jueves, 10 de junio de 2010

Neshama una bruja diferente 3

Capítulo 3

Pasamos varios días en esa aldea, hasta que una tarde partimos hacia Risco Rojo, donde vivía el Arl Eammon, por lo que me había dicho Alistair, era muy posible que él nos pudiera ayudar en nuestra guerra particular contra el regente. Emprendimos el camino lentamente ya que teníamos varios días de marcha, hasta Risco Rojo y pretendíamos llegar medianamente bien, tanto Alistair como yo todavía no estábamos del todo curados, pero gracias a que gran parte de mi potencial mágico, lo había empleado en aprender a sanar, no era un gran problema, pero tampoco me podía permitir usar todo mi potencial en sanarnos, ya que cada poco tiempo, teníamos alguna que otra emboscada de los engendros tenebrosos, que iban hacia el norte de la nación.
Al llegar a una formación del camino, que era un cañón con montes altos a cada lado del camino, nos encontramos a una elfa que nos pidió ayuda, por lo que dijo, parecía que les habían atacado unos engendros tenebrosos, a la carreta que ella y su marido llevaban hacia Denerim.
Me basto una simple mirada a la forma en que estaba vestida, a su pelo y a la falta total de sangre, para darme cuenta que era mentira, no había que ser especialmente suspicaz para verlo, solo un poquito observador.
Como siempre Alistair y Leliana tuvieron que exponer sus puntos de vista, claros delante de todos, para ellos solo era gente pidiendo ayuda, para mi era claramente una emboscada, de que tipo, ni idea. Pero para no discutir con ellos, seguí avanzando por el camino detrás de la elfa, hasta que llegamos, a un lugar realmente cerrado y muy cerca del elfo y un humano, que nos estaban esperando junto a una carreta volcada. Ahí el elfo grito.
-- Los guardias grises tienen que morir.
Y un gran árbol cayo atravesando el camino y cerrándonos la escapada, hacia el camino por donde habíamos llegado.
Curiosa mi elección en ese momento de hechizos… muy curiosa, siempre he pensado que debió de ser algo predestinado por el destino. Por que mi primera elección, fue mandar una bola de fuego contra el humano y los elfos, pero después, me lo replantee en cuestión de un segundo, encerré al elfo en un circulo que lo inmovilizaba, pero lo hacia inmune a cualquier ataque, mientras que a los otros los congelaba matándolos en el acto.
Es extraño, por que de haber actuado y ejecutado el primer hechizo que tenia en mente, habría matado al elfo y esta historia jamás habría empezado, por lo que ahora y poquito tiempo después de esa emboscada, di gracias a quien me hiciera cambiar de hechizo en ese momento, sea quien sea, el dios ese de la capilla o los Dioses elficos, me da igual, pero gracias.
Al terminar el combate, el único superviviente de la emboscada, era el elfo que había encerrado en el círculo, y aunque había sido dañado, pues no carece de daño físico, ya que al cerrarse tiende a dañar físicamente al que haya sido encerrado. Por lo que estaba inconsciente en el suelo, como bien hizo notar Alistair, siempre recalcando lo que es evidente al más ciego de los humanos, doy gracias por no ser humana.
-- Neshama, este esta vivo.
Poniendo cara de sorpresa, por que ya sabia que estaba vivo, el hechizo solo tenia la capacidad de herir, pero no de matar, aunque normalmente si de dejar inconsciente a quien lo sufriera, le dije.
-- Bien déjame que le interrogue, necesitamos respuestas, estos no eran simples ladronzuelos.
Así que me acerque al elfo y me arrodille a su lado, al mirarle a la cara, me sorprendió lo guapo que era, aunque al observarlo un poco mas detenidamente, pude ver que tenia muchas cicatrices en su mayoría mal curadas, por lo que eran fácilmente visibles. Me dieron ganas de pasarle las manos por el rostro para borrárselas, pero no lo hice, por que hubiera levantado demasiadas preguntas, por parte de Alistair y de Morrigan que eran los únicos, que hubieran notado la energía mágica empleada, además quien era yo para hacer algo, que posiblemente no quería este elfo. Así que me limite a mojarle un poco el rostro, con la intención de traerlo de vuelta de la inconsciencia.
Cuando despertó y me miro, ya que me tenía a la altura de sus ojos, sus ojos… me fascinaron nada mas verlos, eran de color miel oscura pero lo que mas me fascino, fue la profundidad de su mirada, el dolor, el sufrimiento, el alma atrapada que ví en ellos, atraparon a toda mi empatía, una de las razones por las que me había hecho maga sanadora, era que siempre había tenido la facultad de sentir lo que otros seres sentían, era empática.
Esa bendición o maldición como queráis llamarlo, hizo que en el momento en que vi sus ojos, sintiera la necesidad de protegerlo. Además su forma de despertar, tan despistado y tan resuelto a morir, daba por hecho como terminaría nuestro encuentro, así que comencé con las preguntas, aunque ahora no recuerdo su orden, ni tan siquiera cuales fueron, recuerdo que le pregunte quien lo había contratado, y mas que esa pregunta, recuerdo su contestación cuando le pregunte, ¿Cuánto le habían pagado, por emboscarnos? Y me dijo que a él nada, que se lo habían pagado a los cuervos, que de hecho él era mas pobre que una rata.
Cuando me dijo su nombre, se llamaba Zevran, Zev para los amigos, me gusto su voz, la verdad es que no soy tímida, nunca lo he sido, pero el conjunto entero era tentador, yo no tenia mucha experiencia, pero sinceramente era el hombre mas tentador que había conocido en toda mi vida.
En el fondo no importan esas preguntas o esas respuestas, lo mas importante es que al final de la conversación, se unió a nuestro pequeño grupo, yo lo acepte como uno mas de mis compañeros, aunque sinceramente me había caído mucho mejor que algunos de ellos.
Después de que Alistair y alguno mas dejaran claro que no estaban de acuerdo con mi decisión de aceptar al “elfo asesino” como lo denominaron y que yo les dejara claro, que mientras yo mandara, no iba a tolerar que nadie juzgara mis acciones, volvimos a emprender la marcha hacia Risco Rojo.
Cuando llego el anochecer, decidimos buscar un lugar donde montar el campamento, además ya andábamos cerca de Risco Rojo, y yo había decidido descansar un día antes de dirigirnos al pequeño pueblo.
Encendimos el fuego y montamos las tiendas, era un trabajo tedioso pero que había que hacer, ya que la mayoría prefería montar tiendas, a mi no me importaba dormir mirando las estrellas, aunque las noches fueran frías, el hecho de haber vivido tantos años encerrada en una torre, hacia que cada segundo de libertad para mi fuera precioso, por esa razón, yo les cedía siempre las tiendas y me quedaba al lado del fuego.
Ciertamente esa noche no me sentía particularmente habladora y además tenía que ir esquivando las insinuaciones de Alistair, que se habían vuelto cada vez mas insistentes, aunque bien sabia como ahuyentarlo, era muy simple, solo tenia que hacer uso de la magia para mi diversión, de esa manera solía mantenerse lejos de mi, era como si cada vez que veía una chispa de fuego en mi mano, recordara que era una maga y él un templario, gratamente para mi lo alejaba de mi persona.
Por eso después de cenar con todos, me aparte lejos del grupo, no tenia muchas ganas de hablar, y además la guardia les tocaba a otros miembros del grupo. Cuando en las sombras vi a Zevran estaba sentado en una piedra, pensativo y solitario, por lo que me acerque y me senté a su lado.
-- Hola Zevran, ¿estas bien o aun te duelen las heridas?
Me mira asombrado y algo suspicaz.
-- Estoy bien.
Le sonrió, esperando que no este tan a la defensiva.
-- Si te molesto, me iré. Solo quería saber si todavía te dolían, no pretendo imponerte mi presencia sino la quieres.
-- Tú eres la jefa, puedes hacer lo que quieras.
-- No, no soy la jefa, en el sentido en que tu lo dices, y no tienes por que aguantarme sino quieres.
-- Como te prometí, soy tu hombre hasta que todo esto termine o hasta que te canses de mí.
-- Se lo que prometiste, no te hablo de palabras, puedes hacer lo que quieras Zevran, eres libre. He vivido demasiado tiempo en una prisión, para encerrar a cualquier ser vivo, así que me iré, si necesitas algo, bueno ya sabes como encontrarme.
Me levanto y me sujeta de la mano, al hacer contacto su piel con mi piel, mi maldita empatía, me proyecto una amalgama de sentimientos, lo que me volvió a atraer hacia él, pero no quería imponerle mi presencia. Sin soltarme la mano, me dice.
-- No te vayas, lo siento, solo estaba un poco abstraído.
-- No importa Zevran, todos tenemos derecho a tener nuestros momentos de soledad, si necesitas sanción o cuando te apetezca hablar, estoy aquí. Mira dentro del cofre, ahí hay armas y algunas cosas que te pueden servir o que te pueden gustar.
-- ¿Por qué te comportas tan amablemente conmigo?
Le sonrió y le miro a los ojos.
-- Quizás por que estoy loca, ya sabes, la magia y esas cosas hacen que uno pierda la cabeza. Además ¿Por qué no iba a ser amable contigo?
-- He intentado asesinarte.
-- Si cierto, pero no has intentado devolverme a una prisión de oro, mientras que Alistair si lo haría si pudiera, y no por ello soy antipática con él, eso no quiere decir que si lo intentara, no lo mataría, aunque crea que como templario esta a salvo de mi. Además eres más guapo, que la mayoría de los que han intentado asesinarme.
-- ¿Mas guapo? Creo que estas intentado coquetear conmigo y es refrescante, ya que normalmente suele ser al contrario.
Le sonrió y le digo.
-- Suelo ser así, imprevisible, bueno te dejo de molestar.
Antes de irme, le sano las pocas heridas que aun le quedaban, me mira extrañado.
-- Así estarás mas cómodo, lo siento, pero suelo sentir lo que afecta a los demás si estoy cerca. Espero que no te haya molestado.
Me mira sorprendido y le sonrió, sin darle tiempo a hablar, me alejo. Aunque la verdad es que me agrada tenerlo cerca, claro que eso no se lo voy a decir, ya esta bastante confundido conmigo. Me recuesto contra una rama gruesa que hay cerca del fuego y al poco tiempo me he dormido.

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Siempre creí que estaba preparado para cualquier cosa a la que me enfrentara el destino, nada mas lejos de la verdad o de la realidad. He vivido tantas cosas a lo largo de mi vida, en su mayoría terribles, también viví cosas relativamente buenas.
Cuando preparaba la trampa en la que supuestamente morirían los guardias grises, digo supuestamente por que tenia muy claro como iba a terminar la batalla, durante muchos años fui entrenado como asesino, especializado en venenos y muchas otras artes que me ayudaron a llevar a termino mi trabajo, también me habían enseñado a resistir todo tipo de torturas.
Por norma vivía el día a día, sin buscar ningún futuro, aprovechaba cada segundo que la vida quería regalarme como si fuera el último de mi existencia. Cuando llego el día en que decidí terminar con mi vida de forma que pudiera escapar de mis “amos”, no sentí miedo, ni ansiedad, de hecho aun después de tantos años recuerdo muy bien como me sentí en el momento en que vi a los dos guardias grises y sus acompañantes adentrarse de cabeza en la trampa, pero sobretodo me fije en la maga, era pequeñita incluso para ser una elfa, delgada y con un pelo rojo llamativo, que pude ver desde la distancia.
Cuando se acercaron mas a mi, me di cuenta que la elfa maga, iba totalmente cubierta por escudos mágicos, se notaba en el aire que estaba a su alrededor, pero había algo mas que me hipnotizo, en ese momento no supe realmente que fue, ella estaba lejos para poder verla bien la cara o los ojos, así que me imagine que en cierta forma era algo que la cubría. Tenía el arco en la mano, pero es curioso por que nunca fui especialmente bueno con el arco, pero como he dicho antes estaba decidido a morir, pero cuando mire a la elfa maga, no fui capaz de disparar mi arco, solo quedarme embobado mirándola.
Entonces sentí calor, calor que me subía desde los pies hasta la cabeza, vi la luz del hechizo que me había lanzado, pero se sentía bien, era como si un amante con unos brazos muy largos me abrazara, no sentí dolor, ni opresión, pero no me podía mover, aunque si vi como mataba a los dos mercenarios que estaban a mi lado, por lo que pensé que había elegido una muerte muy dulce para mi, ya que estaba totalmente libre de dolor o sufrimiento, solo al final, sentí un golpe fuerte en todo el cuerpo que me derribo al suelo y el mundo se me oscureció, tuve un segundo para pensar que al final había llegado la liberación.
Me desperté sintiendo una calidad caricia en la mejilla, abrí los ojos al mundo de nuevo, así que no había llegado aun el momento de que me pudiera liberar, todavía parecía que debía continuar con esta maldita existencia. Levante los ojos hacia mi capturadora y quede asombrado al ver sus ojos verdes, eran cristalinos, eran del color de los bosques en primavera, verdes vivos, su piel de tono muy claro moteado con unas cuantas pecas aquí y allí, que la daban un aire pícaro inocente, todo ello enmarcado con una mata de pelo rebelde rojo fuego.
Pensé que si había algún ser celestial de los que hablaba la capilla tan a menudo, debía de estar ante mí, por que su imagen era etérea, delicada y totalmente atrayente, pero por encima de todo era su personalidad lo que emanaba de ella, sentí el impulso de acariciarla la mejilla, de aproximarme mas a ella, de abrazarla y protegerla, ese último sentimiento fue el que consiguió que volviera al mundo real, al polvo del camino sobre el que estaba caído y al hecho de que terminaba de haber intentado asesinarlos.
Esa vuelta a la realidad consiguió que me enfadara conmigo mismo, podía tener cara de ángel, pero me iba a matar y con toda la razón, por que hacia un momento yo lo había intentando con ella y con sus compañeros. Por lo que me prepare para el golpe inevitable que sabía que tenia que llegarme, quizás fuera como el hechizo, que solo me daño en el último momento.
Sentí su voz, era suave y tranquila, como si fuera una caricia, volví a mirar a su cara y su sonrisa era el sol del amanecer, no entendía que era lo que me estaba ocurriendo, pero parecía que cada vez que la miraba me hechizara, así que intente apartar la vista de ella y pensar mientras la respondía a las preguntas de forma automática, no tenia por que guardar silencio, solo era un asesino contratado, pero había algo en su persona que evitaba que saltara mi sentido de supervivencia, todo en ella era pacifico, no emanaba peligro, era como un arrollo cristalino, que simplemente se desliza, no fuerza su camino, pero a su manera va abriendo camino en lugares, que elementos mucho mas poderosos se encuentran atrapados.
Se que fui muy brusco al contestarla, incluso busque de forma clara que terminara con mi existencia, pero cuanto mas miraba a sus ojos, mas me daba cuenta que estaba al final del túnel y que ella era la luz.
Nada en mi vida, ninguna de mis múltiples experiencias, me había preparado para este encuentro, ni para los sentimientos que me asaltaron mientras me perdía en el verde de sus ojos. Sabia matar de mil maneras distintas, sabia conquistar a hombres y mujeres por igual, ¿pero como se conquista a un ángel?, eso no lo sabia, tampoco me sentía digno de tal tarea, ni tan siquiera capaz.
Cuando me di cuenta que las preguntas disminuían, la pregunte, si me aceptaba como un compañero en el grupo, no esperaba que lo hiciera, la verdad es que pensé que aquí terminaría mi historia, pero era poco mas lo que podía decirla que le sirviera para algo.
Su sonrisa se amplio y en sus ojos vi un reflejo de luz, cuando me dijo, que podía ir con ella, que me aceptaba en el grupo, algunos de sus compañeros se opusieron, el otro guardia gris se opuso totalmente, pero Neshama como se llamaba la elfa, cambió, toda su suavidad, su amabilidad quedo petrificada, se volvió fría y distante, al mirar a su compañero y recordarle que mientras ella mandara en el grupo, no permitiría que se juzgaran sus decisiones, que si deseaba el liderazgo que lo dijera. Nadie mas dijo nada, incluso Alistair su compañero guardia gris, refunfuño pero se alejo de ella.
Cuando quedo claro que iría con ellos, se giro y volvió a arrodillarse a mi lado, me desato y se saco un guante, y me rozo con la punta de su mano mi mano, sentí una caricia de calor por todo el cuerpo, me hizo estremecer y a la vez alivio la mayor parte de mis heridas, me había sanado de una manera en la que jamás había sido sanado.
Me ayudo a incorporarme, ofreciéndome su pequeña mano, pero dentro de toda su delicadeza me di cuenta que había mucha fuerza, no se si debido a la magia o a que, pero era muy fuerte para su pequeño físico. Comenzó a caminar en dirección a Risco Rojo, la seguí sin palabras, necesitaba pensar en todo lo que había sucedido en el camino, aun no me podía creer que continuara con vida. Pero no podía apartarle la vista de encima me gustaba verla, observarla cuando nadie me miraba o ella iba distraída, aunque lo intentara apartar la vista, no podía evitarlo.
Cuando estaba apunto de anochecer, buscamos un lugar donde acampar para pasar la noche, después de todo el trabajo de montar las tiendas de campaña y cenar, me senté a seguir meditando, ya que parecía que cada uno se dedicaba a lo que realmente quería en ese momento, yo necesitaba por encima de todo aclararme, sobretodo aclarar lo que me había ido sucediendo.
Estaba perdido en mis pensamientos, cuando sentí la voz de Neshama, la verdad es que en ese momento no deseaba tenerla cerca, me producía miedo los sentimientos, que era capaz de sembrar en mi, no sabia como sobrevivir con esos sentimientos, ni tan siquiera sabia que hacer, si sabia que para mi, los sentimientos eran peligrosos y malos, esas habían sido mis lecciones en la vida, un asesino no puede permitirse sentir nada por nadie, y esa era una realidad que había aprendido a base de sangre y dolor, no quería volver a tener que padecer tal sufrimiento.
Por eso la conteste secamente, intentando alejarla de mi, pero cuando se iba apartar, mi mano se movió sola y la cogió de la mano, intentando evitar que se alejara, estaba hecho un verdadero lió, hablamos un rato corto que aproveche para acariciarla la mano, desee besarla pero en cambio la solté y deje que se fuera, no antes de que terminara de sanarme totalmente, y me dejara mucho mas confundido de lo que ya estaba.

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