Capitulo 49
Cuando todo estaba hablado y Eammon, Teagan y Anora se habían retirado de la sala. Como había predicho Alistair creyéndose ya el rey de Feraldan, algo que me hizo reír, empezó a despotricar sobre mí, Riordan le cortó en seco diciéndole.
-- Alistair vas a venir con nosotros al almacén de los guardias grises ahora, de momento no eres rey de nada y estas bajo mis órdenes, de la misma manera que lo estas bajo las ordenes de Neshama, debes obedecernos a los dos. Así que recoge tus cosas y vamos.
-- Yo no tengo que ir a ninguna parte.
-- Debo hablar asuntos de los guardias grises y tú deberás escuchar. Así que andando.
-- Soy el futuro Rey de Feraldan no tengo por qué escuchar a nadie.
En ese momento dije y solo porque Eammon había desaparecido igual que Anora y Erlina.
-- Riordan déjalo, no es un rey, ni es un guardia gris, es solo un niño mal criado. Como ves no ha sido mucha la ayuda que hemos tenido, con este espécimen.
-- Ya veo.
-- ¿Qué vas hacer ahora?
-- Esperar a ver qué ocurre durante la gran Asamblea, después pretendía ir hasta Ostagar a intentar averiguar todo lo que pueda sobre el Archidemonio.
-- Riordan está mucho más cerca de lo que nadie se imagina, dudo mucho que tengamos una semana por delante antes de que aparezca por aquí, este es el punto neurálgico de Feraldan, si ataca será primero aquí. Me lo dice todo en mi cuerpo, está mucho más cerca de lo que nos gustaría pensar.
Alistair volvió a intentar interrumpirnos, así que Riordan al final lo empujo hacia la puerta y le obligo a salir de la casa. Nos llevo por callejuelas a través del mercado hasta donde estaba el almacén de los guardias grises, entramos todos en el almacén y Riordan volvió a cerrar la puerta. Todos aguardamos a que comenzara hablar.
-- Alistair no se cómo Duncan accedió a convertirte en Guardia Gris eres inestable, por no decir que te escondes en el fondo de una botella de vino. Se suponía que debías ayudar a Neshi a reunir el ejercito, se supone que eres su compañero Guardia Gris eso significa ser fiel a tus hermanos, nadie más entenderá realmente la oscuridad que se esconde detrás de ti. Pero hasta ahora lo único que he podido comprobar es que eres un niño que juega a ser guardia gris como juegas a ser rey.
-- Duncan fue como un padre para mí – dijo Alistair - ¿Dónde estabas cuando fueron asesinados? ¿Por qué tu estas vivo y él muerto?
-- ¿Ahora me interrogas a mi? – le pregunto Riordan bastante enfadado – Estaba en la frontera parado por los ejércitos de Loghain y estoy vivo por que no estaba en Ostagar. Pero la segunda pregunta va más acorde contigo, ¿Por qué estás vivo Alistair? No necesito que la contestes, se la respuesta, estás vivo única y exclusivamente por que Neshama te salvo la vida infinidad de veces, por eso estas vivo. Pero tú en lugar de protegerla y apoyarla porque es tu hermana, la persigues, la amenazas y la conviertes en el punto de mira de vuestros enemigos.
-- Incluso pretendió entregarla a Loghain – dijo Sten – le salió mal y terminamos en los calabozos con él en el fuerte Drakon, solo sobrevivimos gracias a que Neshama y Zevran fueron a buscarnos, sino habríamos bailado en la punta de una soga al día siguiente.
En ese momento pensé, que esa parrafada era la más larga que le había oído decir a Sten en todos los meses que llevábamos juntos.
-- Lo sabía Sten, no porque me lo hubiera dicho Neshama, sino porque lo oí mientras me interrogaban.
-- Soy el Rey de Feraldan y no tengo por qué darle explicaciones a nadie y menos a vosotros. Neshama es una maga de sangre que para colmo se ha casado con dos elfos, con dos elfos, a trasgredido las leyes de la capilla en su totalidad, tendrá que dar cuentas de sus trasgresiones cuanto la Ruina termine, me encargare de ello.
-- Eres despreciable Alistair, no sé si llegaras a ser rey o no, pero si llegas serás un desastre para este país. Has traicionado a tu hermana en la orden y con ello nos has traicionado a todos. Qué demonios te importa si Neshama se quiere casar con 4 elfos o con quien quiera, nuestra orden no se rige por ninguna ley religiosa, ni ley civil, sabes cuál es nuestra misión y esa misión está por encima de nuestras vidas, pero lo que haga cada cual con su vida privada, no es asunto tuyo.
-- Yo no la traicione, me engaño una maga controlándome con un demonio que la sirve.
-- Eso es mentira Alistair – le dije. – Mucho antes de que tu conocieras a Wynne, ya me odiabas, como te dije en su momento, por muy cabrona que sea Wynne no es la responsable de todo lo que hicisteis, no te escondas detrás de acusaciones cuando solo tú eres responsable.
-- Te he visto usar magia de sangre, no me vas a decir que no. – me dijo Alistair -. Te corteje, quería ser tu amante y tú te reíste de mi, se ve que a las elfas solo les gusta ser tratadas como rameras. – Al decir esto tuve que sujetar a Zev y a Yan cogiéndoles del brazo, los tenía a mi lado, negando con la cabeza para que no le atacaran. Quería que terminara de decir lo que quisiera, así sabríamos realmente sus intenciones. - Por esa razón simplemente te fuiste con ese elfo que intento asesinarnos, luego no solo te conformaste con ser su amante que te casaste con él, ahora me entero que también te has casado con ese otro elfo pervertido. Crees que no conozco la historia, que no sé lo que hacéis. Pues te diré que se por qué os unisteis así, así era como os uníais en tiempos de Arlathan y no pienso dejaros con vida a ninguno de vosotros tres, no haréis renacer al pueblo elfo, no lo consentiré.
-- Estas loco Alistair – le dijo Riordan – No aprendiste nada de Duncan mientras vivías entre nosotros. Los guardias grises NO prohíben la magia de sangre y si ellos han querido unirse según sus antiguas leyes, están en su derecho, pues tampoco está prohibido en los guardias grises. Pero si está prohibido y si se juzga muy duramente la traición y tú la has traicionado todas las veces que has podido, incluso ahora los amenazas con asesinarlos. Aunque sin ellos no tendrías ni un ejército de ratas. Bien no se que pensaran los dirigentes de los Guardias Grises cuando lleguen a Feraldan, pero me encargare de que sepan de tu traición y este acto se paga con una muerte deshonrosa. Cuando pase el ritual de iniciación, Duncan fue uno de mis hermanos con los que atravesamos el ritual, nunca le había visto cometer un error tan enorme a la hora de reclutar a un iniciado, pero contigo lo cometió, me imagino que en el fondo le distes pena. La traicionaste simplemente por que querías sexo con ella y se negó, eligiendo en tu lugar a un elfo, te has fijado bien, Neshama es una elfa, es normal que sienta más atracción hacia un miembro de su propia especie, si querías una mujer podías haber ido algún lugar a divertirte, sin necesidad de hostigar a tu hermana. Por duro que suene me alegro que Duncan no sepa en el ser que te has convertido, te habría matado de estar con vida, no lo dudes.
-- Soy un templario entrenado por la Bendita y sirvo con mi vida a la Capilla. Ella debe obediencia a todos los templarios, si quería usarla estaba en mi derecho, ella no debía negarse.
La cara de Zev y de Yan estaba cambiando de color por momentos, esta conversación tenía que terminar, porque aunque yo me riera de las tonterías que decía, sabía que en cualquier momento no sería capaz de frenar a cualquiera de mis compañeros.
Riordan se rio.
-- Me estás diciendo que tenías derechos sexuales porque eres un templario, Alistair es tu hermana como puedes pensar así. – le dijo Riordan - Sinceramente algo anda muy mal en nuestra sociedad o tu estas demasiado loco, incluso para tu propio bien. Da gracias que el Archidemonio está en las puertas y que necesitamos la mayor cantidad posible de guardias grises, sino te mataría yo mismo ahora. Es lo menos que te mereces.
-- Eso ya no importa, ahora soy el Rey y vosotros me tenéis que obedecer.
-- Realmente no tienes arreglo – le dije a Alistair – Aun no eres rey de nada, ni tan siquiera eres un guardia gris. Solo eres un pobre borracho sin sentido, un traidor que no sabe respetar a sus hermanos. Riordan no sigas perdiendo el tiempo con él, no merece la pena. Hablar con Alistair es lo mismo que hacerlo con las piedras de la calle, no te hará ni caso, solo se oye a sí mismo. Nosotros aun tenemos trabajo que hacer en la elferia, hay problemas y queremos ir a ver qué es lo que ocurre. Después volveremos a buscar a Morrigan y a Oghren a la casa de Arl Eammon, y si no te molesta pasaremos la noche aquí en el almacén. Es más seguro que dormir entre víboras.
-- Este almacén te pertenece tanto como a mí, si necesitas oro hay un poco en uno de los baúles, también hay armas y armaduras, aunque veo qué vais bien equipados.
-- Si bueno, aunque no gracias a Alistair. En tu informe añade que mando asesinarme a una picara que estaba en el grupo y que la usaba como amante, de hecho estuve a punto de morir y solo me salve gracias a Zevran, él fue el que cargo conmigo hasta el campamento, porque Alistair y Leliana pretendían dejarme abandonada en Ostagar la segunda vez que fuimos, ya que allí fue donde Leliana me clavo una daga en la espalda, aprovechando mi distracción, ya que estaba concentrada en sanarlos y atacar mágicamente a los engendros tenebrosos. Así que no es la primera vez que me intenta asesinar, sino que han sido muchas veces, no lo he matado, porque sin Alistair pensé que tendría problemas para llegar hasta la asamblea humana, y porque evidentemente para matar al Archidemonio necesitamos a todos los guardias grises que podamos conseguir. Pero tal como se comporta me imagino que tendremos que hacerle frente tu y yo, pues no hay nadie más, él se esconderá detrás de todos los humanos que pueda. ¿Qué harás ahora? Volverás a la casa del Arl.
-- De momento si volveré, esta noche vendré a estar con vosotros, prefiero la compañía de otros guardias grises a los títulos nobiliarios.
-- Serás bienvenido a compartir lo que tengamos. Nosotros iremos a la elferia ya que mañana no tendremos tiempo de hacer gran cosa, con la gran asamblea colgando de nuestras cabezas.
-- Me llevare de vuelta a Alistair a la casa – dijo Riordan.
-- No voy a ningún sitio, tengo tanto derecho como tú de estar aquí, quiero revisar lo que hay en el almacén, para dar cuenta de lo que falte a los guardias grises que vendrán.
-- Alistair te vienes conmigo, aquí no tienes nada que hacer, estos almacenes se crearon, para que cualquier guardia gris pudiera coger lo que necesite y usarlo, si falta algo será porque lo necesitamos. Así que en marcha.
Salió por la puerta después de darme una llave que saco de un cofre, llevándose con él a Alistair. Cuando nos quedamos nosotros solos, le pedí a Sten que fuera a buscar a Morrigan y a Oghren, no quería volver a pisar la casa del Eammon ese día si podía evitarlo. Además quería hablar con Ral, Fenarel, Zev y Yan a solas, sin la presencia de nadie externo, pues lo que tenía que decirles era solo para nuestros oídos. Al quedarnos solos dije.
-- Estamos jugando a un juego peligroso, el idiota de Alistair ha demostrado que es más inteligente de lo que pensé, sabe de nuestra unión y eso es sumamente peligroso, me imagino que es parte del entrenamiento de los templarios y de las sacerdotisas de la capilla. Además presiento que la batalla contra Bhalam está más cerca de lo que podamos imaginar, mañana en la gran asamblea perdonare cualquier cosa a Loghain, porque no quiero que Alistair se acerque a oler el poder, pero después cuando la batalla este en su punto, tienen que morir, Loghain, Alistair, Eammon, incluso si es posible Anora, no me fio de ninguno de ellos, pero sobretodo esos tres deben morir, antes de que venzamos a Bhalam. Si ellos quedan vivos tendremos serios problemas después de que todo termine. Veremos donde se coloca cada quien cuando la verdadera sangría comience, pero es una prioridad el poner fin a sus vidas, si queremos salir bien de todo esto, ninguno de esos tres debe vivir, incluso si conseguimos matar a Anora, sería lo mejor, pues provocaríamos una confusión de gobiernos, hasta que los Arl se volvieran a reunir estarían sin dirección, pero Anora no me molesta, si se la puede quitar del medio bien, sino también. Jamás me imagine que debería ser tan artera en mis planes, pero por encima de todo, esta proteger a nuestro pueblo. ¿Qué pensáis de lo que he dicho?
-- Te lo iba a proponer – dijo Ral -. Tampoco me parece inteligente dejarlos vivos, además Loghain tiene que pagar por muchas cosas, aunque me imagino que las peores aun están descubrir, deberíamos ir a la elferia.
-- Si exacto – dijo Yan – creo que ha llegado el momento en que debamos ir ahí. Siento lo que me ha ocurrido antes, pero se ve que siempre pasa lo mismo cuando hay humanos cerca.
-- No tienes por qué disculparte – le dije a Yan – es muy duro ver en qué condiciones viven nuestros hermanos.
Me acerque a Yan y le bese abrazándole con todo el amor que sentía por él, después me moví un poquito para abrazar y besar a Zev intensamente, que siempre era más fácil de besar, pues no era tan alto como Yan, al final Yan nos abrazo a los dos, sentí sus manos recorriendo mi cuerpo sutilmente, por un breve instante nos sentimos en el cielo. En seguida se impuso la realidad y salimos del almacén.
En la puerta nos estaba esperando Sten, Morrigan y Oghren que andaba a la greña con una botella de licor, a saber de dónde la había sacado, porque para mí era un misterio su continuo suministro de alcohol que bebía continuamente. Al verlos les dije.
-- Os he llamado para deciros que nosotros no pasaremos la noche en la casa del Arl Eammon, ninguno de nosotros se siente bienvenido allí, así que hemos decidido pasar la noche aquí en el almacén de los guardias grises, vosotros sois libres de hacer lo que queráis, mañana por la mañana iremos a ver al Arl Eammon para acudir a la Gran Asamblea y para entonces os necesitaremos a todos, no sé cómo se pondrá de caliente la situación con todos los Arls juntos, pero hay muchas posibilidades de que termine en una gran batalla. Aunque sinceramente no os reclute para luchar en una guerra de políticas estúpidas, así que comprenderé si no queréis asistir.
-- Tengo que volver – dijo Morrigan – he de conseguir algunas cosas que necesito, antes de que aparezca el Archidemonio.
-- Iría pero no sé cómo se lo van a tomar los humanos – dijo Sten. – Aun así si quieres iré.
-- Yo me vuelvo a la casa del Arl Eammon tiene un buen suministro de licores. Avisarme cuando aparezca el Archidemonio.
-- De acuerdo, Sten mañana por la mañana te avisaremos cuando vayamos, sino quieres pasar la noche aquí con nosotros, si quieres estas invitado. Morrigan no te preocupes te entiendo, como entiendo a Oghren. Nosotros vamos a entrar en la elferia.
-- Aun está cerrada – dijo Morrigan – no os dejaran entrar tan fácilmente por la puerta.
-- No vamos a pedir permiso – le sonreí a Morrigan – vamos a entrar, que no es lo mismo. Bien en marcha, que no se cual será el problema que hay, pero es extraño lleva en cuarentena demasiado tiempo, tanto que ya estaba en cuarentena cuando vinimos la primera vez. No me gusta, pueden estar haciendo cualquier cosa ahí dentro con mis hermanos. Además aun tenemos que pasar a informar a los mensajeros de que todo está en su lugar, que les avisaremos cuando la Gran Asamblea haya terminado.
-- En marcha – dijo Zev – nos veremos mañana.
Antes de dirigirnos hacia la elferia, pasamos por la posada en la que se hospedaban los mensajeros, les dije que todo había ido bien y que no había de que preocuparse, que mañana o posiblemente pasado mañana se celebraría la Gran Asamblea, que a partir de ahí marcharíamos contra el ejercito de los engendros tenebrosos, ya que se nos unirían las fuerzas de los humanos.
Posteriormente nosotros partimos hacia la muralla de la elferia, a una zona donde Fenarel nos había dicho que estaba escondida entre casas y que era un lugar que usaban los contrabandistas que vendían cosas “prohibidas” a los elfos. Armas, armaduras y muchísimas cosas de supervivencia vital. Fenarel se encargo de llevarnos hasta el lugar y allí, Ral encauzo un hechizo de silencio, mientras yo lanzaba otro para elevarnos por encima de la pared de piedra dejándonos encima de la muralla, después fue simple Ral volvió a lanzar el hechizo de silencio, así evitábamos que si había algún templario en la zona notara la energía mágica lanzándose libremente en esa parte, y yo invoque el hechizo de levitación para bajar primero a Zev y Fenarel que iban ocultos para que exploraran el lugar antes de que el resto bajáramos, cuando Zev me hizo señas descendimos el resto.
Nos habíamos posado entre casas y escombros, todo el lugar tenía un olor raro, Ral me indico de donde venia el olor, los canales de la ciudad iban a desembocar en un rio asqueroso que pasaba justo por detrás de la elferia, las “casas” si se les podía llamar así, eran de madera casi toda podrida, más parecidas a cobertizos que a casas donde alguien pudiera vivir. El primer pensamiento que me vino a la cabeza es que aquello era un estercolero, no entendía como los elfos que vivían allí podían permitir que les trataran de esa manera, que les privaran de todo, incluso de lo más básico.
Pero eso no fue nada, cuando salimos a una especie de descampado donde el rio putrido pasaba y las montañas eran de basura y escombros amontonados. Entre los escombros había cuerpos de elfos tirados en el suelo amontonados junto a la basura, muchos de ellos aun estaban vivos, aunque también había cuerpos que hacía días que habían muerto.
-- No los toquéis ninguno – dije bastante alterada – os pueden contagiar, yo soy inmune a esa enfermedad, pero vosotros no.
No tengo escusa para lo que hice a continuación, creo que fue tal el horror que sentí, que mi mente dejo de pensar coherentemente, me agache entre los elfos agonizantes y comencé a intentar curarlos, estaban enfermos con la infección de los engendros tenebrosos. Desgraciadamente la empatía no era capaz de curar esa maldita infección, solo podía aliviar los síntomas que tenían, pero no era gran cosa, pues con toda seguridad al termino de algunas horas morirían, mientras iba sanando a todos los que encontraba, las lagrimas me bajaban por las mejillas, no veía caras habían dejado de existir detrás de una cortina de lagrimas. Hasta que sentí las manos de Zev abrazándome y atrayéndome hacia su cuerpo, mientras me susurraba.
-- Mi querida brujita, no puedes hacer nada por ellos, solo estas avisando a media ciudad de lo que estás haciendo. – me beso en los labios suavemente – te necesito, Yan te necesita, está peor que tu. Los tres estáis perdidos en las pesadillas que los humanos nos hacen vivir día a día. Fenarel tienes que ayudarme con Ral a ti te escuchara, mientras me encargo de Yan y de Neshi.
-- ¿Por qué me va hacer caso a mi?
-- ¡Por qué tu lo amas! – le dijo Zev – A los demás cuéntales lo que quieras, pero a mí no me engañas Fenarel. Te has olvidado que he pasado por tu mismo camino antes que tú. Ayúdale ahora.
Zev me movió lentamente hasta donde estaba Yan, ya que apenas era capaz de reaccionar. No es que a mí me fuera mejor, tampoco podía pensar claramente, sabía que los humanos nos odiaban, sabía que nos trataban como objetos o esclavos en su mayor parte, pero esto… esto no era solo culpa de los humanos. Los elfos que vivían aquí, se habían dejado despreciar, se habían dejado maltratar durante siglos solo por vivir cerca de las migajas de los bastardos humanos. Al llegar junto a Yan, Zev puso una mano en su hombro, Yan se levanto y nos abrazo, en silencio, ni tan siquiera tenía una lágrima, creo que su cerebro le había llevado mucho más allá de esta época, había retrocedido a otro tiempo.
-- Tenemos que liberarlos – nos susurro mientras escondía la cara en nuestros hombros – los culpables deben pagar por ello.
-- Lo haremos Yan no te quepa duda – le dije, sabía que el culpable real de la mayor parte de lo que estaba ocurriendo era Loghain, si pagaría muy caro lo que había hecho aquí. Pero primero lo usaría de la misma manera que él había usado a mi pueblo. – Yan cariño tenemos que ver dónde está el origen de este problema, los elfos de la ciudad no fueron a Ostagar, no veo como se han podido infectar, así que hay muchos temas para averiguar aquí. Cuando los engendros tenebrosos atacaron habría como mucho una veintena de elfos en el campamento, además que no se si sobrevivieron al ataque inicial, ellos no han podido provocar esto. Ral – me gire sin soltar a Zev y a Yan - ¿Estás bien?
-- Si, si, es que no me puedo creer que… que puedan vivir en esta situación, que prefieran vivir aquí en las cloacas de los humanos a vivir libres en el bosque. – mientras decía esto había abrazado a Fenarel – Cuando quieras vamos a registrar la zona y a preguntar a todos los elfos que encontremos, Neshi no tiene sentido que intentes curarlos, la infección de los engendros tenebrosos no la puedes curar ni con empatía.
-- Si ya me he dado cuenta. Me pregunto ¿Cómo la crearon? ¿Cómo consiguieron dar con una sustancia que se resiste incluso a la magia sanadora más poderosa que tenemos? Son preguntas para contestar en otro momento, pero es algo que deberíamos investigar si salimos con vida de toda esta aventura.
-- Tienes razón – dijo Yan – quizás de esa manera encontremos la fórmula para liberarte de la infección. Deberá ser nuestra máxima prioridad cuando nos podamos alejar de la maldición de los humanos. Vamos a investigar que ocurre aquí.
Yan se puso en cabeza y se interno en un callejón que daba a una plaza bastante grande, donde había un gran árbol. Allí había una multitud de elfos apiñados junto a unas puertas donde se encontraban, dos magos de Tervinter, no necesitaba que nadie me lo dijera olían a ese país, junto a ellos había un puñado pequeño de guardias. Junto a la multitud había una elfa que los regañaba a gritos, insultándolos e intentando hacer que pensaran, que reaccionaran, así que me fui a hablar con ella, era la única que se comportaba de una manera lógica, la única que parecía con ganas de luchar, de pelear hasta la muerte. Me gusto. Así que me encamine hacia ella, cuando a mis espaldas escuche un gran suspiro, me gire para mirar a Ral y le vi ensimismado mirando a la elfa, no entendía nada. Suavemente le roce la mano y nuestras mentes se conectaron como siempre.
-- ¿Qué te ocurre Ral?
-- No, no es posible – dijo mentalmente mientras negaba con la cabeza.
-- ¿Qué no es posible? No entiendo nada.
-- Ella, ella es… es nuestra compañera, después de tanto tiempo, no puedo creerme que haya encontrado a mis dos compañeros de vida. ¿Te importa si soy yo quien hablo con ella?
Le sonreí.
-- No Ral, habla tú con ella por favor, pero no sé como la vas a conquistar, no te conoce. Estoy deseando observar esto sinceramente.
-- Me la voy a llevar aunque tenga que raptarla, no pienso dejarla aquí en medio de toda esta basura y toda esta humillación.
Estuve a punto de reírme, pero me contuve, sabía que para mi tío Ral era muy importante, así que por respeto no me reí, pero es que su voz sonó…
-- Vale Ral, pero primero intentemos hablar con ella, después la puedes raptar si se deja claro. Si quieres las preguntas de investigación las hago yo y tú le haces las que realmente quieres hacerla, porque de momento no sabemos ni su nombre. Lo digo porque estas más nervioso que si fueras un adolescente ante su primer amor. Ahora si quieres ser tu adelante.
Ral se acerco a la elfa sonriéndola. Esta al verlo se quedo totalmente ensimismada, no daba crédito a sus ojos, incluso cuando Ral le hablo apenas podía decir una palabra, casi tartamudeo.
-- Soy Ral y ellos son Fenarel, Yan, Zev y Neshi, mis compañeros y yo hemos venido ayudar en lo que podamos, tú pareces la única que protesta y no puedo entender por qué los demás están aquí como si fueran ovejas.
-- ¿Tú eres un elfo? – no le había quitado los ojos de encima – no pretendo ofenderte…
-- Si soy un elfo, tan elfo como tu – le dijo Ral sonriéndola -, no me has ofendido para nada, no todos los elfos tenemos la misma estatura. ¿Cómo te llamas?
Nos miro a los demás de pasada, solo tenía ojos para Ral y Fenarel que estaba a su lado mirándola tan ensimismado como lo había estado Ral, antes de que le avisara.
-- Mi nombre… que tonta soy, mi nombre es Shianni, ¿Cómo os llamáis vosotros?
Zev y Yan me cogieron de la mano sonriendo mientras mirábamos a Ral y a Fenarel que parecían haber encontrado el mayor tesoro del mundo. Mientras Fenarel y Ral le repetían sus nombres, fue como si el mundo se hubiera detenido para ellos, como si todos los problemas que nos rodeaban hubieran dejado de existir, los elfos que se apiñaban junto a los dos magos, seguían hablándole a Shianni pero ella ya estaba muy lejos de poder contestarles. Mire a Yan y a Zev, no sabía qué demonios hacer, mientras nuestros tres tortolitos recogían sus mentes para volver al mundo real.
Les di un poco de tiempo y después le puse la mano sobre el hombro a Shianni para hacer que se volviera a mirarme, para despertarla de su ensueño.
-- Shianni, Ral y Fenarel siento mucho tener que interrumpiros, pero necesitamos saber que está pasando aquí, ¿Quién trajo la infección de los engendros tenebrosos? ¿Cómo os contagiasteis y porque esta la elferia cerrada por cuarentena? ¿Qué demonios hacen aquí los magos de Tervinter? No vamos a dejaros aquí a vuestra suerte, pero necesitamos respuestas.
-- ¿Qué? Ahh si… - dijo mirándome un instante, sin prestarme la mas mínima atención.
Después sus manos se juntaron con las de Ral y Fenarel y sus ojos retornaron a ellos dos. Incluso se hizo el silencio entre los elfos que se apiñaban cerca, todos los observaban, algunos sorprendidos y otros ofendidos.
-- Shianni, por favor atiende. Entiendo lo que os está ocurriendo, pero necesitamos respuestas, tenéis que reaccionar los tres. Ral, Fenarel ayudarme un poquito.
Yan se adelanto un poco y me dijo en un susurro.
-- Neshi no creo que ahora vayan a ser de mucha ayuda, lo he visto otras veces, no están aquí aunque sus cuerpos si lo estén.
-- Podemos averiguar algo preguntando a los demás, aunque no se cuanto sabrán – dijo Zev – pero esos magos de ahí, me apuesto la cabeza que saben mucho de lo que está ocurriendo. Pero tenemos que quitarlos de aquí, por si hay una pelea que no estén en medio ¿Alguna idea Yan?
-- Si, si movemos a cualquiera de ellos los otros dos nos seguirán.
-- Pues llevémoslos donde están las montañas de escombros y basura, allí estarán como mínimo seguros, aunque no sea el lugar más romántico del mundo. – dije – Aquí desde luego no podemos dejarlos, están levantando muchas sospechas, aunque no nos enfrentemos a un combate aquí corren peligro.
Yan cogió de la mano a Fenarel y le movió despacio guiándolo hacia el callejón por el que habíamos venido, Ral y Shianni como si fueran dos autómatas nos siguieron pegados casi a Fenarel, los dejamos en la zona más “limpia” que había en ese estercolero, pero también la zona que estaba más alejada de los enfermos y los muertos, para que no se contagiaran.
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