Bendita se entere…
Yan camino hacia delante y se puso justo enfrente de Alistair, bajando la cabeza para poder verle los ojos. En ese momento Alistair se dio cuenta de un pequeño detalle, Yan era más alto y mas musculoso que él, en un combate cuerpo a cuerpo no tenía ninguna posibilidad contra Yan.
-- ¿Qué pasa Alistair? Creías que todos los elfos eran pequeños y delgados, no es que Zev sea delgado o pequeño, pero es más bajo que tu, pero como ves no es la norma para todos nosotros. Me imagino que cuando nombras a la “bendita esa” te estás refiriendo a vuestra religión, ¿no es así? Nosotros no nos regimos por las mismas leyes religiosas que vosotros. Neshi fue raptada por tus amigos templarios cuando tenía 4 años, pero pertenece a mi clan desde su nacimiento, sois vosotros quienes trasgredisteis nuestras leyes religiosas al llevárosla, ahora todo ha vuelto a su sitio, así que olvídate de ella. Sabes una cosa Alistair, no te conocía, no tenía nada en contra de ti, hasta que me uní a Zev y Neshi no sabía lo que les habías hecho. Ahora sé el tipo de ser humano que eres, no me sorprende, porque no os tengo en gran estima, sé muy bien de lo que sois capaces, pero lo que les has estado haciendo a Neshi y a Zev lo pagaras con sangre. Por todo ello no llegaras a ser Rey, te lo juro.
-- Me amenazas en mi propia casa, despreciable pervertido.
-- No Alistair – el tono de la voz de Yan fue impasible y frio – jamás amenazo. Estoy afirmando que no vivirás para llegar a ser rey.
-- Ahora mismo puedo hacer que os encierren a todos.
-- No nos encerraran Alistair, nos necesitan – le dije – ¿Por qué crees que el Arl Eammon soportara cualquier cosa que seamos? Quiere el trono para ti, así él podrá gobernar en las sombras. No te equivoques por alcanzar el trono de Feraldan, Eammon o Loghain harán cualquier cosa, incluso colgarte por el cuello, si eso puede darles lo que su ambición quiere, no te equivoques solo eres un títere para sus intereses, si crees que eres más importante, es que eres más idiota de lo que he pensado siempre.
Se adelanto Zev y se puso al lado de Yan.
-- Alistair sabes, es difícil gritar o denunciar a alguien si te han cortado el cuello. Yan déjalo de momento lo necesitamos con el cuello en su sitio, aunque solo de momento.
Yan le pego un empujón suave a Alistair, sin ni tan siquiera mover mucho los músculos del brazo y lo envió contra la pared, se quedo allí sentado mirándolo estupefacto. Antes de que Alistair la liara más gorda me puse delante y abrí la puerta de la calle, saliendo al mercado de Denerim. Mientras a mi espalda Sten se reía de Alistair, diciéndole.
-- Chico yo que tu iría a cambiarme los pantalones, sino quieres que todo el mundo se dé cuenta de tu desliz. Cada segundo que pasa me caes mejor Yan. Vamos hay trabajo que hacer.
-- Si cierto – dijo Yan.
Zev ya había salido y estaba a mi lado, contemplando a Sten, Yan, Ral y Fenarel que estaban todavía en el castillo.
Fuimos hasta la posada del mercado, donde se alojaban los mensajeros, les conté sin rodeos el problema que había. Les dije que nos esperaran unas seis horas como mucho hasta el día siguiente, que si en ese tiempo no habíamos vuelto, eran libres de actuar como creyeran oportuno, en pocas palabras que los liberaba del tratado que habían firmado conmigo. Los elfos Dalishanos dijeron que si no volvía en ese tiempo se marcharían definitivamente de Feraldan y los enanos volverían a su ciudad donde realmente no corrían peligro. Los magos dijeron que lo consultarían con Irving y que obrarían en función de lo que el primer encantador les dijera.
Había prendido la mecha, así que nos encaminamos hacia el Castillo del Arl de Denerim. Abandonamos la plaza del mercado hacia el barrio del palacio donde residía el Arl de Denerim. Fenarel que era el único que se conocía la ciudad de Denerim al dedillo, fue quien nos guio hacia el castillo, en una de las muchas plazoletas que daban a mas escaleras, nos salió al paso un “Cuervo”, por supuesto que era Taliesen.
-- Eres escurridiza Guardia Gris me ha costado trabajo encontrarte, pero al fin aquí estas. Te veo muy acompañada por elfos, pero no veo entre ellos a Zevran.
Sentí que Zev me empujaba detrás de él directamente a los brazos de Yan, mientras se ponía en cabeza.
-- ¿No me reconoces viejo “amigo”? ¿Te han enviado o has venido voluntariamente?
-- Voluntariamente por supuesto, cuando me dijeron que nos habías traicionado, no podía creer que el gran Zevran nos hubiera dado la espalda. Pero podemos inventarnos algo para que vuelvas, todos tenemos derecho a cometer errores.
-- No Taliesen, no he cometido ningún error, mejor dicho es lo mejor que me ha pasado en la vida. No deberías haber venido “amigo”, no volveré a ningún lado, mi lugar esta junto a mis compañeros.
-- ¿Acaso no necesitas vivir Zevran?
-- Ahora es cuando realmente estoy vivo Taliesen, sin ellos… - después de pensárselo un momento, negó con la cabeza y dijo -. Terminemos con lo que has venido hacer, nunca lo entenderías aunque te lo explicara mil veces.
-- No Zev, no lo hagas.
Zev estaba lejos de poder escucharme, se lanzo contra Taliesen y lo mato, después derrotar al resto de mercenarios fue tarea muy fácil. Creo que nunca se imaginaron que fuéramos a ir tantos, creo que esperaba menos resistencia. Cuando la batalla termino abrace a Zev, nuestras cabezas se juntaron, Yan le abrazo a su vez uniendo su cabeza a la nuestra, compartimos en silencio el dolor que la muerte de Taliesen le provoco.
Posteriormente continuamos nuestro camino hacia el Castillo del Arl, ninguno de nosotros comento nada, ni dijo nada. Aunque Yan y yo sabíamos lo que le había costado a Zev obrar como lo hizo.
No tardamos en llegar, estábamos cerca, en la puerta nos estaba esperando Erlina, que nos indico el camino a un maltrecho cobertizo donde guardaban los aperos de labranza, allí había ocultado unas cuantas armaduras que eran idénticas a las que usaban los guardias de la casa, nos las pusimos. Erlina en ese momento se decidió a hablar.
-- Ellos no deberían venir guardia gris, - dijo señalando a Ral y a Yan -no podemos darnos el lujo de perderlos.
-- Veo que sabes de lo que estás hablando. – la dije –. Aunque aquí hay un pequeño inconveniente…
Intervino mi tío Ral.
-- Realmente a quien no podemos perder de ninguna manera es a Neshi, ni a Yan, ni a Zev. Es un lujo que no podemos permitirnos, si queremos sobrevivir como pueblo. Así que si nos has mentido, es el momento para que nos digas la verdad, pues te guste o no, Yan y yo entraremos con Neshi y si es necesario moriremos a su lado. Con nuestro final, llegara el final de nuestra especie.
-- Es… es una artimaña – aquí bajo la cabeza – de la reina Anora, quiere acercarse a la guardia gris. Pero el Arl de Denerim Randon Howe opondrá la máxima resistencia.
-- ¿Por qué la reina Anora esta tan interesada en hablar conmigo? – la pregunte.
-- Quiere pactar contigo su derecho al trono.
-- Comprendo. En parte podría interesarnos, no me gusta el camino que está tomando el Arl Eammon. ¿Qué sorpresas piensas que nos pueden aguardar ahí dentro?
-- Sinceramente no lo sé, cuando me he ido solo había un guardia en su puerta y solo habrá que escoltarla hasta la casa del Arl Eammon.
-- Eso parece demasiado sencillo – dijo Yan – no me gusta. Las cosas no suelen ser así de sencillas, no cuando hay humanos involucrados o elfos traidores. – cuando dijo esto la miro fríamente.
-- El problema Yan – dijo Zev – es que no tenemos alternativas, necesitamos el ejército humano para frenar la Ruina. Eammon ya ha demostrado que no es digno de confianza, al igual que su hermano o Alistair, así que ahora solo nos quedan pocas opciones.
-- Si tienes toda la razón Zev – dije – no tenemos alternativa, así que en marcha. Espero que realmente valga la pena tanto esfuerzo y el peligro que correremos.
-- También podríais marcharos antes de que se desate la batalla – dijo Erlina – No tenéis por que luchar en esta guerra.
-- En esta guerra, nos jugamos más de lo que jamás nos hemos jugado – dijo Ral -. Tenemos nuestras razones para estar aquí todos nosotros. Ahora Erlina mejor mantente en silencio, no nos fiamos de ti, así que si no tienes nada que aportar que sea vital para nuestra supervivencia te recomiendo que te calles.
* * * * * * *
Cuando iba a seguir a Neshi y Ral que iban en cabeza, Yan me cogió por el hombro y me retuvo. Quería hablarme sin que los demás le escucharan.
-- Zev espera por favor, tengo que pedirte algo.
-- Tú dirás que es. – le sonreí, estaba tan serio, tan triste que pensé que le iría bien sonreír alguna vez. En ese momento me era difícil explicarlo, pero como me había pasado con Neshi, le había comenzado amar, casi desde el momento en que le había conocido.
-- Sabes como yo que esto es una trampa, no me queda muy claro por parte de quien y tampoco es que importe mucho. Quiero pedirte que si las cosas se tuercen mucho, que si ves que nos pueden detener o nos pueden matar. Tú tienes formas de esconderte de las que carezco, te pido que cojas a Neshi y la saques de la ciudad, que os olvidéis de la Ruina y de todo lo demás, llévala lejos, donde podáis vivir en paz.
-- ¿Pero y tu, que será de ti?
-- No importa lo que sea de mí, quiero tener la seguridad de que vosotros vivís.
-- Te comprendo muy bien, Yan… confía en que todo saldrá bien.
-- Pero si no sale bien, ¿lo harás?
-- No Yan, eres una parte de nosotros, no vamos a dejarte atrás. Tenemos que continuar Yan, nos están esperando.
Me di cuenta que Yan iba a discutir, pero se dio cuenta que tenía razón, que los demás nos estaban esperando. Antes de que se fuera de mi lado, le cogí del brazo y le bese intensamente, abrazándolo, me abrazo y me beso a su vez, transmitiéndome a través de nuestra unión sus sentimientos, lo que había dicho era lo que sentía, pero no podía aceptar su petición. Yan pensaba sobre sí mismo que no lo necesitábamos para vivir y ser felices, eso quizás hubiera sido verdad antes de conocerlo, ahora como le había dicho no podíamos dejarlo atrás, pues era una parte importante de Neshi y de mi.
Sin añadir ninguna palabra más nos separamos y salimos disfrazados del cobertizo.
* * * * * * *
Cuando vi salir a Zev y Yan del cobertizo, nos pusimos los yelmos y entramos en el castillo, había soldados por todas partes. Erlina nos guio hasta la habitación donde habían encerrado a Anora, para nuestra sorpresa la puerta había sido bloqueada por un hechizo. Erlina se puso de los nervios, mientras Anora intentaba tranquilizarla, Ral y yo nos dedicamos a estudiar el hechizo, no sería difícil de dispersar, pero atraería a todos los guardias que había en el castillo. Ral me miro y luego disimuladamente me rozo la mano, nuestras mentes se entrelazaron en el acto. Así que pudimos hablar telepáticamente sin que Erlina o Anora se enteraran.
-- Neshi este hechizo es rudimentario, cualquier aprendiz con un poco de entrenamiento en magia podría deshacerlo.
-- Cierto Ral, el problema es que cuanto lo hagamos llamaremos la atención de todos los guardias del castillo, ya que el mago que lo puso es más astuto de lo que parece, ha colocado un segundo hechizo sónico, que alertara a todos.
-- Podemos ir a buscar al mago que lo haya dejado. Pero alertaremos igualmente a todos, se terminara nuestro disfraz.
-- Ya, pero maldita sea no tenemos alternativa. Sabíamos que esto era una trampa, me pregunto qué papel ha jugado Erlina en todo esto y cuanto de esto sabía.
-- No lo sé, habrá que esperar a verlo. De todas maneras no somos pocos, creo que fácilmente podríamos con la guarnición de soldados que hay aquí, tampoco es que tengamos opciones.
-- Está claro que tenemos que seguir adelante, sea como sea. – hablando para Sten, Fenarel y Erlina dije – El hechizo es fácil de deshacer, el problema es que está sujeto a otro hechizo sónico, cuanto lo disipemos sonara el segundo hechizo, avisando a todos los guardias del castillo, así que no nos queda otra que ir a buscar al mago que lo lanzo, cuando este muerto el hechizo desaparecerá. Aunque evidentemente también habremos perdido los disfraces y tendremos que luchar.
-- No pongáis en peligro a mi señora.
Me reí sobre todo cuando Yan la bufo.
-- Todos estamos en peligro Erlina, no solo la reina Anora. – la dije -. Así que mejor intentemos llevarnos bien. Ya sabíamos que habría sorpresas y que por supuesto esto era una trampa. Bueno en marcha habrá que ir hasta las mazmorras que es donde estará el mago con el Arl Randon Howe.
-- Hay una entrada a las mazmorras desde la habitación del Arl. – dijo Erlina.
-- Que apropiado, desde luego Denerim ha debido tener una maravilla de Arls. Vamos.
Antes de partir hacia las habitaciones del Arl, Yan me tomo de la mano y me la apretó, besándola, mientras Zev hacia lo mismo con mi otra mano, junte sus manos y las bese sonriéndoles. Me había dado cuenta que Yan y Zev se habían retrasado en el cobertizo, quería saber que habían hablado, mi eterna curiosidad, pero debía aprender a respetar también la intimidad de ellos, aunque por los sentimientos que me habían llegado, luego les preguntaría de que se trataba. Les mire a los ojos viendo la preocupación que se reflejaba en ellos.
-- Todo saldrá bien – les susurre.
Asintieron aunque no estaban nada convencidos. Deje de pensar en ello cuando salimos al pasilla camino de la habitación del Arl. Llegamos hasta la habitación sin contratiempos, nadie se fijo en nosotros. Allí registramos toda la habitación, encontramos unos documentos que pertenecían a los Guardias Grises, los guarde en la bolsa mágica y después de descorrer un panel de la pared vimos una escalera que bajaba. Descendimos por ella al abrir una puerta vimos a un guardia custodiando una celda, nuestra entrada lo sorprendió, consiguiendo que el reo lo estrangulara quitándole las llaves, Zev y Yan que iban a mi lado me empujaron hacia atrás, quedándose ellos enfrente del “reo” que salió de la celda. Nos observo un momento detenidamente y después dijo.
-- Te reconozco, eres Neshama una de los iniciados por Duncan, la elfa que sobrevivió a la iniciación.
-- Si así es, ¿pero cómo lo sabes?
-- Mi nombre es Riordan y también soy un guardia gris, vine desde Orleis a ver que estaba sucediendo en Feraldan, y por qué se nos paro en la frontera. Estuve en Ostagar y encontré las notas que Duncan había tomado, en ella os describía a todos los que participasteis.
-- Entonces estos documentos deben de ser tuyos, los encontré en la habitación del Arl. ¿Cuántos habéis venido, os necesitamos a todos?
-- En este momento en Feraldan solo estoy yo, mis compañeros no quisieron atravesar la frontera y entrar en guerra con los ejércitos de Loghain quien ha prohibido nuestra entrada, vine en busca de información y caí en la trampa que tan sutilmente me tendió Randon Howe.
-- Déjame que te cure y después seguiremos hablando, pareces haber salido de una picadora de carne. – invoque el hechizo de sanación más fuerte que conocía, no iba a emplear desde luego empatía para curar a un humano, no me arriesgaría, como mínimo hasta que lo conociera. Mejoro lo suficiente como para que sus heridas más graves se vieran casi sanadas, me di cuenta que se sintió aliviado y agradecido. – Siento la descortesía, mi nombre es Neshi como me imagino que ya sabes de los documentos de Duncan, mi tío Ral, Yan y Zev que son mis compañeros de vida, Fenarel y Sten que son amigos míos y compañeros. - cuando dije esto deje que pensara, quería ver su reacción. A diferencia de Alistair, Riordan sonrió a Ral, Zev y Yan amistosamente y totalmente sincero, no mostro ninguno de los sentimientos que había sentido cuando nos encontramos con el sequito. –
¿Cómo fue que te capturaron?
-- La forma más simple para definirlo, es que fui idiota. Me confié demasiado en que no sabía quién era y caí en su trampa. Ahora si no te importa, quisiera poder descansar en un lugar más agradable que este.
-- Comprensible. Nosotros nos hospedamos en la casa que tiene el Arl Eammon aquí en Denerim, puedes ir allí a descansar, aunque muy posiblemente nosotros esta noche la pasemos en el campamento de los ejércitos, que hemos reunido para luchar contra la Ruina.
-- ¿Por alguna razón?
-- Si, digamos que la “Bendita capilla” se siente amenazada por mi matrimonio doble y eso ofende a demasiada gente en esa casa.
-- No debería ser así, la Orden de los Guardias Grises, no se atiene a ninguna norma religiosa, ni a ninguna nación. Ellos no deberían decir nada.
-- Ves a descansar, el hechizo de sanación funcionara mejor cuando consigas dormir un poco, luego seguiremos hablando. Nosotros todavía tenemos trabajo que hacer aquí, no deberías tener problemas para salir del castillo.
Zev me puso una mano en el hombro y dijo.
-- Riordan somos más o menos de la misma estatura, ponte mi armadura de la guardia del castillo, así podrás salir sin que nadie sepa quién eres ni te pare, a nosotros no nos servirán de nada ahí abajo. - Se quito la armadura y se la dio a Riordan, volviéndose a poner la armadura que había traído, la armadura que le había hecho Varathorn. – además así me siento más cómodo que con toda esa lata.
-- Gracias Zev. Neshi nos veremos en esa casa, pero si tenemos problemas siempre podemos ir al almacén que los guardias grises tienen en la ciudad, no es gran cosa, pero servirá para pasar unas noches.
Diciendo esto salió por las escaleras que habíamos usado para llegar hasta allí. Nosotros continuamos camino hacia las mazmorras más profundas, era consolador ver lo “amables y atentos” que habían sido y que eran todos los Arl de Denerim. Ese pensamiento no fue nada en comparación a lo que encontramos más abajo.
Después de nuestra primera pelea en la mazmorra, llegamos a una sala de torturas, me di cuenta que Yan se le había ido todo el color de la cara, me imagine que por recuerdos de sus muchas luchas, aunque su semblante solo mostraba la máscara impasible, Zev que iba a mi otro lado se paso al lado de Yan rozándole la mano haciéndole ver que no estaba solo. En esa sala encontramos a un hombre joven atado a una mesa de torturas, al soltarlo nos dijo su nombre y el de su padre, y la verdad de por qué lo habían apresado.
Se ve que cualquier soldado que hubiera estado en Ostagar y que hablara de lo ocurrido desaparecía en esas salas, después de jurarme que contaba con su apoyo para lo que quisiera y el de su padre, se marcho lo más rápido que pudo, no antes de que le sanara pues estaba también en muy malas condiciones.
A partir de ahí seguimos explorando cada habitación que nos encontramos, dimos con una sala donde estaba el torturador jefe, después de terminar con él, conseguimos abrir una galería de celdas diminutas donde habían encerrado a varios humanos, en la última celda había un elfo destrozado, no estaba muerto aunque si torturado y atado con cadenas a la pared.
Fue Zev quien lo encontró, yo estaba atendiendo a los humanos que habíamos encontrado y todavía no había llegado hasta el final de la galería, cuando sentí la voz de Zev pidiéndome que fuera, Yan que estaba a mi lado entro primero en la diminuta celda. Zev se había arrodillado junto al elfo y le estaba dando de beber agua, se encontraba muy mal, así que puse mi mano sobre su mano y le sane empáticamente, consiguiendo que abriera los ojos y nos mirara, no entendía realmente que hacia ese elfo allí. Los elfos de la ciudad no habían intervenido en la batalla de Ostagar, así que le pregunte por que lo habían llevado. Nos miro asustado y después haciendo un gran esfuerzo hablo.
-- No, no tuvo nada que ver con la batalla de Ostagar. Fue el día de mi boda, el hijo del Arl de Denerim fue a la elferia y rapto a mi prometida, vine a intentar liberarla… no pude con ellos y… y él… y él, la escuche gritar mi nombre en el suelo mientras… mientras la violaba y a mí me golpeaban.
Escuche una maldición por parte de Yan, le mire y su cara estaba bañada en lagrimas, me di cuenta que Zev estaba hablando con él en susurros, quería susurrarle también palabras de amor a Yan sabía que lo necesitaba, pero en ese momento tenía que atender al elfo que estaba tumbado en la celda.
-- Tranquilízate somos amigos, no vamos hacerte daño, mi nombre es Neshi ¿y el tuyo? Te prometo que te sacaremos de aquí, así que ahora dinos despacio que es lo que recuerdas.
-- Mi nombre es Soris. Apenas se nada, llevo muchos meses aquí encerrado, de vez en cuando vienen a por mí y… y se divierten, luego se olvidan de mi encerrándome en esta celda. Sé que han puesto la elferia en cuarentena, pero no sé nada más. ¿Puedo irme? ¿Quizás pueda dejar la ciudad, ir a otra elferia?
-- Soris, creo que estarías más seguro con nosotros, pero si deseas intentarlo por tu cuenta, por supuesto eres libre de hacerlo, también si quieres puedes ir hasta las afueras de la ciudad, allí acampan los Clanes Dalishanos busca al Custodio Galen, dile que conoces a Ral, Zev, Yan y a mí, dile que nosotros te enviamos te ayudara, no tienes por qué seguir aguantando a los humanos.
-- Pero… no se nunca he salido de la ciudad, ese tipo de vida no es para mí.
-- Bien tú decides. Cuando consigamos terminar las cosas que nos han traído hasta aquí, iremos hasta la elferia a averiguar qué ha ocurrido. Creo que ahora te puedes levantar sin demasiados problemas, ¿no?
-- Si gracias, no sé como lo has conseguido, pero me siento curado. Me iré ahora, que el Hacedor os proteja.
-- Que los Creadores cuiden tu camino, sea cual sea.
Según salía de la celda, Fenarel le cogió de la manga de lo que quedaba de camisa y le dijo.
-- ¿Esto es lo qué quieres para tu vida? Mientras estés entre humanos siempre te pasara esto, ¿realmente prefieres vivir así que luchar por tu vida?
Soris no supo que contestarle, mirando al suelo sin moverse.
-- Déjale ir Fenarel – le dije – no todos podemos ser iguales. Cada uno camina el camino que ha elegido recorrer.
Le vimos partir y me gire hacia Yan que estaba junto a Zev, la máscara de impasibilidad había vuelto a su lugar, mientras Zev asentía, ya hablaría con ellos esta noche si teníamos tiempo. Mientras Ral bufaba.
-- No me lo puedo creer que prefiera vivir en este estercolero a caminar libre por los bosques.
-- Tampoco yo puedo comprenderlo Ral, pero solo él puede tomar esa decisión.
Seguimos con nuestra exploración y no nos costó mucho dar con el nuevo Arl de Denerim, matarlo fue todo un placer, aunque mucho más placentero fue matar al antiguo hijo del Arl Vaughan.
Ya habíamos recorrido toda la mazmorra, el mago que había encantado la puerta de Anora había muerto junto a Randon Howe, así que ahora había llegado la hora de salir de ese maldito lugar para siempre. Subimos a la habitación del Arl por donde habíamos entrado y fuimos hasta la habitación de Anora que ahora estaba abierta, mientras Erlina y Anora nos esperaban en la puerta.
La sorpresa apareció en la puerta de salida, nos estaba esperando Ser Cauthrien la mano derecha de Loghain, pretendía detenerme.
-- Creo que estas totalmente equivocada Ser Cauthrien, no pretendo hacerle daño a Loghain, pero no me voy a entregar. Por si no te has dado cuenta vamos dos magos y varios guerreros, ¿crees sinceramente que tienes tantas posibilidades de salir victoriosa? Bien veamos hasta que punto sois buenos guerreros, aunque siento sinceramente desperdiciar vidas en una batalla sin sentido, solo porque vuestros líderes así lo quieren. Adelante. Antes muertos que entregarnos.
La batalla hubiera sido muy dura de no haber ido tantos como éramos, algo que les sorprendió. Al final conseguimos abrirnos paso matando a todos los humanos que había en la puerta, incluida la mano derecha de Loghain Ser Cauthrien. Después fue volver a recorrer la ciudad en la dirección contraria hacia la casa del Arl Eammon, pero antes de llegar le dije a Anora.
-- Ya estamos muy cerca de la casa del Arl Eammon, pero quiero hablar sin oídos ajenos a nuestra conversación. Confió plenamente en todos mis compañeros, pues la mayoría son mis familiares y el resto son amigos de total confianza. Así que ahora mejor nos dices porque hemos corrido el riesgo de que nos mataran, y porque he tenido que matar a una buena guerrera, que hubiera sido más útil luchando contra la Ruina. Por que las mentiras que conto Erlina, puede que el Arl Eammon se las trague, pero yo no. No pierdas el tiempo dando rodeos, prefiero la verdad directa y aprecio mucho más la sinceridad por muy dura que sea.
-- Por que tu palabra tendrá mucho peso en los días venideros.
-- No creo que vaya a ser tan importante, no dejo de ser una simple elfa además para más ironías de la vida, soy una maga. ¿Entonces por qué?
-- Hasta mi padre Loghain sabe que eres muy importante en esta batalla. Quiero que apoyes mi derecho al trono, se que Alistair es buena gente y además es el hermanastro de Cailan. Pero no es un líder capaz de dirigir una nación, eso lo saben todos los Arl y muchos temen lo que pasara si Alistair sube al trono.
-- Sinceridad por sinceridad. Alistair no es tan buena gente ni mucho menos, es un niño crecido que no sabe tomar una decisión, que ha sido incapaz de dirigir a un grupo pequeño de gente y por supuesto mucho menos sabrá comportarse como rey, eso también yo lo tengo claro. Si Alistair es nombrado Rey, dirigirá esta nación como si fuera un patio de juegos infantiles y todos padeceréis la tortura de su estupidez. Tu quieres mi apoyo a tu derecho al trono, ¿Qué estarías tu dispuesta a darme a cambio?
-- ¿Qué es lo que quieres? Riquezas, haciendas.
-- No, no quiero riquezas. Si te hago Reina por votación popular y si cuando llegue el momento perdono la vida de tu padre. Quiero esto, primero que se nombre a un Arl dentro de la elferia, que sea un elfo no un humano, que se puedan regir por sus propias leyes, sin imposición de la capilla o de nadie. Además quiero una tierra para los elfos Dalishanos que lucharan contra la Ruina y que se les otorgue soberanía sobre ellas, que no intervengan ninguna ley humana. Júrame que lo harás y respetare la vida de tu padre y te hare Reina, te lo juro. También te juro que sino cumples con tu palabra, volverás a verme y no te gustara lo que veras después. Pocas veces en mi vida he hecho un juramento, muy pocas veces, pero si juro que hare algo, no te quepa duda lo hare.
-- Te lo juro. También podría casarme con Alistair.
-- Anora le conozco y no te lo recomiendo. Sería como si estuvieras casada con un niño mimado que solo quiere hacer lo que le viene en gana. Te levantarías todas las mañanas con la sensación de que se te ha meado.
-- Pensé que sería parecido a su hermano.
-- No lo sé, apenas conocí a Cailan, pero sería una copia inferior seguro. Aunque si te daría los votos de todos los Arl de Feraldan, en eso tienes razón, conseguirías con ese movimiento hacerte la líder indiscutible. Además queda toda una guerra que ganar, aun pueden ocurrir muchas cosas, pero yo no lo podre convencer me odia, jamás hará nada porque se lo diga. Quiere el caramelo para él solo. Pero ya veremos cómo vadeamos ese rio cuando lleguemos a él.
-- ¿Cómo lo haremos ahí dentro, en la casa del Arl Eammon?
Lo medite un momento y después dije.
-- Creo que sería mucho mejor que nos mostráramos como enemigas, podríamos jugar al juego de que yo te contradigo, pero todo será una farsa. Eso tranquilizara al Arl Eammon dándole confianza sobre mis intenciones y nos dará la ventaja de la sorpresa.
Anora asintió sonriendo.
-- Es una pena que no pueda casarme contigo, me gusta tu mente.
Me reí.
-- No, creo que no es posible, más que nada porque ya estoy casada con dos elfos.
-- ¿Con dos elfos? Pues sí que tienes suerte.
-- Si la tengo, mucha suerte. Vamos a darles la farsa que les convenza.
Entramos en la casa del Arl Eammon y nos recibieron en la gran sala de reuniones. Allí discutí con Anora, poniéndome incluso beligerante, apoyando la candidatura de Alistair como rey incondicionalmente, Eammon casi babeaba con mi oposición a Anora, se la hospedo una habitación de la misma ala donde estábamos nosotros hospedados.
Quedamos en que saldríamos a hablar con los mensajeros del ejercito mientras Anora descansaba, que al día siguiente se celebraría la Gran Asamblea.
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